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Jorge Agulla Menoni: un migrante que ha recorrido el mundo, pero «Salto siempre está en mi corazón»

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Por: Jorge Pignataro

Es salteño y tiene 70 años, ya que nació el 8 de marzo de 1951. Vive en Valencia, España, y se define a sí mismo como «un migrante», aunque considera que «todos lo somos; nos movemos de un barrio a otro, de un departamento a otro o de un país a otro; nunca olvidamos nuestros orígenes, donde nacimos, donde pasamos nuestra niñez, nuestra juventud o nuestra vida». Es el Ingeniero Agrónomo Jorge Agulla Menoni, y protagoniza nuestra sección Al Dorso de hoy.

¿Cómo es Valencia?
Es considerada la ciudad más bonita de Europa…Es un lugar de gente culta, con muchos parques y paseos, con la Ciudad de las Artes y las Ciencias, a orillas del Mar Mediterráneo, de aguas celestes y horizonte límpido, orgullo de España en el mundo. Nunca se me pasó por la cabeza que iba a conocer tanto mundo y lugares tan increíbles.

Lo traigo ahora a Salto y a los orígenes de su vida. Háblenos de sus padres, de sus primeros años…
A mi padre, Modesto Agulla Tajes, cartero del Correo de Salto, y mi madre, Alba Nahir Menoni Flores, ama de casa, siempre les agradezco la familia que fueron. Haber nacido en Salto y en el Cerro, me definió y me marcó en la vida. Me fui de Salto muy joven, pero Salto nunca se fue de mi corazón, de mis recuerdos, es mi arraigo, mi cable a tierra, lo que conecta mi vida a una meta. Mi padre, «Toto» Agulla, ha sido mi consejero, mi guía, mi amigo. Recuerdo las conversaciones en Constitución, cuando me aquejaba algún problema (sus padres vivieron un tiempo en Villa Constitución, ahora descansan en el Cementerio local, el que Jorge visita cada vez que viene a Salto). Me recorría 1000 quilómetros para conversar con mi padre. Nos sentábamos en los bancos a conversar, mate en mano, en el fondo, bajo el paraíso, padre cartero, hijo ingeniero. No sé cómo lo hacía, pero siempre encontraba una salida por más difícil que fuera el problema. Hice ese recorrido muchas veces, en silencio, sin distracciones. Siempre regresé con una solución a los problemas. Éramos tres hermanos, el hermano mayor y una hermana menor, yo el del medio. Existía el culto al hermano mayor y un cuidado especial a las hijas mujeres. Viví una niñez y adolescencia de supervivencia, con lo mínimo, un hogar sin libros y sin muchas esperanzas…En ese momento no lo sabía. Igualmente tuve una infancia feliz.

¿Qué otros recuerdos le surgen del barrio, escuela, liceo…?
Como decía, nací en el Cerro, en la confluencia de las calles República Argentina y Guaraní. Fui a la vieja y a la nueva Escuela Pública No. 5, frente a la Plaza Flores y en 1963 ingresé al Liceo Piloto, en Paraguay y Camino del Éxodo, la antigua Villa Sara. Fui parte de la fundación del mítico Club Atlético Fénix. También jugué unos años, pocos, porque me fui a estudiar.

Precisamente, al estudiar se inclina por la Agronomía, ¿lo tenía claro desde antes o dudaba sobre qué carrera hacer?
Hice el liceo y en 1969, con 18 años, estaba listo para ir a estudiar a la Universidad. Dudaba entre estudiar Medicina o Agronomía. Al final me decidí por el agro. Me gustaría destacar a mis compañeros de estudio en los últimos años, inseparables, fueron Emilio Ghigliazza, Mauricio dos Santos, Daniel Borrelli y Jorge Menoni. Amigos que perduran, a no ser Borrelli, fallecido hace poco tiempo. Emilio y Mauricio trabajan. Jorge, «el Poroto», vive en Ámsterdam, emigrante, escribe, hace cine y vive la vida.

¿Qué puede contar de esa vida de estudiante universitario en la capital?
En 1970 me fui a Montevideo a estudiar, con una mano atrás y otra adelante. Hice la facultad a los tropezones. Trabajé en muchos lugares para costear mis estudios, ya que mi familia no podía ayudarme.

