En la isla de La Palma, la “colada” de lava volcánica alcanzaba al mediodía del pasado lunes más de un kilómetro de ancho y la lava que está llegando al océano Atlántico lo hace a más de mil grados de calor lo cual hace que se vitrifique inmediatamente.
Pero el mayor temor de los isleños es que algunas de las zonas que se consideraban a salvo de la erupción volcánica hasta ayer, comienzan a ser amenazadas luego de que dos “bocas· de la lava hirviente se fundieron en una sola y esto determinó el derrumbe del cono superior del volcán, que ahora despide más cantidad de lava y más liquida.
Es una prueba más de que la naturaleza es indomable y difícilmente el hombre pueda dominar algunas de las catástrofes que se producen de tanto en tanto.
Es al mismo tiempo una prueba más de que según lo que hagamos los hombres, podremos demorar, apaciguar las posibilidades de catástrofes de la naturaleza o acelerarlas.
El daño producido por la erupción volcánica en España es incalculable, pero no se trata de lo material, sino de la miseria que ha ocasionado, con más de mil viviendas perdidas al ser alcanzadas por el río de roca fundida que despide el volcán.
Las personas que debieron dejar sus viviendas porque han sido alcanzadas por la lava o están muy próximas, se estimaban en más de siete mil.
Ni que hablar de las cuantiosas pérdidas materiales, sobre todo en cultivos y otros bienes arrasados por el río de roca hirviente.
Los expertos vulcanólogos, sostienen que el promedio de una erupción volcánica es de tres meses, lo que depende de varios factores y ha habido erupciones que duraron hasta ocho años. Pero por lo pronto en este caso ya supera los 15 días y nadie se anima a vaticinar cuanto más durará.
Cuando esto redactábamos nos encontramos con la noticia que por primera vez la mitad del premio nobel de física se adjudicó el presente año a uno de los científicos autor de un trabajo que tiene por objetivo alertar sobre el riesgo del recalentamiento global.
Esperemos que cuando se asuma plenamente la realidad de nuestros días aún haya tiempo para corregir las ”inconductas” que cometemos a diario.
No tenemos duda alguna que vamos por mal camino y el gran objetivo de nuestros días es hacer dinero, acumular riquezas. Lejos muy lejos queda la utopía de proteger la naturaleza y esto no es más que un seguro camino a la miseria y a la destrucción.
A.R.D.