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miércoles, diciembre 3, 2025
Columnas De Opinión
Alejandro Irache
Alejandro Irache
Licenciado en Psicología por la Universidad de la República(UDELAR). Habilitado por el Ministerio de Salud Pública (MSP). Atiendo a adolescentes y adultos, con foco en procesos de angustia, depresión y crisisexistenciales. He complementado mi formación con estudios en psicología laboral, selección de personal IT, psicología del deporte y salud mental grave,realizados en la Universidad de Palermo y en el Centro Ulloa (2024).

El pensador danés anticipó el vínculo entre libertad y sufrimiento, y su visión sigue iluminando la psicología existencial moderna.

La Angustia: La Paradoja de la Libertad y el Despertar de la Conciencia

«La nada engendra la angustia. Éste es el profundo misterio de la inocencia, que ella sea al mismo tiempo la angustia.»

 
Søren Kierkegaard, 
El concepto de la angustia (1844)

Søren Kierkegaard (1813-1855), se le considera el padre fundador del existencialismo y un precursor fundamental de sus ideas, las cuales influyeron directamente en el desarrollo de la psicología existencial a través de pensadores como Ludwig Binswanger y Viktor Frankl.

El Concepto de la Angustia (publicada bajo el seudónimo Vigilius Haufniensis en 1844), lleva el revelador subtítulo de “Una simple meditación psicológico-indicativa”. El objetivo central de su análisis no es meramente intelectual, sino profundamente experiencial: explorar por qué la mayor potencialidad del ser humano, la libertad, es simultáneamente la fuente de su mayor sufrimiento existencial.

La tesis central de Kierkegaard es una profunda paradoja: la angustia no es un error o una enfermedad, sino el precio inevitable de la conciencia y de la posibilidad. Es la demostración interna de que somos seres radicalmente libres. La angustia se presenta como la realidad dialéctica que emerge cuando el individuo se enfrenta a su poder ilimitado de elección, un poder que lo proyecta hacia la indeterminación.

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Distinguiendo la Angustia del Miedo y la Ansiedad

Para comprender la aportación psicológica de Kierkegaard, resulta esencial diferenciar su concepto de angustia (Angest) del uso que la psicología clínica moderna hace de la ansiedad. Aunque en la actualidad ambos términos se utilizan frecuentemente como sinónimos en contextos cotidianos, la distinción kierkegaardiana es de naturaleza ontológica (relativa al ser) y no solo sintomática.

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En términos cotidianos, el miedo es directo, como temer a un perro ladrando. La ansiedad clínica podría involucrar preocupaciones por eventos futuros inciertos, a menudo con síntomas físicos. Pero la angustia de Kierkegaard es más profunda: se trata de la «nada» del potencial no aprovechado y el temor a fallar en vivir auténticamente.

Tabla 1: Diferencias Conceptuales Clave: Miedo, Ansiedad Clínica y Angustia Existencial

ConceptoObjeto de FocalizaciónNaturaleza (Kierkegaardiana vs. Clínica)Efecto Primario
MiedoPeligro específico, real y objetivo.Reacción emocional adaptativa.Lucha o escape (tendencia motora).
Ansiedad ClínicaPeligro impreciso o futuro (expectación penosa).Emoción displacentera; patológica o desproporcionada.Tensión emocional con correlato somático; parálisis o sobrecogimiento.
Angustia ExistencialLa Posibilidad de no acertar el uso de la Libertad / La Nada.Condición ontológica; realidad de la libertad en cuanto posibilidad.Vértigo, parálisis momentánea, pero impulsora hacia la autoconciencia.

La Angustia como la Realidad de la Posibilidad

Kierkegaard ofrece una definición fundamental: la angustia es «la realidad de la libertad en cuanto posibilidad». La libertad, antes de ser concretada en un acto, existe como una «posibilidad ilimitada, un gran poder». Esta posibilidad se cierne sobre la “nada”, envolviendo el estado de «ignorante inocencia» del individuo inicial, un estado donde hay paz y reposo.

