Demasiado tiempo ha pasado. Demasiada burocracia empantanar la senda.
Es verdad que en la historia de la Liga Salteña de Fútbol, nunca antes se había generado una situación de este tipo, con dos Balances Anuales acumulados y ninguno de los dos, sin ser aprobado.
Como la verdad no merece castigo, la verdad es una: el no encuentro de una solución. La consigna de «tirar la pelota hacia adelante», mientras en la escena, algo más que una sensación: la de no saber qué hacer.

Por eso, a esta altura de los hechos y de los tiempos, cabe preguntarse si no habrá llegado la hora del presidente de la Liga Salteña de Fútbol, a los efectos del tajo sin más vueltas: o la votación se produce en él ámbito de la casa del fútbol o la Justicia Penal que vaya descubriendo las instancias de un proceso hasta desembocar en un dictamen.
Más allá de ser parte de una estructura de mando, el presidente de la Liga ES UN PODER EN SÍ MISMO y su accionar en determinados casos, tiene la validez que el propio estatuto y reglamento de la Liga Salteña de Fútbol le concede.
El presidente DEBIERA PEGAR EL VERTICALAZO si llegado el momento se prolonga el tormento del obstáculo, para renovar la peor de la incertidumbre: la de no saber qué hacer ni cómo actuar. El presidente de la Liga no tiene porqué recurrir a ningún comodín en el mazo de las decisiones.
La decisión pasa por su autoridad. Y su autoridad es la que decide.
Si él quiere.
-ELEAZAR JOSÉ SILVA-