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sábado, noviembre 29, 2025

La 33 entrevistas de la 33 | Yanely De Vecchi: la tea encendida del teatro

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Diario EL PUEBLO digital

Yanely De Vecchi es actriz, periodista y creadora escénica salteña. Durante más de dos décadas formó parte de la recreación de La Redota, un proyecto que unió historia, teatro y comunidad para mantener viva la memoria artiguista. 

Su trabajo se distingue por rescatar la dimensión humana de los héroes y por una profunda convicción en el poder del arte popular como forma de educación y de identidad.

1 – ¿Cuándo descubriste que el teatro podía ser también una forma de contar la historia del país?

Cuando me di cuenta de que la historia la escriben las personas, pero también la viven y la hacen. De que la historia de un país la escribe su gente, la vive su gente. Cuando hablamos de historia parece que todo quedara tan atrás… y, sin embargo, nosotros somos producto de esa historia.

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El teatro es el lugar exacto para poder mostrarla, para contarla a través de actores que personifiquen a aquellas gentes que dieron el puntapié inicial a un país, a una nación, a un territorio.

2 – En tus trabajos sobre La Redota lograste unir teatro, literatura e historia. ¿Cómo se da ese cruce en tu forma de crear?

Creo que nunca fui muy consciente. No intelectualicé eso de unir teatro, literatura e historia.

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Ese cruce se dio de manera natural. Solo teatralizando algo se podía llegar a comprender la historia e incluso amar la literatura. Son cruces que se dan en forma innata, que vienen contigo y están ahí, esperando que simplemente los deje salir.

3 – ¿Qué lugar ocupa la palabra escrita en tu proceso actoral? ¿Escribís pensando en el cuerpo o actuás pensando en la palabra?

La palabra escrita ocupa un lugar muy importante. No sé si escribo pensando en el cuerpo o actúo pensando en la palabra. Escribo pensando en ese ser que intenta decir algo. El instrumento del actor es el cuerpo, por lo tanto debe usarlo para transmitir un pensamiento.

La palabra acompaña ese proceso corporal: de acuerdo a cómo la digas, cómo la acentúes, el silencio que pongas antes o después, mostrás al ser humano, al personaje que estás representando.

4 – Como actriz, ¿cómo es interpretar personajes que representan nuestra memoria colectiva?

Es difícil, porque no es fácil ponerse en el lugar del otro. Hay personajes que representan nuestra memoria colectiva, aunque no sean los principales.

En Quiroga por Quiroga, una puesta con Manuel Vidal, interpreté a Carlota Ferreira —la primera suegra de Quiroga— y a Ana María Cerés, su primera esposa. Eran papeles secundarios, pero Quiroga jamás hubiera sido quien fue sin esas dos mujeres.

Eso también es memoria colectiva. Los cuentos de Quiroga son parte de nuestra herencia, y siendo él salteño, forman parte de la memoria colectiva de Salto.

5 – El teatro popular muchas veces nace del barro, del fogón, de la gente. ¿Había algún tipo de programación artística en los campamentos de La Redota?

Por supuesto que sí. Cuando se jugaba a la taba, por ejemplo, el mero hecho de inclinarse para tirar el hueso implicaba un ballet. Bailaban la huella y es muy probable que en esas noches de campamento se formaran fogones y parejas que quisieran bailarla. La huella era lo que más usábamos en La Redota.

Y si pensás en la taba, también era una especie de danza que a veces terminaba en pelea, cuando se cruzaba alguna palabra de más. Además, no hay que olvidar a Bartolomé Hidalgo, el cantor de la Patria.

Muchas veces se interpretaban canciones suyas o de gente que seguía sus huellas. No era una programación elaborada, pero se daba, naturalmente.

6 – En tus textos y puestas aparece un Artigas humano, no de bronce. Si trasladamos eso al teatro: ¿cómo se baja al héroe del pedestal sin perder su fuerza simbólica?

Tenés que estudiar la vida de Artigas, porque él no nació arriba de un caballo, ni como figura ecuestre, ni parado con la mano en la espada. Fue un niño que corrió por las calles de Montevideo, que se crió en la estancia familiar, que jugó con los indios y se hizo hombre afuera.

Ahí está el hombre, no el héroe: un hombre que se proyecta a ser héroe y deja, en sus enseñanzas, esa fuerza simbólica que todavía lo acompaña. Y si pensás en las decisiones que debió tomar, comprendés que vivió momentos muy difíciles donde se ve al hombre detrás del héroe.

7 – Si tuvieras que dejar una frase para las nuevas generaciones de actores del interior, una “tea encendida” de tu experiencia, ¿cuál sería?

Es bravo dejar una frase… pero si me lo piden, diría simplemente: que esa tea encendida del amor hacia el teatro, hacia el arte, no se apague nunca.

Enlace para compartir: https://elpueblodigital.uy/humc
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