Sin embargo, en este estado de aparente calma, hay otra cosa, algo que Kierkegaard identifica con una exclamación: «¡nada!». Esta nada es el contenido de la angustia. Es crucial entender que, para Kierkegaard, esta «nada» no se refiere a la muerte o a la aniquilación abstracta del ser, sino específicamente a la posibilidad de no acertar el uso de la libertad del individuo. La angustia es el presentimiento del fracaso en la propia autodeterminación.

Al comprender que la «nada» es el potencial fracaso en la elección, la angustia existencial se revela como una forma inherente de autojuicio anticipatorio. La persona no teme a lo que el destino o el mundo externo le puedan imponer, sino a lo que ella misma puede hacer o dejar de hacer a través de sus elecciones. Este sufrimiento es intrínsecamente reflexivo, ya que fuerza al individuo a verse y juzgarse a sí mismo. Esta presión hacia la autoevaluación impulsa una expansión de la autoconciencia, que se convierte, posteriormente, en el objetivo básico de gran parte de la psicoterapia moderna.

Investigación de OAPEN’s Kierkegaard as Psychologist detalla la angustia como un estado de ánimo de subjetividad naciente, ligado al «fondo oscuro» de la libertad. Es de doble filo: sobre el bien (rechazando la ética) o el mal (desafío), nunca eliminada del todo, pero dominada a través de la fe.

El Vértigo de la Libertad

La angustia es magistralmente descrita como el «vértigo de la libertad como apertura a la indeterminación originaria». Esta metáfora del vértigo es central para el público general. Es la sensación que experimenta una persona al borde de un precipicio: el terror no proviene del miedo a caer accidentalmente, sino del escalofriante conocimiento de la posibilidad de saltar, del poder total de autodeterminación.

La angustia, por lo tanto, es el momento crucial que precede a la toma de decisión. Rollo May, el psicólogo existencial que introdujo profundamente la obra de Kierkegaard en el contexto estadounidense, interpretó que el problema fundamental del autor danés era definir cómo una persona podía «querer ser ella misma».

La Paradoja Constructiva: Angustia, No-Libertad y el Impulso al Ser

A diferencia de la ansiedad clínica, que tiende a inmovilizar al individuo y limitar su capacidad de reacción, la angustia existencial, en su forma no patológica, posee un carácter dinamizador. Se le considera un estado «controlable» y «capaz de dinamizar aspectos creativos de la persona,» facilitando el rendimiento y sirviendo como motivación para la realización de proyectos. Esta angustia procede de la misma esencia del individuo sano, del hecho mismo de vivir y convivir.

La Angustia Ante el Bien y la Voluntad Dividida

El análisis kierkegaardiano se profundiza al abordar la angustia de la no-libertad, contenida en el capítulo cuarto de El Concepto de la Angustia. Este capítulo explora la «angustia del pecado», que se disuelve en dos variantes: la «angustia ante el mal» y la «angustia ante el bien».

La angustia ante el mal se relaciona con la voluntad parcial de eliminar o conservar el mal. Considera que la formulación más precisa es la voluntad parcial de conservar el mal, una postura que conduce a la «angustia ante el bien». Esto ocurre porque el individuo que quiere parcialmente permanecer en el mal, de forma simultánea, se opone al bien.

Esta ambivalencia refleja una voluntad dividida, o lo que en el pensamiento kierkegaardiano posterior se denominaría una voluntad desesperada. Esta angustia ante el bien se conoce como lo demoníaco, que se define como «la no-libertad que quiere clausurarse en sí misma».

La No-Libertad como Impulso a la Libertad

La manifestación más profunda de la paradoja es que incluso esta cerrazón demoníaca genera una angustia intensa. Si el individuo intenta activamente conservarse en el mal o la inautenticidad, y esa misma negación le produce un sufrimiento psicológico profundo y doloroso, esa agonía es, paradójicamente, la prueba irrefutable de que su naturaleza interna está inherentemente orientada hacia la libertad. El sufrimiento derivado de la no-libertad es el impulso reprimido hacia la realización de la libertad.

