Ruben “Papino” Cioca
Su vida ha girado en torno de la música desde antes que le regalaron su primera guitarra a los diez años. La barra del barrio, sus primeras incursiones musicales en orquestas como “Horizonte” y “Manzana”, su llegada a la murga y el nacimiento de “Punto y Coma”, hoy preparando el debut de “La Parentela” en el carnaval 2011, trabaja en Radio desde 1992 difundiendo la música nuestra, preocupado para que los más jóvenes no pierdan su identidad cultural y añorando poder grabar su primer disco como solista. Ruben “Papino” Cioca es una persona sencilla, de barrio, que comparte con EL PUEBLO su experiencia de vida.
– ¿Nació con la guitarra bajo el brazo?
– No, no, bah, era bastante niño cuando me regalaron mi primera guitarra, tenía diez años, fue en fecha de los Reyes. Querés creer que ese mismo día un compañero al que le habían regalado la bicicleta le hizo un rayón a la guitarra en la caja, al costado de la boca… ¡me quería morir! Ya en esa época aprendés que al que le gusta el instrumento, esas cosas son imperdonables. Empecé a los diez, allá en el barrio, en la esquina de Barbieri y Joaquín Suárez, en una casa frente al quiosco, era la casa del “Quito” Gallino, el hombre enseñaba guitarra gratis, tenía infinidad de alumnos, y ahí aprendí mis primeras cosas, un hombre mayor, de edad avanzada cuando yo fui, eso te queda grabado porque ese tipo de generosidad no se vio nunca más.
– ¿Y por qué la guitarra?
– No se si yo habré pedido o si le gustaba a mis padres, después me enteré que mi abuelo por parte de madre había sido medio guitarrero. Siempre me gustó la música, me acuerdo de la época de la escuela, siempre imitaba instrumentos con la boca, a la barra le gustaba.
– O sea que ya venía con la música en el oído.
– Sí, siempre me gustó, desde gurí que habíamos armado un grupo allá en el barrio, me acuerdo que salíamos en las fiestas tradicionales, yo había armado una hojita, había puesto como veinte canciones de todo tipo, había folklore, melódico, tango… entonces, había uno que tenía un acordeón, otro había hecho un tamborcito con una lata de durazno argentina, le había puesto un nylon bien tirante que asemejaba un redoblante y todas cosas así, y yo con la guitarra. Cantábamos por el morfi (risas), salíamos por el barrio, visitábamos a los vecinos en las fiestas, le dábamos la lista para que eligieran, y bueno, cantábamos dos o tres y nos daban un picadillo para la barra, en algunos casos ligábamos algunas monedas y éramos felices, imaginate. Y así fue transcurriendo todo, después en el liceo ya empecé a hacer escenarios, estamos hablando del año 75.
– ¿Qué tipo de música hacían?
– En esa época con los gurises hacíamos de todo, lo que viniera, lo popular todavía no sonaba, eso vino después, toda esa experiencia del canto popular que surge con la dictadura, eso todavía no sonaba. En esa época se escuchaba mucho la radio, había mucho folklore argentino y algunos de acá, pero algunos clásicos como los de Sampayo o el propio Sabalero con su “Chiquillada”, ese tipo de cosas, y luego toda esa generación de músicos de la década del 70 que fue una explosión, entre los que estaban “Los Iracundos” destacándose en Argentina, por ejemplo, toda esa música de la época del 70 que eran dúos, solistas, conjuntos, de todo tipo.
– ¿Es por esa época que forma parte de un grupo?
– Por el año 79 empecé a tocar en una orquesta, fui como músico de puro audaz nomás porque siempre toqué de oído. Toqué con Tito Ferrer y “Horizonte”, que estaba también Daniel Geloz en teclados. Hacíamos una entrada con tropical y Brasil que cantaba el Tito que fue una figura de la música de Salto, todo un referente de la época de “Ases Carioca”, pero eso me lo dijeron los más veteranos porque no soy de tan atrás, después con el tiempo supe que fue una orquesta que hizo furor en Salto. Toqué un año con ellos y me invitaron de “Manzana” que estaban precisando un bajista, yo en mi vida había tocado un bajo, averigüé más o menos cómo es, había cierta similitud con la guitarra en algunos tonos y me fui a probar de audaz, si anda, anda, y quedé! (risas) Toqué los últimos cinco años con ellos, fue una experiencia fantástica porque si bien “Manzana” hacía covers, hasta que no estaban híper ajustados, no se los tocaba. Había muchos bailes, ahí aprendí lo que luego aplicaría en las murgas en el tema de los ensayos como lo de la puntualidad, que es de los grandes problemas que tiene la gente, la dedicación, muchas horas…
– Rebobinando un poco, ¿musicalmente llegaron a su vida primero géneros musicales de todo tipo antes que la murga?
