Los aniversarios se vuelven ocasiones propicias para repasar hechos del pasado y sacar conclusiones que sirvan de orientación hacia el futuro.
El 176 aniversario del nacimiento de José Pedro Varela en estos días, trae a la memoria recuerdos y consecuentes reflexiones. Un hombre brillante, de vida muy breve y de un accionar trascendente para nuestro país.
Fue un intelectual básicamente autodidacta. No fue profesor. Manejaba tres lenguas, además de español, francés e inglés. Filosóficamente, a diferencia de la mayoría de los hombres de letras uruguayos de su época, orientados por la filosofía espiritualista, enseñada por Ellauri desde la Universidad, se convirtió al positivismo spenceriano. Impulsado por Sarmiento se volcó hacia el conocimiento del sistema educativo del estadounidense Horacio Mann, cuyos textos tradujo al español y fueron la guía de su reforma.
La reforma propuesta por Varela y su grupo de amigos, nucleados en la Sociedad de Amigos de la Educación Popular, por sus solas fuerzas, quizás no hubiera ido más allá de la creación de algunos colegios privados, como el Elbio Fernández.
La Reforma vareliana, decisión política de Latorre
Pero la aplicación del sistema Mann-Varela a toda la Escuela Pública y la trascendencia que la misma tuvo para el país, se produjo por la determinación política del gobierno del Cnel. Lorenzo Latorre, que la impuso. La hizo ley, designó a Varela Inspector Nacional de Escuelas y la garantizó financieramente con el impuesto de Primaria, a pesar de las quejas que provocó de parte de quienes tuvieron que pagarlo.
Varela colaborador de la Dictadura
La colaboración con la Dictadura de Latorre llevó al rompimiento de Varela con todos sus amigos del Ateneo de Montevideo, del cual era integrante. Varela estaba convencido, a diferencia de otros ateneístas, que la Dictadura no existía por la voluntad de un hombre, sino que era producto del estado social del Uruguay de entonces; y que para existir democracia y libertad tenía que haber ciudadanos ilustrados; y eso sólo se lograría educando masivamente a toda la población. Sostenía que la Dictadura pasa y la escuela queda. Los hechos posteriores le dieron la razón. Sin embargo, el rompimiento en ese entonces fue tan grande que muerto Varela y habiendo la Directiva del Ateneo dispuesto un homenaje al Reformador, un numeroso grupo de socios convocó a una asamblea y dejó sin efecto el homenaje. Entre los promotores de esa asamblea estaba nada menos que don José Batlle y Ordoñez, adherente a la corriente espiritualista. Varela estuvo poco tiempo en el cargo porque lo sorprendió la muerte. A raíz de la misma, Latorre pidió una terna a los amigos de la Educación popular y de esa terna designó a Jacobo, hermano de Varela, que fue quien durante los años siguientes puso en práctica la Reforma.
La actualidad de Francisco Bauzá
Pero Varela no fue el único que se ocupó entonces del tema de la educación popular. También lo hizo Francisco Bauzá, otro autodidacta, de distinta orientación filosófica. Era católico. Profesor de la Universidad Católica de entonces. Coincidía plenamente con Varela en cuanto a la necesidad de la educación popular; pero tenía sus diferencias sobre enseñanza religiosa; y además otra muy importante en cuanto al contenido del programa. Varela sostuvo e impuso la enseñanza de materias científicas en Primaria. En cambio Bauzá entendía que estas debían ser temas para la enseñanza secundaria y que en Primaria lo central debía ser lo que hoy llamaríamos Lenguaje y Aritmética (además de historia y geografía nacional). O sea darle al niño los elementos básicos para razonar y expresarse.
Según algunos estudios, actualmente muchos alumnos egresan de Primaria sin tener tales elementos básicos y por tanto no están en condiciones de hacer cálculos o resolver problemas, que impliquen simples multiplicaciones o divisiones, como asimismo sin saberse expresar oralmente o por escrito. En consecuencia, tienen dificultades para razonar y expresarse, llegando a carecer de comprensión lectora, limitándose a repetir conceptos de memoria sin comprenderlos. De esta forma quedan en condiciones desventajosas para acceder a instancias superiores del conocimiento.
Cabría preguntarse si hoy día no sería conveniente releer los postulados de Bauzá, para atender la situación actual de la educación, sin dejar de tener en cuenta las diferencias entre las sociedades uruguayas de su época y la actual, así como el papel de contención y disciplinamiento social que se le ha adjudicado al sistema de enseñanza en los tiempos que corren y la irrupción de la informática.
Carlos Texeira
La educación popular: Varela, Latorre, Bauzá
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