Psicológicamente, esto sugiere que la desesperación y las conductas autodestructivas no deben interpretarse como un simple vacío o una carencia, sino como una lucha interna de la voluntad dividida. El trabajo terapéutico, por lo tanto, se enfoca en la reunificación de esa voluntad, demostrando que la angustia es la señal de que el camino hacia la «auténtica libertad» aún está abierto para el individuo. De esta manera, la exposición de la angustia ante el bien revela la existencia de un impulso natural e irreprimible a la libertad en el ser humano.

El Legado en la Psicología Existencial

La relevancia de Kierkegaard trasciende la filosofía y se establece como pilar fundacional de la psicología existencial y humanista.

Rollo May, a mediados del siglo XX, fue crucial para legitimar el pensamiento kierkegaardiano en la psiquiatría y psicología estadounidense. May consideró que Kierkegaard había formulado la primera teoría contemporánea sobre la angustia.

May vinculó el pensamiento del Kierkegaard tanto con las corrientes existencialistas (que reaccionaban contra la fragmentación cultural y buscaban la unidad del pensamiento) como con el psicoanálisis de Freud. Dostuvo que ambos autores buscaban sentar las bases para la unidad de la personalidad al confrontar el problema central de la angustia. En la época moderna, la angustia se ha transformado, según May, en una «amenaza psicológica y, en sentido estricto, espiritual,» que se centra en la lucha contra el sinsentido y el vacío existencial, más que contra enemigos físicos.

Implicaciones Terapéuticas: Dialogando con la Angustia

El enfoque psicológico derivado de Kierkegaard y el existencialismo sostiene que la angustia, en lugar de ser un síntoma patológico a erradicar, es un «signo de lucidez». La terapia existencial, por lo tanto, no busca eliminar el malestar, sino que invita al individuo a dialogar con él, a escuchar su mensaje y a transformarlo en una guía hacia una vida más auténtica. La validación de estas inquietudes profundas ayuda a disminuir la sensación de que el individuo está «fuera de lugar» o «enfermo» por cuestionar los fundamentos de la existencia.

Las estrategias terapéuticas se centran en el objetivo de ayudar a la persona a «querer ser ella misma». Esto se logra mediante la ampliación de la autoconciencia, clarificando los conflictos internos que resultan de bloqueos anteriores. El tratamiento implica ayudar a la persona a reconciliarse con su capacidad de decisión, a asumir sus elecciones desde un lugar adulto y a construir un sentido vital que trascienda las certezas externas, religiosas o sociales.

La persistencia de una angustia neurótica o paralizante, diferenciada de la angustia existencial normal y creativa, funciona como un diagnóstico de inautenticidad existencial. Cuando la voluntad está dividida y busca «clausurarse en sí misma», el individuo experimenta un sufrimiento agónico. Esta persistencia dolorosa de la angustia es la señal de que el cliente está viviendo en contra de su destino a la libertad.

Desde esta perspectiva, la tarea de la psicoterapia existencial no es solo la resolución de síntomas, sino la aplicación de una ética de la autenticidad.

Conclusión: Vivir en la Paradoja

La angustia, según el legado psicológico de Kierkegaard, es la condición dialéctica inherente a la existencia libre. Es el reconocimiento de que el ser humano está «determinado en dirección a la libertad», y que este destino implica el riesgo total de la elección individual.

Lejos de considerarse una manifestación de debilidad o desorden mental, la angustia existencial es la evidencia misma de la profundidad de la conciencia humana. Es el precio que se paga por no ser una marioneta o una entidad determinada, sino un ser con la infinita, y aterradora, capacidad de autodeterminación. Es un llamado urgente a la acción, a construir el propio sentido, a asumir la responsabilidad total sobre la existencia y a vivir con autenticidad, aceptando el vértigo como el compañero inseparable y necesario de la verdadera libertad.

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