Una ciudad universitaria requiere de algo más que la presencia de un conjunto de instituciones públicas que estén establecidas en un lugar determinado dictando cursos, sino que esto implica que las mismas tengan vida propia y que además interactúen con el medio que las rodea, de lo contrario, su presencia solamente será testimonial y no generarán más que conocimiento para unos pocos, pero no dejarán su huella, ni se apropiarán de una sociedad, ni serán su cara visible tal como debe ser.
Ese tipo de cosas son las que suceden en las comunidades que valoran la existencia de una Universidad en su ciudad. Por todo lo que ésta puede contribuir al medio que la rodea y por las oportunidades que puede generar en los hijos de ese lugar, brindándole acceso a la educación profesional, acaso una de las aspiraciones más importantes de una persona para el crecimiento personal y tomando a la misma como el único factor de igualación en una sociedad.
Pero las ciudades universitarias son mucho más que una presencia de edificios, de los cuales si no tienen vida hacia afuera, no se explica su establecimiento en un lugar determinado, algo que pasó por mucho tiempo con la Universidad de la República en Salto, cuando solamente era un nombre para darle prestigio a un edificio y quienes pasaban por su puerta no tenían ni idea de qué era lo que se enseñaba puertas adentro.
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Recién desde el nuevo edificio terminado de construir en 2002, cuando la sociedad uruguaya en su conjunto gastó más de 8 millones de dólares en su construcción, fue que los salteños se empezaron a preguntar para qué tanto y comenzó un tímido proceso de apertura que desencadenó diez años después en su crecimiento debido a la participación de los salteños en su cantidad de alumnos, en base a que en función de esto, las ofertas académicas comenzaron a multiplicarse. Y hoy cuenta con una rama de investigación impulsada por la aparición de fondos de incentivo para esto, realizados desde la propia Universidad de la República, estableciendo la radicación de docentes como factor esencial para la concreción de este tema.
Años atrás cuando se determinó la instalación en nuestro medio de la Universidad Católica, el afianzamiento de los cursos avalados por la Universidad ORT que dicta el Instituto CTC, los institutos terciarios que forman docentes como el CeRP y el IFD, además de los cursos terciarios de UTU, fueron consolidando a Salto como una Ciudad Universitaria hacia la región. Algo de lo que hay antecedentes cuando a mediados de la década del 90, el entonces rector de la universidad estatal, Jorge Brovetto, bregó por esto en el acto de colocación de la piedra fundamental para la construcción del nuevo edificio de la Regional Norte, hoy convertido en un polo universitario del Noroeste en conjunto con Paysandú, algo impensable por las rivalidades existentes desde siempre con los sanduceros.
Aunque si bien hubo intentos anteriores que no prosperaron por diversos motivos, desde el 2013 un grupo de representantes de las instituciones educativas, junto a integrantes del gobierno departamental, comenzaron a gestar la idea de trabajar en políticas que tiendan a conformar la idea de que Salto sea una Ciudad Universitaria.
Lograrlo no era fácil, había que reunir a todas las instituciones, buscar los puntos en común, tener una idea clara hacia dónde se quiere caminar con esto, enumerar las problemáticas de cada centro de enseñanza, buscar el denominador común y pensar en trabajar en temas relacionados para darle identidad a todos bajo una misma bandera, la de apuntalar a Salto como la ciudad universitaria por excelencia del interior del país.
Sin lugar a dudas que para esto, los representantes de las instituciones mencionadas, a las que luego se le sumó el Centro Comercial, pretendiendo aportar lo relacionado a productos y servicios que se les pueda brindar a esos más de 7 mil estudiantes que tienen los institutos terciarios locales, comenzaron un proceso de trabajo silencioso, queriendo darle forma al tema y preguntándose ¿qué nos falta para ser una Ciudad Universitaria?
