Universitario persistió. A veces quiso con alguna elocuencia, pero también con limitaciones. El hecho es que nunca le encontró la vuelta al partido. Por eso lo padeció.
En los 18′ del primer tiempo, cuando la pelota a Nicolás Sánchez, se le va del control. De las manos. Se queda sin reacción. Y esa pelota que se le filtra.
El de la estocada fue Cristopher Alzugaray, el mismo que siete días atrás había decretado la imposición «papal» ante Wanderers Juvenil. Un verdugo afianzado y no por nada los 6 puntos y la punta. Universitario se fue vaciando de respuestas, más allá del regulador de pelotas que en algún momento alcanzó como digna distinción.
Dos chances netas de gol en 90′. En el primer tiempo, la hora en que Joaquín Jacques levanta la pelota por sobre el larguero, cuando llegó solitario para resolver.
En el segundo tiempo, ya con Dos Santos en cancha. De derecha al medio, pero en el caso de George esta vez, sin poder resolver. Y fueron dos situaciones netas, en medio de la abrumadora ineficacia roja.
Un gol en 180 minutos de fútbol y de penal. Hay que admitir ese teclado ofensivo sin la «G» del GOL. Al equipo de Emilio Silvia le costó siempre y para colmo de males en los últimos minutos sin Valentín Fornaroli por la expulsión.
Las variantes que no faltaron, a la medida de la necesidad. Pero sin que decidieran a favor algunos ajustes sobre todo, de mecánica colectiva. La pretensión de Universitario, sistemáticamente rebotada, porque además la parcela defensiva de Bella Vista pareció duplicar camisetas blancas y amarillas. Hasta fue un equipo solidario.
Un escudo humano a manera de frontón y dos gigantes, como Almirón y Delgado.
Bella Vista fue el gol y alguna situación más.
No mucho más.
No fue un torrente de fútbol utilitario.
No fue la exposición de quien resuelve desde el talento y las variables creativas. Hizo lo justo.
Más defendió de lo que propuso. Pensó en el arco propio , como razón táctica.
El pastel a su paladar. Y se fueron saboreando tres puntos esenciales.
Universitario tiene que apelar a la autocrítica.
Fuerte, letal, sin vacilaciones. Entregó un caudal limitado. Se expandió la duda y cosechó el mal de no ser.
No perdió el tren. Pero sabe que en la próxima estación está obligado, Casi contra la pared.
Perder de local en una serie que clasifican dos de cuatro, si no es un gol en contra, pega en el palo. Y Universitario, bien que lo sabe.
-ELEAZAR JOSÉ SILVA-
