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lunes, 21 de abril de 2025
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La historia de un polaco que sobrevivió a 7 campos de concentración

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Diario EL PUEBLO digital
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La fundación Kobylanski presente en Salto

Hace unos meses estuvimos en la rambla sur de Montevideo, allí y ante la presencia de la Virgen de los 33 Orientales descubrimos una vinculación directa de la Fundación Kobylanski con nuestra ciudad y la Basílica Catedral San Juan Bautista.

Dentro de la iglesia, hay un rincón donde se encuentra una estatuilla de Juan Pablo II donada justamente de la organización polaca, donde sus miembros estuvieron en Salto para hacer entrega del busto de bronce a las autoridades de la diócesis de Salto.

Diario El Pueblo accedió a la palabra de la esposa del mentor de la fundación; Rosalía Martínez de Kobylanski quien fue narrando la historia de este gran empresario traído a América por la posibilidad de expansión de sus ideas y negocios.

“A Juan le apasionaban las antigüedades. Fue un hombre inteligente y con una visión sobresaliente para los negocios.

Siempre estuvo vinculado a la iglesia católica, gran admirador y amigo de San Juan Pablo II. De hecho, la fundación “Juan Kobylanski” construyó varios monumentos en su homenaje, como el que se encuentra en la ciudad de Montevideo, en Bulevar Artigas junto a la Cruz que conmemora su visita a Uruguay y el que llevamos a Salto y Cerro Largo, justamente donde estuvo el Papa”.

La historia de su familia

“Gran parte de su familia, entre ellos sus abuelos, vivían en Równe. Algunos miembros de la familia vivían en Kiev, pero eran polacos. La familia fue relativamente bien acomodada como propietarios de grandes extensiones de tierras agrícolas con plantaciones de trigo y cebada y bosques con aserraderos también en Polonia”, contaba Rosalía.

“Kobylasnki fue retratado en el libro ‘Condenado por Patriotismo’ en el que relata su historia. Él y su hermano Ryszard fueron educados en colegios jesuitas y por su madre e institutrices que les enseñaban idiomas, algo que le serviría después para poder viajar e instalar sus emprendimientos en diferentes partes del mundo. En total Juan hablaba ocho idiomas”.

Kobylanski; Activo en la 2da Guerra Mundial.

“Su historia estuvo atravesada por la Segunda Guerra Mundial que estalló cuando él era un estudiante de medicina. Cuando ocurrió la invasión alemana a Polonia, Juan era parte de la juventud católica y nacionalista polaca que luego se enfrentó a los alemanes en las “guerras guerrillas”: descarrilaban los trenes para robar carbón y comida y repartirlo al pueblo. Él y otros jóvenes polacos fueron llevados a los campos de concentración alemanes como presos políticos. En total estuvo en 7 campos. Cuando terminó la guerra, Juan se encontraba en un campo de concentración cerca de Munich. En condiciones deplorables, las fuerzas aliadas fueron los encargados de brindarles la primera asistencia: higienizarlos, curarlos, darles abrigo y alimentos” contaba Rosalía.

La amenaza de una nueva Guerra los trajo a Sudamérica

“Después de trabajar por un tiempo de lo que encontraba en la campaña alemana, se enteró de que en Zúrich habían abierto la bolsa de metales y empezó a recolectar deshechos de guerra: trozos de bombas, de tanques, de herramientas, de lo que fuera.

Viajó a Zúrich en tren con lo que había ahorrado de los trabajos anteriores y vendió todo lo que pudo. Empezó, de a poco, a dedicarse a la venta de metales en Alemania, Austria e Italia. Pero en Europa todo era inestable: se había terminado la guerra, pero en 1950 había estallado la guerra de Corea y la amenaza de que resurgieran los enfrentamientos en el Viejo Continente estaba siempre latente.

Juan decidió entonces embarcarse rumbo a América Latina, con la ilusión de instalarse en Paraguay. Después de cruzar el océano en el Julio César, un gran transatlántico hasta Buenos Aires, se subió a un barco pequeño y siguió hacia Paraguay. Aunque la situación allí no era tan sencilla como creía cuando salió de Europa, Kobylanski tenía 28 años y en la guerra había aprendido que cuantas más fueran las dificultades, más duro tenía que luchar. Compró una extensión de tierra muy cerca de Asunción, construyó una casa, hizo extender la luz eléctrica por la zona y puso un tambo”.

Rosalía y su emoción en el relato, en vínculo con Paraguay

En Paraguay fue donde se conocieron, por ende, en el dialogo Rosalía Martínez nos disimuló su emoción al evocar a su esposo.

“Viajó a Uruguay para comprar vacas lecheras Holando que se llevó a Paraguay. Fue uno de los primeros del país que hizo pasteurizar la leche y produjo yogur en forma industrial. Luego incursionó en los negocios textiles y fue también uno de los primeros en llevar nailon a Paraguay. Agrandó su negocio hacia los electrodomésticos hasta que decidió viajar a Argentina para emprender en olivares. No todo salió como esperaba en Buenos Aires y compró una casa en la rambla de Montevideo, que era una ciudad mucho más tranquila y cálida que la capital argentina. En 1966 nos mudamos definitivamente a Montevideo y desde entonces, aunque pasó mucho tiempo viajando, nunca más se fue”.

Su llegada a Uruguay; Mocho y la historia de un Toro de 1 millón de dólares

“Cuando llegó a Uruguay instaló negocios de antigüedades y compró 1.200 hectáreas de campo en Maldonado, en la localidad de Manantiales. Allí construyó un tambo que fue de los más modernos de la época, introdujo la raza Fleckvieh, e hizo implantes embrionarios. Los animales de su establecimiento, recibieron varios premios en la Rural del Prado.

Fue allí que surgió ‘Mocho’, un toro de la raza Fleckvieh que nació sin cuernos. Todas sus crías también nacieron así. A pesar de que tuvo ofertas de hasta un millón de dólares por Mocho nunca lo vendió, pues lo movía más el entusiasmo por que sus emprendimientos fueran los mejores que las ganancias”.

Museo de la rueda, carruajes y autos antiguos.

“En el campo de Manantiales construyó la capilla San Juan Pablo II y llevó a cabo reuniones de la Unión de Sociedades Polacas y sacerdotes católicos, conjugando sus grandes pasiones: la religión católica, la nación polaca y Uruguay.

En ese campo existen varios museos de carruajes antiguos de lujo y de carretas típicas. Instaló un museo de pinturas y antigüedades polacas e internacionales y vehículos de colección que aún hoy funciona. Su casa en el campo fue siempre un lugar de reunión e integración de ciudadanos y descendientes polacos de todo el mundo. Desde Uruguay, Argentina o desde el lugar que fuese, Kobylanski nunca dejó de estar cerca de Polonia, en donde se transformó en un héroe nacionalista”.

En el kilómetro 4 de la ruta 104 se encuentra la parada del bus urbano que recorre todas esas zonas donde casi enfrente se encuentra el museo de Arte Contemporáneo de la fundación Pablo Atchugarry.

La historia de don Juan, como lo llamaron siempre los vecinos, teniendo en cuenta lo hospitalario que siempre fue desde su llegada a Maldonado. Las fiestas es la escuela de Manantiales siempre estuvieron en la agenda de Kobylanski; las donaciones eran su fuerte y los pobladores los beneficiados. Fue uno de esos tantos europeos que se brindó a nuestra sociedad, Salto no fue ajeno a las donaciones de don Juan.

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