Ya como profesional, hablemos de trabajo, de formación.
Ingresé a trabajar en la Comisión Hidatidosis y allí terminé mi carrera profesional. Estando trabajando en Hidatidosis, cuando integré un grupo de investigación junto a los doctores Henry Cohen y Elbio Paolillo, para la Fundación San Antonio de Padua, de Italia, presentamos un trabajo a la Academia Nacional de Medicina y ganamos el II Premio Nacional de Medicina de Uruguay. Fui a realizar posgrados de Estadística al CIENES (Centro Interamericano de Enseñanza de Estadística), dependiente de la OEA, en Santiago de Chile y una especialización en Diseño de Muestras Estadísticas. Años más tarde fui requerido por el Director General de la Salud para ser su asesor y posteriormente fui asesor estadístico de varios ministros. He sido coordinador del Sub Grupo Técnico 11 de Mercosur, sistemas de información, durante años. También estudié maestrías semi presenciales en España e hice varios posgrados y especialidades, en economía, gestión y administración. He trabajado como Consultor en sistemas de información, para el Banco Mundial, la Unión Europea, el BID, la Agencia Alemana GIZ, la española, con empresas alemanas, suizas y americanas, fundamentalmente en Centroamérica y el Caribe. Fueron años de mucho trajinar.

¿Y si le pregunto por la familia?
Estuve casado, tengo tres hijos: Emmanuel, empresario; Maria José, abogada y escribana; y Nazaret, que trabaja en una empresa internacional de telecomunicaciones. Tengo cinco nietos: Candelaria, Jeremías, Julieta, Clarita y Sol, los amores de mi vida.

Es un hombre que ha recorrido el mundo, ¿lo siente así?
He recorrido el mundo sí, un sueño que nunca creí que alcanzaría. Mi trabajo como consultor internacional me ha permitido ir desde Puerto Madryn a Beijing, desde Tokio a Estambul, pasando por Zurich o los yungas bolivianos, Roatán en el Caribe o Antigua en Guatemala, desde Cartagena de Indias a Isla Tortuga. Además de Chicago y Washington en Estados Unidos, Recife, Olinda y Porto de Galhinas en Brasil, toda América del Sur, Honduras, Nicaragua, El Salvador, Belice, Costa Rica, Cuba y Ámsterdam.

Hace unos días participó en la organización del «Encuentro Europeo de Uruguayos en el Exterior» y una muestra de arte de plásticos uruguayos que viven en Europa, ¿cómo fue eso?
Sí, se realizó acá en Valencia. La organización general la realizó AJUPENURE (Asociación de Jubilados y Pensionistas Uruguayos Residentes en España), la cual integro como socio. También coordiné, junto con la Comisión Organizadora, un homenaje a Rubén Rada, máxima expresión del Candombe en el mundo, considerado Patrimonio inmaterial de la humanidad por la UNESCO. Estuvimos reunidos con Rubén y su esposa, compartiendo empanadas y vinos uruguayos. Fue un evento de una humanidad y humildad tremendo. Rubén compartió durante casi dos horas, anécdotas de su vida entre risas y aplausos, «pero con vino tinto», como dice su canción. Las medidas sanitarias impuestas para estar con Rubén Rada, fueron muy estrictas.

Hemos hablado bastante del pasado, hablemos del Jorge Agulla de hoy…
Hoy escribo historias de mi vida, que publico en las redes sociales. Me defino, no como un escritor, sino como un contador de historias. Hoy me doy cuenta que fui feliz en Salto y quiero volver a serlo. Cuando volví a Salto, después de más 40 años de no estar, encontré el mismo calor, la amistad de mis amigos y el amor, que hace feliz a los hombres. Integro el GREMA, Grupo Regional Europeo de Medio Ambiente y el GASMA, Grupo de Acción Salteño de Medio Ambiente. Sus cometidos son similares, ayudar, apoyar, trabajar, en forma honoraria, para dejarles una vida mejor, para hijos y nietos.; poner todas sus capacidades, físicas e intelectuales, al servicio de nuestro pueblo. Salto siempre está en mi corazón, muchos de mis amores están en ese lugar del mundo. Muchos me preguntan si me siento contento porque he tenido éxito en la vida, pero no me preguntan si he sido feliz, que es lo que verdaderamente me importa… Mis amigos de la niñez siguen siendo mis amigos, hoy no los cambio por nada, y los nuevos amigos son bienvenidos

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