– Claro, pero por cuestión de edad. El tema de la murga como que en algún momento fue germinando porque en esa época íbamos a espectáculos que había en el barrio, como en los desfiles cuando la calle Julio Delgado todavía tenía aquel boulevard al medio, y ahí en Nacional sobre todo que había actuación o concurso de murgas, del tipo que se hacía en los clubes, bueno, ahí iban todos, y había algunos carnavaleros del barrio más de la zona del Club de Tiro y la Humedad, por ahí, que nosotros veíamos cruzar de chicos y me gustaba, a mí siempre me gustó la murga pero nunca se me pasó por la cabeza salir en una murga hasta el 86 que se fundó “Punto y Coma” que fue consecuencia de un grupo grande de gente que concurría al bar de Guaraní y Julio Delgado, donde se fundó, era la época de Salto Grande también, había cantarolas, todas las noches.
– ¿Cómo es la historia de la “Punto…”?
– Ahí cantábamos siempre, yo era habitué de ahí, siempre había comidas de todo tipo porque claro, con lo que dejaba Salto Grande había mucha plata en la vuelta, sobre todo los fines de semana, y bueno, después de esas comidas, los sábados o domingos al mediodía la sobremesa se prolongaba y ahí se cantaba de todo y claro, en algún momento se caía en la murga que en esa época ya, terminando la dictadura y la apertura de la democracia comenzaba a sonar un poco más, hasta que un día surge la idea de formar la murga que había sido inquietud de otros compañeros que llegaron al carnaval en esa época, que fue cuando también se fundó “Falta la Papa” y volvieron a salir “Los Presidiarios”.
– ¿Qué mensaje buscaban dar cuando deciden formar la murga?
– Lo que más nos motivó fue esa necesidad de salir a decir cosas que vos recogías de ese grupo y de gente del barrio que estaban sintonizando lo mismo de plantear las necesidades de la gente, de sus anhelos y aspiraciones, contar su situación, eso fue lo que más nos motivó en un principio… y salir a divertirnos, obviamente, pero justo se dio que llegó mucha gente a esa murga que de alguna manera llegaron para hacer cosas distintas al carnaval, llegó gente que estaba en teatro, llegaron maestros que le dieron otro tinte a la murga, otras posibilidades de lo que son los rubros que encierran la categoría y claro, de golpe y porrazo nos encontramos haciendo un montón de actuaciones que ni pensábamos. Nosotros queríamos salir para decir lo nuestro, esto es lo que queremos, el cambio, y prendió, parece que la gente quería escuchar lo mismo…
– Más que seguidores tuvieron su hinchada propia.
– Sí, me acuerdo, me acuerdo de gente que iba que después nunca más fue al carnaval, y a veces alcanzamos a hacer tres o cuatro actuaciones en una noche e increíblemente la gente nos seguía. Por ejemplo, nos tocaba en la Costanera Norte que había algún tablado por allá y nos preguntaban a dónde íbamos después, “ahora vamos al Cien Manzanas”, y la gente de atrás en auto y moto nos seguía, algo increíble, fue en el 87, y en el 88 fue más que era cuando hubo 18 o 19 murgas.
– ¿Cómo explica el fenómeno de que cada murga tenga su hinchada propia?
– Eso si que no sé, la pasión de la gente no es fácil de explicar, hay gente que es fanática de equis murga y la murga puede estar horrible y no se la vayas a tocar ni hablar mal porque para ellos siempre es lo mejor. No sé si se identifican por la manera de cantar, con los textos o con las personas…
– Aprovechando que ha vivido muchas etapas del carnaval en estos últimos 25 años, ¿cuál piensa que ha sido el mejor año?
– No sé, para mí ha sido bastante parejo, hay cosas que hoy por ejemplo no ves, hablando del carnaval en su conjunto, en su totalidad, como cuando salían los hermanos Gonzaga que hacían aquellos carros fantásticos que le daba otra característica, otro realce, le daba categoría al carnaval, salía más gente, había más variedad de cosas. Las murgas particularmente siempre han ido evolucionando y me parece que hoy por hoy es el mejor momento, hubo también algunas agrupaciones que hoy no salen que ofrecieron cosas muy buenas.
