Ante la crecida del Río Uruguay y como hemos vuelto a escuchar lo que para nosotros es un error garrafal, nos vemos en la obligación de reiterar algo que ya hemos dicho.
La represa de Salto Grande no es causa de las crecientes. Es más, diremos que si algo influye en estos casos lo es para bien, para atemperar el impacto de las crecidas y para tomar medidas con mayor anticipación.
Culparla de las crecidas directa o indirectamente, como lo ha hecho por estos días alguna autoridad sanducera, es de una ignorancia total. Como evacuado de la crecida de abril de 1959 (la crecida más grande que recordamos), podemos decirle que quizás se ha olvidado que las crecidas del Rio Uruguay siempre existieron y hoy son menos frecuentes que antes, precisamente por la incidencia de la represa de Salto Grande.
Quizás sea bueno recordarle al señor que quizás subliminalmente “culpó” a la represa de Salto Grande (obra que comenzó el primero de abril de 1974), que en 1959 la crecida llegó a los 18,30 y dejó sin luz (al alcanzar la usina vieja en calle Colón) y sin agua potable (porque aún no estaba la nueva potabilizadora de OSE) a la ciudad de Salto.
Vale decir que crecidas del Río Uruguay hubo siempre, incluso en 1959 muchos afirmaban que la de 1940 había sido más grande y había una barraca de madera (Barraca Americana) en 19 de Abril que tenía la marca de todas las crecientes.
Una autoridad de Paysandú, acaba de decir en un medio capitalino, que no siempre hubo crecidas, porque éstas se dan luego de la construcción de la represa de Salto Grande.
En la misma entrevista sostuvo que se han intentado muchas “soluciones” para quienes viven en estos lugares. El problema es que se van estas familias y vienen otras a ocupar las viviendas abandonadas.
¿Preguntamos no será por necesidad? ¿No será porque la nueva ubicación que les han dado hasta hoy es alejándolos de su trabajo? ¿Radiándolos de sus vecinos, de sus amigos, de sus hábitos?
Hoy las crecidas son más “raras”, porque muchas de las denominadas “crecidas chicas” son absorbidas por la represa, aunque no es esta una presa reguladora, de las crecidas ni está diseñada para eso.
Conclusión: no atribuyamos a la represa todos los males que enfrentamos. Quizás si esta no existiera las inundaciones serian aún mayores o más frecuentes. Quizás sería mejor que respetáramos el terreno del río, pensando que con cemento o similares podremos ponernos a salvo de sus “picos” de crecida. Craso error.
Quizás sería mejor que pensáramos en no habitar esos terrenos, sino en formar parques y jardines en su entorno…
A.R.D.