No mucho, pero sí bastante. Primero una idea fuerza en común, a qué apostar, darle contenido, trabajo conjunto y sobre todas las cosas sello propio, donde los universitarios se sientan identificados, respaldados y contenidos por sus propias instituciones, pero sobre todo porque reciben de la sociedad el trato preferencial que requieren para su desempeño y para su bienestar. Esto para poder acceder y empoderarse de esa identidad, la del ser universitario. Pero también para lograr un sello que les permita tener una participación activa en los temas que importan a la sociedad, aplicando sus conocimientos al medio y aportando al desarrollo conjunto de la comunidad que los alberga, que los quiere como propios y que se tiene que empezar a sentir representada por estas características.
La sociedad debe sentirse respaldada por las universidades y debe tener en cuenta que su existencia debe ser mucho más que su mera presencia en el medio, ofreciendo carreras y brindando conferencias y eventos para el público, sino que la gente de Salto debe empezar a sentirlas como propias y a generar un intercambio positivo a través de sus aportes, algo que en gran medida se ha hecho, pero aún falta mucho.
Pero la mancomunión entre las mismas era lo que hacía falta para los universitarios, una idea fuerza de pertenencia, de trabajo en conjunto, de darles acogida y el lugar que se merecen, para que hagan de su paso por esta ciudad, un lugar que sea símbolo del desarrollo académico y científico del país.
En ese aspecto, algo de esto es lo que a partir de hoy comenzará a funcionar en forma oficial en nuestro medio, se trata de una organización que pretende darle a la sociedad salteña otro motivo de orgullo, el de ser una Ciudad Universitaria y a eso hay que responderle con ganas, con fuerza y con el respaldo que tanto las instituciones que desde hace años trabajan en el medio, como los universitarios todos que llegan con sus mochilas cargadas de esperanzas desde distintos puntos del país, se merecen.
Desde ahora habrá que trabajar mucho para construir identidad, porque Salto es una Ciudad Universitaria y a esto tendremos que responder todos desde el rol que ocupemos, con respaldo, alegría, pero sobre todo con altura y con orgullo.
HUGO LEMOS
na ciudad universitaria requiere de algo más que la presencia de un conjunto de instituciones públicas que estén establecidas en un lugar determinado dictando cursos, sino que esto implica que las mismas tengan vida propia y que además interactúen con el medio que las rodea, de lo contrario, su presencia solamente será testimonial y no generarán más que conocimiento para unos pocos, pero no dejarán su huella, ni se apropiarán de una sociedad, ni serán su cara visible tal como debe ser.
Ese tipo de cosas son las que suceden en las comunidades que valoran la existencia de una Universidad en su ciudad. Por todo lo que ésta puede contribuir al medio que la rodea y por las oportunidades que puede generar en los hijos de ese lugar, brindándole acceso a la educación profesional, acaso una de las aspiraciones más importantes de una persona para el crecimiento personal y tomando a la misma como el único factor de igualación en una sociedad.
Pero las ciudades universitarias son mucho más que una presencia de edificios, de los cuales si no tienen vida hacia afuera, no se explica su establecimiento en un lugar determinado, algo que pasó por mucho tiempo con la Universidad de la República en Salto, cuando solamente era un nombre para darle prestigio a un edificio y quienes pasaban por su puerta no tenían ni idea de qué era lo que se enseñaba puertas adentro.
Recién desde el nuevo edificio terminado de construir en 2002, cuando la sociedad uruguaya en su conjunto gastó más de 8 millones de dólares en su construcción, fue que los salteños se empezaron a preguntar para qué tanto y comenzó un tímido proceso de apertura que desencadenó diez años después en su crecimiento debido a la participación de los salteños en su cantidad de alumnos, en base a que en función de esto, las ofertas académicas comenzaron a multiplicarse. Y hoy cuenta con una rama de investigación impulsada por la aparición de fondos de incentivo para esto, realizados desde la propia Universidad de la República, estableciendo la radicación de docentes como factor esencial para la concreción de este tema.