Por lo otro, me parece que está todo siempre igual, no ha cambiado. Este carnaval de ahora me parece que tampoco es como mucha gente dijo, que estaba sensacional, pero tampoco es peor que el anterior. Se siguen viendo esos baches entre agrupación y agrupación, al otro día te encontrás con gente que no tiene problema, que se aguanta, pero también te encontrás con la otra que te dice que esperó más de una hora para que viniera otra cosa, entonces como que te vas acostumbrando y ya sabés que van a pasar, que a veces se escapan porque es todo un tema que venís bajando con cierto ritmo y te aparece un canal de televisión o una radio y tenés que parar y cantar y todo se estira.
De todas formas, la gente siempre está, si me preguntás cuál fue el mejor carnaval, me acuerdo de cosas puntuales, como cuando habíamos 18 murgas y la cosa estaba bastante concurrida, lo que no quiere decir que haya sido el mejor carnaval. Me parece que se podrían hacer mejor las cosas pero es todo un tema, habría que planificarlo con profesionales.
– ¿Cómo es sentir que su murga lo dio todo, está en su mejor momento, incluso lo dice la gente, y cuando llega el momento en que el jurado se expide, gana otra murga?
– Ahora lo manejo de otra manera pero antes “me quemaba” como dice la barra cuando se embronca como todo el mundo, porque es así. Después con el paso del tiempo uno va agarrando experiencia y se lo va transmitiendo a los más jóvenes que llegan a la murga. No hay que afilarse cuando te hacen un juicio favorable, sea en la prensa o del público, ni tampoco te decepciones cuando pasa lo contrario, porque muchas veces no es ni de una forma ni de la otra. Creo que uno es conciente y puede decir dónde anduvo bien, si tenemos posibilidades, pero aquel también está fuerte en esto y en lo otro, entonces uno está más armado y por más que te digan una cosa o la otra, cualquiera de las dos puntas, que estés para ganar o andar allá atrás, me parece que siempre hay que esperar a que se defina todo.
– ¿Cómo llega la radio a su vida?
– La radio fue una probada mía, la música es una constante en mi vida, siempre escuchaba la radio, me gustaba y me decía que estaría bueno para hacer algo. Y bueno, un día me decidí, fui a averiguar el tema de costos de los espacios, calzó y empecé a trabajar en la radio en el 92, en Emisora Del Lago, después estuve también trabajando en radio Salto como operador del informativo. Estuve hasta el 98, de ahí hasta el 2003 en Nueva Era, y del 2003 hasta ahora acá, en la Turística, nunca había hecho AM (amplitud modulada) y salí también a buscar radio y a preguntar precio, hablé con pariente acá (por Carlos Arredondo), le gustó la idea de que estuviera en la radio y ya no busqué más. También me interesaba la idea de hacer AM, aunque si me preguntás, también me gusta la FM (frecuencia modulada), cada una tiene cosas que la otra no tiene.
– ¿Qué busca en la radio?
– Lo mío esencialmente siempre ha sido música y rescate de la cultura musical, básicamente nuestra. Lo que hago es muy similar a lo que hacía Rubén Milán que lamentablemente… bueno, y que la gente como que te enmarcaba naturalmente entre el fol-klore y el carnaval, y claro, además como protagonista más allá de conductores de un programa de radio. Pero a mí también lo que me interesa es difundir y rescatar esas cosas, sobre todo para que conozca la gente más joven que arrancan con música foránea sin conocer lo nuestro. Es como esa gente que quiere ir a Europa y no conoce ni el interior de Salto, que no está mal, me parece bárbaro, pero me parece que es esencial eso por un tema de identidad.
– Tengo entendido que desde hace algún tiempo viene grabando su primer disco, ¿cuándo piensa terminarlo?
– Eso es todo un tema, porque siempre aparece algo, pensaba este año pero salió lo del Chantimplón que tocamos mucho, incluso salimos afuera del país porque anduvimos por Argentina, y eso va trancando, uno se mete de lleno y le dedica muchas horas que a veces no las tiene. Tengo que terminar algunas canciones más y retomar ese proyecto. Tengo un disco grabado con Matices y con Abaité, pero yo que ando también solo desde hace años no puede ser que no tenga mi propio disco, es algo que está en el debe, la verdad que me gustaría concretarlo.
Entrevista de Leonardo Silva
PERFIL DE RUBEN CIOCA
Está casado con Adriana, tiene tres hijos (Mariana, Ana Clara y Agustín), nació un 22 de julio. Es hincha de Nacional. Lo que más le gusta de la gente es la sinceridad, sin misterios, comprometida con alguna causa, mientras que lo que menos le gusta de las personas es la falsedad, la mezquindad, “hay mucha miseria humana”.
– ¿Alguna asignatura pendiente?
– Matemática de 4º (risas)… en serio, grabar el disco.
– ¿Cuál es su comida preferida?
– Pah, todas pariente (risas), todas, pero me quedo con la comida de olla.