La noche del 5 de enero de 2000 fue la última vez que vecinos de Bella Unión lo vieron. Aquella noche de hace 15 años atrás fue visto por última vez, parado en la esquina de Avenida Artigas y Saúl Facio, donde se encuentra hoy una sucursal de Abitab. Fue la última vez. Tenía por entonces 35 años de edad y padecía discapacidad intelectual. Las semanas fueron pasando, los meses se fueron sucediendo uno tras otros, los años fueron transcurriendo y llegamos a esta década y media de misterio total. Que fue lo que sucedió con Ezequiel Dornelles, conocido por apodos como » gordo» y » Carlitos», sigue sumido en el más grande de los enigmas de este suelo cañero. Como que la tierra aquella noche, víspera de Reyes Magos, lo hubiera tragado. El «gordo» vivía con su hermano Mario en una modesta vivienda ubicada en calle Aparicio Saravia, entre Dr. Pedro Acosta y Treinta y Tres. Debido a su discapacidad, de forma diaria debía ingerir determinados medicamentos. Pese a la búsqueda incesante por parte de su hermano Mario, viajando a varios departamentos así como localidades brasileñas y argentinas, nunca surgió un dato donde alguien dijera; yo vi a esta persona, mostraba la foto de «Carlitos» aquí y allá, nunca hubo un solo dato. Quizás el día menos esperado, algo surja y devele este misterio que envuelve a esta tierra del azúcar. Así como están los desaparecidos durante el gobierno militar, Bella Unión tiene sus desaparecidos en democracia. Al caso Dornelles se le suma días después, febrero de 2000, otra misteriosa desaparición, la de Wilson Javier Suárez, alias «Cepillo», quien desapareció en zona de Franquía. Son los desaparecidos de la democracia en Bella Unión.