Algunos años atrás, el Director Técnico oriundo de Maldonado, Fabricio Bassa, revelaba a EL PUEBLO en enfoque tras evaluaciones puntuales luego de un año deportivo en Salto, «porque claramente el hincha aquí, es de sus equipos y no de la selección. Tiene un sentimiento muy apegado a los clubes, pero no a la selección salteña. No cuestiono. Pero es un dato de la realidad. Es una opción. Cada cual con sus afectos va por la dirección que quiere».
Viene a cuenta aquella reflexión de Bassa, a partir de situaciones-reacciones que se originan en torno a la selección uruguaya. Los que le buscan la vuelta, para endiosar el ciclo «tabarista» y los que le buscan la vuelta para someterlo al escarnio público, incluso a partir de calificaciones personales.
Con el DT, la cosa es clara: tómelo o déjelo.
Pero sorprende la actitud de quienes transforman a la selección uruguaya, en UNA CAUSA-PAÍS. Casi en un NACIONALISMO A ULTRANZA.
No alabar el ciclo del Maestro en cuestión, parece asemejarse a una actitud AGRAVIANTE HACIA EL PAÍS o suponer que quienes no son impactados por eventuales logros, responden a un ruinoso fin antipatriótico, cargado de maldad, insolencia argumental y egoísmo.
En definitiva, la selección ES TAN SOLO UN EQUIPO DE FÚTBOL QUE SALE A JUGAR y no tiene porque representar el sentir de tres millones y pico de uruguayos.
El relator Sonsol, afiebrado hincha contumaz de la celeste, apuntaba el viernes a la noche en la emisión de VTV, que «GANANDO URUGUAY, TODOS ESTAMOS FELICES», como si la felicidad está obligada a constituirse en hecho a partir de un resultado deportivo.
Al fin de cuentas, cada uno es libre de optar, de ser, de alistarse en esta materia que suele pasionalmente dividirnos. Pero miserable es, cuando se generaliza, cuando no se admite el derecho a la postura crítica contraria o a la indiferencia misma.
La indiferencia ante un acontecimiento deportivo también es una alternativa. No debiese ser menospreciada. Ni ultrajada.
«Cuando juega la celeste, todo el mundo boca abajo», al decir de la canción popular, se asocia a la síntesis. En este caso, tratándose de una ocurrente convicción propia de otro tiempo. No tanto de este tiempo, más expuesto a la desolación que a la vorágine triunfalista.
A 70 años de aquel Maracanazo, aquel Uruguay del reino universal, pero acaso sin nacionalismos en la vuelta.
Aquellos once leones de la leyenda bizarra, pero siendo tan solo un equipo que salió a jugar. Tan solo eso.
-ELEAZAR JOSÉ SILVA-