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La Batalla de las Piedras, el único éxito militar delargentino José Artigas- conmemorando anacronismos

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Por José Buslon

¿Qué batalla, que conmemoración?

La historiografía tradicional recuerda el hecho como el gran éxito de estrategia militar del argentino José Artigas, y tan simbólico resulta que el ejército ha adoptado la fecha como su día.

Para la historia y la vida de nuestro país, resulta tan innecesario uno como otro.

No necesitamos de recordar estas fechas que nada tienen que ver con la conformación de nuestro país, como tampoco del ejército, que se retro alimenta de estos hechos y contribuye a la tergiversación de la historia.

Esta costumbre de festejar anacronismos (Dice del error ,de situar una cosa hechos o personas en un período de tiempo que no se corresponde con el que le es propio) continuará hasta que no aceptemos que somos hijos de la Convención Preliminar de Paz de 1828, por obra y arte de los ingleses y con la aceptación de Dorrego y Pedro I, que cansados de las luchas intestinas y como resultado de la presión ejercida por la marina de guerra inglesa, acuerdan la creación de un estado tapón que posibilitará la navegación inglesa a través del Río de la Plata y el ingreso por el Uruguay.
Pero volvamos al hecho que nos convoca. Transcurría el año 1811 y José Artigas, iniciado en su carrera revolucionaria gracias a los oficios de la masonería y por parte de Mariano Moreno, que debuto con una frase que no supo cumplir, pronunciada en Mercedes, cuando dijo “Vencer o morir” ,ni lo uno ni lo otro, huyó al Paraguay para no querer regresar nunca más a estas tierras. Lo cierto es que el héroe, a nombre de la Junta Porteña se disponía a vigilar el campamento de soldados españoles situado a la altura de Canelón chico. Estamos, hablando del 12 de mayo de 1811, esta operación era parte del plan insurreccional para asediar la gobernación española en el Río de la Plata. Seis días después y seguramente al estar de sobre aviso, el ejército español decide avanzar sobre las posiciones del ejército artiguista.

A las 11 de la mañana se inicia la batalla que dura hasta bien entrada la tarde.

El ejército de Artigas se enfrenta a las tropas enemigas, conformada por 1200 doscientos soldados que Carlos Machado describe, como desmoralizados por la indisciplina y la deserción.

A lo cual debería agregar también, la falta de convicción ya que en medio de la batalla, Rosales jefe de caballería española se pasa junto con sus lugartenientes a las tropas artiguistas, en términos futbolistas diríamos que se vendieron.

Lo que las maestras con voz impostada de elocuencia describen como la gran estrategia militar, no fue más que la derrota de un enemigo que no estaba convencido y que se presentó a jugar el partido con un cuadro de reserva ya que subestimaban a los gauchos orientales.

La opinión del Virrey acerca de los gauchos orientales llevo a que Posadas armara un cuadro de suplentes y mandará tropas de marina, 160 presidiarios indisciplinados y aunque mandó a cerrar las pulperías que habían en las proximidades la embriaguez del ejército español fue general.

En este contexto se libra la hoy recordada Batalla de las Piedras, feriado laborable.
Quienes recuerdan la hidalguía de los soldados orientales, no lo hacen tomando como referencias las valoraciones del héroe, quien en parte de batalla a la Junta porteña reconoce como admirable la fuerza y patriotismo de los hacendados orientales por haber sacrificado sus campos gustosamente para beneficio del ejército. Con los años les devolverá la gentileza cuando expresó que, su autoridad emanaba de ellos y ante ellos cesaba, no se crean que hablaba de los pobres, último refugio cuando abandonado por los hacendados le entra la preocupación por los más infelices y llama a sus ex auspiciantes, los peores americanos, en clara alusión al “un solo Uruguay” de la época.
Al éxito de esta contrariada batalla, le seguirán una serie de derrotas, entre ellas el fabulado Éxodo, que nuestros coterráneos locales festejan ritualisticamente congregándose en el parque indígena todos los años.

Faltaran algunos años aún, 19 para ser más precisos, para que el experimento Ponsomby comience a funcionar y con el auspicio de la oficina inglesa y las altas partes contratantes, Brasil y Argentina diéramos nuestros primeros pasos, y que a 210 años estemos aún con algunas confusiones sobre nuestra identidad que nos lleva a conmemorar anacronismos.

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