Años atrás cuando se determinó la instalación en nuestro medio de la Universidad Católica, el afianzamiento de los cursos avalados por la Universidad ORT que dicta el Instituto CTC, los institutos terciarios que forman docentes como el CeRP y el IFD, además de los cursos terciarios de UTU, fueron consolidando a Salto como una Ciudad Universitaria hacia la región. Algo de lo que hay antecedentes cuando a mediados de la década del 90, el entonces rector de la universidad estatal, Jorge Brovetto, bregó por esto en el acto de colocación de la piedra fundamental para la construcción del nuevo edificio de la Regional Norte, hoy convertido en un polo universitario del Noroeste en conjunto con Paysandú, algo impensable por las rivalidades existentes desde siempre con los sanduceros.
Aunque si bien hubo intentos anteriores que no prosperaron por diversos motivos, desde el 2013 un grupo de representantes de las instituciones educativas, junto a integrantes del gobierno departamental, comenzaron a gestar la idea de trabajar en políticas que tiendan a conformar la idea de que Salto sea una Ciudad Universitaria.
Lograrlo no era fácil, había que reunir a todas las instituciones, buscar los puntos en común, tener una idea clara hacia dónde se quiere caminar con esto, enumerar las problemáticas de cada centro de enseñanza, buscar el denominador común y pensar en trabajar en temas relacionados para darle identidad a todos bajo una misma bandera, la de apuntalar a Salto como la ciudad universitaria por excelencia del interior del país.
Sin lugar a dudas que para esto, los representantes de las instituciones mencionadas, a las que luego se le sumó el Centro Comercial, pretendiendo aportar lo relacionado a productos y servicios que se les pueda brindar a esos más de 7 mil estudiantes que tienen los institutos terciarios locales, comenzaron un proceso de trabajo silencioso, queriendo darle forma al tema y preguntándose ¿qué nos falta para ser una Ciudad Universitaria?
No mucho, pero sí bastante. Primero una idea fuerza en común, a qué apostar, darle contenido, trabajo conjunto y sobre todas las cosas sello propio, donde los universitarios se sientan identificados, respaldados y contenidos por sus propias instituciones, pero sobre todo porque reciben de la sociedad el trato preferencial que requieren para su desempeño y para su bienestar. Esto para poder acceder y empoderarse de esa identidad, la del ser universitario. Pero también para lograr un sello que les permita tener una participación activa en los temas que importan a la sociedad, aplicando sus conocimientos al medio y aportando al desarrollo conjunto de la comunidad que los alberga, que los quiere como propios y que se tiene que empezar a sentir representada por estas características.
La sociedad debe sentirse respaldada por las universidades y debe tener en cuenta que su existencia debe ser mucho más que su mera presencia en el medio, ofreciendo carreras y brindando conferencias y eventos para el público, sino que la gente de Salto debe empezar a sentirlas como propias y a generar un intercambio positivo a través de sus aportes, algo que en gran medida se ha hecho, pero aún falta mucho.
Pero la mancomunión entre las mismas era lo que hacía falta para los universitarios, una idea fuerza de pertenencia, de trabajo en conjunto, de darles acogida y el lugar que se merecen, para que hagan de su paso por esta ciudad, un lugar que sea símbolo del desarrollo académico y científico del país.
En ese aspecto, algo de esto es lo que a partir de hoy comenzará a funcionar en forma oficial en nuestro medio, se trata de una organización que pretende darle a la sociedad salteña otro motivo de orgullo, el de ser una Ciudad Universitaria y a eso hay que responderle con ganas, con fuerza y con el respaldo que tanto las instituciones que desde hace años trabajan en el medio, como los universitarios todos que llegan con sus mochilas cargadas de esperanzas desde distintos puntos del país, se merecen.
Desde ahora habrá que trabajar mucho para construir identidad, porque Salto es una Ciudad Universitaria y a esto tendremos que responder todos desde el rol que ocupemos, con respaldo, alegría, pero sobre todo con altura y con orgullo.
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