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sábado, 10 de mayo de 2025
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«La gran contradicción entre la felicidad pública y el dolor privado»

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Diego Maradona: un año después…

Genio, ídolo, mago… Dios, los sinónimos utilizados para hablar de Diego Armando Maradona. El ’10’ que irrumpió en la década de 1970 en el fútbol argentino cosechó una legión de fieles que lo arropó en vida y que lo mantiene en un sitial de deidad a un año de su muerte.
Una adoración insuficiente para acallar las voces que a lo largo de su vida y con mayor fuerza tras su fallecimiento, el 25 de noviembre de 2020 en su natal Argentina, se niegan a separar al jugador genial que enamoró con sus gambetas y su personalidad ganadora del adicto denunciado por violencia machista.

Para sus fanáticos anónimos y famosos, concentrados en Argentina y Nápoles pero presentes en cada rincón del mundo, solo quedan la admiración y dolor.
«Yo no sé si hay que entenderlo, me conformo con quererlo mucho», así definió sus sentimientos y el de millones de admiradores del Diego el comunicador argentino Alejandro Dolina, en una entrevista con La Nación a meses de la muerte a sus 60 años del campeón del mundo con Argentina en 1986.

PODRÍA HABER MUERTO ANTES
A un año de su muerte, que se cumplirá este jueves -establece el colega de La Nación de Buenos Aires-, Diego, hacedor de felicidad, también sigue provocando dolor.
La muerte tan triste si todos lo queríamos tanto. Testigos de la autodestrucción. La gran contradicción entre la felicidad pública y el dolor privado.

El autoengaño de Diego eterno cuando tanta fragilidad ya olía a muerte. El coro popular de “Diego, Diego” que no sabíamos si sonaba a fiesta o a despedida. Sus goles todos los días en la TV. La pelota como remedio y como veneno. ¿No podríamos haber hecho algo más? ¿Qué? Allí está la serie de Amazon para recordarnos que Diego en realidad podría haber muerto antes, aunque contara con otro entorno supuestamente más serio (que acomodaba diagnósticos o le acercaba menores de edad). Y está también el reciente podcast notable de Spotify (“Los últimos días de Maradona”), sin morbo y con contexto, que desnuda la precariedad final, pero también el desgaste y la desesperación de quienes hoy son acusados porque “terminaron dejándolo solo” sin decir que en sus últimos días Diego mismo era el que echaba a todos, como lo revela un expediente judicial iniciado contra quienes no evitaron la muerte inevitable.

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