Con una gran experiencia en el volante, Luciana ha logrado recoger un afecto sin igual de parte de su gente.
De todo aquel, que en un momento determinado, necesitaba de su servicio como Taximetrista y allí ella, disfrutando de cada viaje, acudía.
Simpática, con un trato cordial y afectuoso, desempeñaba su labor.
Aunque su carácter no ha cambiado, su tarea hoy es otra muy diferente. Y comenzó, cuando en la espera entre viaje y viaje del taxi, transitando un tiempo libre, se le ocurrió un día tejer. Logrando sus primeros accesorios, así como también coleritos en crochet, entre otros.

Hoy, es una verdadera empresaria entregada al arte. Conseguimos con Luciana, una entrevista muy amena. Dialogando sobre todo de lo que en la actualidad, es su actividad laboral:
¿Cuándo comienza el proyecto para su emprendimiento?
Empezó casi sin planearlo mucho, allá por el 2011.
Fue haciendo gorritas y bufandas de crochet y vendiendo a amigas y conocidas, que me iban recomendando.
Después, comencé a incursionar en el cuero y me fascinó.
Primero con flores de cuero, broches, monederos, etc.
Por ese entonces mi papá se había enfermado, yo trabajaba en el taxi y abandoné. Porque me quedaba a acompañarlos a él, a mi mamá y tenía todo ese tiempo para hacer mis creaciones.
Primero vendiendo a conocidos, comercios, por Facebook, ferias artesanales y además, tuve durante un tiempo, un local en Termas de Daymán.
Poco a poco fuí anexando productos, cambiando técnicas, incursionando con nuevos materiales.
Siempre experimentando, totalmente autodidacta.
¿De qué se trata su actividad?
Hoy en día me dedico a hacer muchas cosas y todas muy variadas.
Hago souvenirs para comuniones y bautismos.
Jabones artesanales para souvenirs, cartucheras, delantales, toallas para el pelo, accesorios de tela, cuero y un una cantidad importante de artículos más.
Y en el 2020, con la pandemia, unas amigas me pidieron tapabocas y después de varios intentos y averiguaciones de materiales y modelos, me contacté con unas chicas de Montevideo que tenían una ONG, los fabricaban y ellas me guiaron.
Pasé todo el año haciendo tapabocas, los que actualmente, también vendo al por mayor.

¿Por qué inclinarse por este rubro?
Siempre me gustaron las manualidades. Me crié entre hilos y retazos porque mi abuela Lucha, era una conocida Modista y a mi de chica me encantaba perderme entre los botones y las telas. A veces me dejaba sentarme en su máquina a ayudarla a hacer los dobladillos y me enseñaba a hacerle ropas a las muñecas. La costura siempre estuvo ahí… y con los años le agarré el gustito, hoy en día la máquina de coser es mi mejor amiga, ya que paso horas con ella, entre pruebas, errores. Cosas que no salen y otras que sí se dan.
¿Es un emprendimiento familiar?
En realidad, yo hago casi todo sola. Desde la idea, comprar materiales, producir, sacar fotos, manejar redes y comercializarlo.
La familia y los amigos siempre están, para dar una idea, una opinión o apoyar.
Mi mamá con lo de los tapabocas, me ayuda bastante cuando estoy medio complicada con los pedidos, siempre está ahí para ayudar en algo. Mi hermano casi siempre me hace algún que otro mandado y Alejo mi sobrino me sirve de modelo o me ayuda con las fotos y los videos.

¿Qué productos o artículos utiliza para su realización?
Son materiales muy variados según lo que vaya a hacer.
Me gusta mucho experimentar con diferentes técnicas o materiales, hasta que por fin logro lo que busco y mis clientas y amigas muchas veces juegan un papel muy importante en ese proceso, porque me dicen que mejorar o cambiar de algunos artículos.
¿Qué es lo primero que realizó en sus comienzos?
Lo primero que comercialicé fueron gorras, coleritos y vinchas de crochet. Y después de cuero.
¿Qué cree se le ha hecho más difícil llevar a cabo?
Lo más difícil es mantenerse en pie con el emprendimiento.
No todo es tan fácil como a veces parece.
Hay días, semanas y hasta meses difíciles, hay mucha competencia y si bien me parece genial que existan un montón de personas que hagan cosas, a veces esa gente lo hace como hobbies o no valora del todo su trabajo, el tiempo y los materiales para hacerlo. Y termina “complicando” un poco el trabajo de los que sí, nos dedicamos a esto.

¿Y lo que más le gusta de lo que hace?
Me gustan mucho los desafíos, cuando me preguntan si me animo a hacer tal o cual cosa y me dejan crear algo con su idea y mi impronta.
Me encanta ver mis creaciones en la gente, cuando me mandan fotos del uso que le dan. Eso me motiva mucho a seguir adelante.
¿Qué tiene más salida comercial, de lo que fabrica?
Hoy por hoy, estoy vendiendo muchos tapabocas por toda la situación que estamos viviendo, pero en época de comienzo de clases, vendo muchas cartucheras y cuando hay comuniones o bautismos, no me dan las manos haciendo souvenirs. Es bastante variado por suerte.
¿Se puede vivir de la actividad que lleva adelante?
Estamos viviendo tiempos difíciles. Esta pandemia nos desacomodó bastante, pero seguramente pasará y las ventas repuntarán.
¿Cuál es su expectativa para el 2021?
Seguir de pié con mi emprendimiento, que la gente siga apoyando y valorando lo hecho a mano.
Que siempre tiene ese plus de todo el cariño y la dedicación que le ponemos al hacerlo.

¿Dónde podemos encontrar sus artículos?
Desde el año 2014 con otras emprendedoras amigas, nos instalamos con un local que se llama “Cosas Nuestras”, ubicado en Errandonea 106 y también nos pueden buscar en las redes.
Ahí van a poder encontrar una importante cantidad de artículos hechos a mano, por manos salteñas.
¿Nos regala un tips, o sugerencia para poder realizar en casa?
La sugerencia que les puedo dar, es que se animen a reciclar lo que tienen en casa. Esos recipientes de helado, bidones de agua, frascos viejos de café o mermelada.
Con cosas que siempre tenemos en casa, podemos darles nuestra impronta y hacer cositas lindas para nuestro hogar o para regalar. Yo estoy convencida, que los mejores regalos son aquellos que están hechos a mano, con todo el cariño y la dedicación que le puso quien lo hizo, y quien lo recibe sin duda recibe también esa energía.