El gasto público es un robo legalizado. Si se gastara el dinero con más prudencia, muchos problemas se resolverían.»
Margaret Thatcher
Recuerdo el discurso del Presidente Luis Lacalle en la FUNDACION LIBERTAD el 25 de abril del año 2024 cuando defendió el rol del Estado y asocio la libertad individual con la pobreza material. En esa ocasión dijo expresamente que “al Estado fuerte en Uruguay le decimos hacer “piecito” para que la persona pueda saltar el muro”.
Sin perjuicio de no coincidir con sus expresiones, la realidad es que nuestro Estado uruguayo es una inmensa estructura que más que “piecito” te pone la “manotas” encima para que no puedas pasar el muro. Aquí me viene a la memoria la frase de una inmigrante argentina cuando expresaba “yo no quiero que me den una mano, lo que quiero es que me la quiten de encima”. Solo pedía libertad al Estado para poder desarrollarse, no apalancamiento.
El Estado actual uruguayo está muy lejos de “piecito” sino que más bien hace una “tasa” al individuo, impidiéndole crecer y prosperar, coartándole los proyectos de vida de la gente. Es una invasión de tal magnitud que no te permite sortear la valla y avanzar
Para muestra un botón: mientras que la población uruguaya se mantiene estable desde el año 2004 en adelante (3.400.000); en ese mismo periodo los Ministerios pasaron de 8 a 14, un aumento del Estado de aproximadamente el 75% en los últimos 20 años. ¿Otra muestra? Ahí va: el costo del Palacio Legislativo le sale al castigado pueblo uruguayo 440.000 mil dólares por día, el equivalente a 1.050 jubilaciones mensuales. Cada día el Palacio Legislativo nos cuesta lo mismo que lo que cobran más de mil jubilados por mes. Un día, igual a mil jubilados por mes. Este tremendo avance se paga a costa de la prosperidad de la gente, empobreciéndola.
No podemos hacer absolutamente nada sin la presencia del Estado. Nada de nada. Entonces, cuando vemos el monstruoso Leviatán en que se ha convertido el Estado uruguayo ¿cómo se puede decir que solo se limita a hacer “piecito”?
Que el lector saque sus propias conclusiones, pero cuando lo haga debe hacerlo siendo consciente que más Estado es más regulaciones, más prohibiciones, más gasto público, mas déficit y por supuesto, menos libertad.
Precisamente hoy me concentro en algo que ningún político de todos los partidos se digna a hablar y menos a proponer, a pesar de ser una medida muy beneficiosa para la sociedad en general: la reducción del gasto público. En Uruguay es mala palabra decir esto y ello solo obedece a la ignorancia, al engaño de los estatistas que viven a expensas del Estado y que, lógicamente, anhelan un Estado cada vez más grande. Entonces, en lugar de tomar las medidas acertada que no es otra que liberar recursos a la gente, achicar el Estado y quitar poder al político y dotarla a la sociedad toda de más libertad económica, nosotros pensamos que reducir el gasto es algo malo y tenebroso. Una vez más, somos víctimas de los engaños socialistas.
Es decir, una medida que es netamente beneficiosa para toda la sociedad, se mira como “pianta” votos porque saldrán las hordas de empleados públicos, todos los que dependen del Estado y los sindicalistas a armar escandalo…y el político le teme al relajo.
A pesar de todo el bullicio y de que hemos sido adoctrinado en endiosar al Estado, este tipo de medidas mejoran la vida de la gente y dan libertad. Los antiliberales recurren a falacias antiquísimas y salen a decir sus recurrentes pavadas como que se pone en riesgo el Estado de Bienestar (léase: malestar), que la gente va a quedar sin sus pensiones, sin salud, sin educación y tantos disparates más. Claro, todos estos delirios parten de quienes dependen y viven desde hace años del Estado.
Y la realidad es que bajar el gasto público no solo es posible sino absolutamente necesario. Y nadie habla de ello. Preferimos seguir siendo esclavos dependientes del “Dios Estado”.
A diferencia de los Estatistas, a nosotros los liberales no nos gusta obedecer, anhelamos vivir en libertad y afirmamos con contundencia que ningún colectivo puede restringir nuestros derechos más básicos y esenciales.
El brillante Carlos Rodríguez Braun explica que cuando los socialistas esgrimen sus ideas en contra de bajar el gasto publico incurren en una deficiencia que es triple:
PRIMERO. LA LOGICA: en este sentido, la lógica de su pensamiento está mal porque anteponen la sentencia al veredicto, es decir, concluyen de antemano que no se puede bajar sin analizar detenidamente la cuestión. Pretenden que se les explique cómo se baja el gasto público antes de que su consciencia acepte que hay que bajarlo, cuando lo primero es reconocer el mal para después explorar la forma de atacarlo.
Su (i)lógica es entendible porque bajar el gasto tiene perjudicados muy visibles, muy fácilmente utilizables políticamente, que lógicamente son los que reciben el dinero, y allí encontramos todos los empleados públicos, los contratados por el Estado, los subsidios que perciben empresas, los políticos, los burócratas y sindicalistas, entre otros. Entonces, mientras los perjudicados son evidentes, homogéneos, unidos y visibles, los beneficiarios de la reducción, que son todos los contribuyentes que bancan el Estado y son muchísimos más que los perjudicados, están repartidos, separados, son invisibles y heterogéneos.
En fin, a pesar de que los socialistas tengan la facilidad de poder señalar al perjudicado, su lógica sigue estando mal.
SEGUNDO. TEORIA ECONOMICA: el yerro en lo económico es que siempre consideran un lado de las finanzas públicas y no los dos, es decir, cuando se refieren a la reducción del gasto público solo individualizan los perjudicados, nunca a los beneficiarios y menos aún refieren a los beneficios que tendrán en la sociedad toda, incluso a los perjudicados en un corto o mediano plazo. Y en esta lógica, cuando sube el gasto público, ellos solos señalan los beneficiados, nunca los perjudicados, que no son otros que los millones de trabajadores y empresas que con sus impuestos financian y sufragan el gasto, entregándole el dinero al Estado, para que éste luego lo reparta como quiera. Este es un error palpable, que está muy extendido en la economía y que demuestra que la cancha está marcada….la balanza, desbalanceada.
TERCERO. LOS DATOS: esta idea socialista de que el gasto publico nunca puede bajar no está avalado por la evidencia empírica. Sí que puede bajar, de hecho, históricamente ha bajado, y allí donde se ha reducido la sociedad ha prosperado, les ha ido mejor, y un ejemplo de lo que digo son los países nórdicos.
En resumen: los que afirman que el gasto publico nunca se puede bajar incurren en estos tres errores importantes: tienen mal la lógica, la teoría económica y los datos.
En Uruguay es impostergable corregir estos yerros pues el Estado se ha convertido en un inmenso aparato burocrático, con un enorme e innecesario gasto público, que sufragamos los invisibles de siempre: contribuyentes, consumidores, trabajadores y empresarios.
El Estado no es “piecito” abajo es una “manota” arriba.