TEORÍA DE LA DOBLE “V”
Causas y factores de los accidentes de tránsito
Cuando se analiza la seguridad vial, es fundamental entender que los accidentes no son hechos fortuitos. Siempre existen causas y factores que los provocan, y aunque algunos escapan a nuestro control, la mayoría dependen directamente del ser humano.
Factor humano: el más importante
Sin duda, el factor humano es el más relevante. Es el conductor quien asume el riesgo cada vez que toma el volante. Sus decisiones antes y durante la conducción determinan la convivencia en el tránsito. A menudo se culpa “al otro”, pero en definitiva, cada conductor es responsable de sus actos.
Algunos de los factores más comunes son:
- Conducción bajo los efectos del alcohol o drogas.
- Distracciones al volante, como el uso del celular, comer o manipular objetos.
- Fatiga o somnolencia, que reducen los reflejos y la atención.
- Exceso de velocidad, una de las principales causas de accidentes.
- Conducción agresiva o imprudente, el llamado “manejo temerario” que vemos todos los días.
Factor vehicular
También el estado del vehículo puede ser determinante. Problemas mecánicos como frenos desgastados o neumáticos en mal estado son fallas evitables. A veces interviene el factor económico, cuando el mantenimiento se posterga por falta de recursos. Y en otros casos, el propio diseño o antigüedad del vehículo puede contribuir al siniestro.
Factor ambiental
El entorno también influye: la lluvia, la niebla, el pavimento deteriorado, la mala señalización o la iluminación insuficiente aumentan el riesgo. Sin embargo, incluso ante estas condiciones, el conductor debe adaptar su manejo. Ignorar el entorno es también una forma de imprudencia.
Otros factores y la interacción entre ellos
Hay además factores externos como peatones o ciclistas imprudentes, animales sueltos o objetos en la vía. Pero los accidentes rara vez ocurren por una sola causa. Suelen ser el resultado de la combinación de varios factores: un conductor bajo efectos del alcohol, que circula a alta velocidad, en una ruta mojada y con escasa visibilidad, multiplica el riesgo.
En ese punto, la interacción entre causas y factores nos lleva a entender una realidad clara: la visión y la velocidad son las dos causas más importantes de los accidentes de tránsito.
La visión como causa de riesgo
Una mala visión puede aumentar hasta diez veces el riesgo de sufrir un accidente, especialmente a altas velocidades. Se estima que el 24% de los accidentes de tránsito están relacionados con problemas de visión o con falta de atención visual.
La visión dinámica —la capacidad de percibir objetos en movimiento— se ve afectada por la velocidad, lo que dificulta adaptarse a situaciones cambiantes en la carretera. Entre los problemas más comunes que afectan la conducción se encuentran la miopía, hipermetropía, presbicia, astigmatismo y los trastornos de visión nocturna.
Ver bien no se limita al acto biológico de mirar; involucra la mente, la interpretación de lo que se ve y la toma de decisiones rápidas. Conducir sin buena visión —física o mental— es, en realidad, conducir a ciegas.
La velocidad como causa de riesgo
La velocidad excesiva es una de las principales causas de accidentes en el mundo. Cuanto mayor es la velocidad, menor es la capacidad de reacción y más graves son las consecuencias del impacto.
Los tipos de siniestros más comunes relacionados con la velocidad incluyen:
- Colisiones frontales.
- Choques traseros o laterales.
- Atropellos.
- Accidentes en cadena.
Pero también es importante recordar que una velocidad demasiado baja en ruta puede resultar peligrosa, ya que altera el flujo vehicular y genera maniobras imprevistas. La clave está en adaptar la velocidad al contexto: al estado de la vía, al tránsito, a las condiciones climáticas y, sobre todo, a cómo se siente el conductor.
Un principio físico ayuda a comprenderlo: a medida que aumenta la velocidad, los vehículos pierden peso aparente. Por ejemplo, un automóvil liviano a cien kilómetros por hora tiene una adherencia mínima al suelo. Si un objeto ejerce una fuerza mínima al cruzarse en su trayectoria, puede provocar un vuelco o colisión.
En el caso de las motocicletas, el riesgo es aún mayor: son livianas, alcanzan altas velocidades y carecen de protección estructural. Cuando se produce un choque, el cuerpo humano se convierte en el paragolpes. Por eso, los siniestros en moto son los más graves y frecuentes.

Prevención y conciencia
La prevención comienza con la responsabilidad individual. Algunas recomendaciones básicas para reducir el riesgo son:
- Realizar revisiones visuales periódicas.
- Usar lentes correctivos adecuados para conducir.
- Reducir la velocidad en zonas oscuras o con mal tiempo.
- Mantener distancia de seguridad con otros vehículos.
- Evitar distracciones, especialmente el uso del celular.
En ciudades como Salto, donde los recorridos diarios suelen repetirse, muchos conductores caen en la rutina. Conducen confiados porque “ya conocen el camino”, lo que genera una peligrosa falsa sensación de seguridad. Esa confianza excesiva reduce la concentración y aumenta las probabilidades de accidente.
Factores sociales que provocan accidentes
Los factores sociales también tienen un peso importante. La cultura vial, la educación, las condiciones económicas y las actitudes institucionales moldean la forma en que las personas se comportan en la carretera.
- Cultura y comportamiento vial: La imprudencia y la falta de respeto por las normas son causas frecuentes.
- Educación y conciencia: La carencia de educación vial genera comportamientos de riesgo.
- Alcohol y drogas: Alteran la coordinación, el juicio y la reacción, siendo una de las mayores causas de siniestros.
- Condiciones socioeconómicas: El mantenimiento deficiente de los vehículos, muchas veces por falta de recursos, también influye.
- Cumplimiento de normas: La impunidad o la falta de controles refuerzan conductas irresponsables.
- Demografía: Jóvenes inexpertos y adultos mayores son grupos particularmente vulnerables.
Abordar estos factores sociales es esencial para mejorar la seguridad vial. Una sociedad que educa, controla y da el ejemplo en el tránsito, reduce accidentes y salva vidas.
Teoría de la Doble “V”: visión y velocidad
La Teoría de la Doble V resume la esencia de todos los accidentes de tránsito: siempre están presentes la visión o la velocidad, y en muchos casos ambas.
Si no veo bien, no sé qué hacer. Si voy demasiado rápido, no tengo tiempo de reaccionar. Cuando se combinan ambos factores, el resultado es inevitable.
A mayor velocidad, menor visión: el campo visual se estrecha, y la mente no alcanza a procesar toda la información. Por eso, reducir la velocidad apenas diez kilómetros por hora puede marcar la diferencia entre la vida y la muerte.
Conducir no es solo moverse; es interpretar el entorno, anticipar, decidir y respetar. La visión y la velocidad son las dos “V” que debemos mantener en equilibrio.
Reflexión final
Cada vez que te sientes al volante, recordá estas dos palabras: ver y velocidad. Si controlás ambas, vas a reducir drásticamente el riesgo de accidente y vas a demostrar respeto por tu vida y por la de los demás.
Si querés saber cómo es una sociedad, mirá cómo conduce.
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