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Sus versos son magia pura

Horacio Ferrer, “un ángel que cayó del cielo en una noche de tango”

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Diario EL PUEBLO digital
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Hoy, lunes 2 de junio de 2025 se cumplen 92 años del nacimiento de Horacio Ferrer. (Horacio Ferrer (Montevideo, 2 de junio de 1933 – Buenos Aires, 21 de diciembre de 2014) fue un poeta, letrista de tangos, recitador, historiador y dramaturgo uruguayo, nacionalizado argentino. Su trayectoria y obra son fundamentales para entender la evolución del tango en el siglo XX, especialmente por su colaboración con Astor Piazzolla).

EL SORTILEGIO DE MIS AÑOS MOZOS

«Cuando, de repente, de atrás de un árbol, me aparezco yo. Mezcla rara de penúltimo linyera y de primer polizón en el viaje a Venus: medio melón en la cabeza, las rayas de la camisa pintadas en la piel, dos medias suelas clavadas en los pies, y una banderita de taxi libre levantada en cada mano.».

“Balada para un loco”, que sacudón le dio a mi juventud!. La canción comienza con esa descripción surrealista y poética de un personaje excéntrico. Y sea donde la escuche, según pasan los años, y con todo respeto a cientos de interpretes, pero, en mi resuenan Amelita Baltar y el Polaco Goyeneche, llueven sus rostros sobre mi más que el de los propios autores.

Fue lo primero que escuché de Piazzola y Ferrer, y lo hice en un tiempo de una polémica, casi de guerra, donde mucho decían que eso no era tango, que era una ofensa al 2×4 y que las letras no tenían nada que ver con Buenos Aires y los arrabales.

Quedé en medio de la polémica, al principio del otro bando, porque yo escuchaba por las tardes, cuando estaba en la casa de mis padres, los programas que Cattani viejo escuchaba, de Carlos Gardel, del que ea fanático, y que llegaba admitir a Julio Sosa, pero como Carlitos, ninguno. A mi me gustaba el tango “que decía algo” y Gardel y Sosa, pero también Carlitos Roldán, Olga Delgrossi y Nina Miranda, vi a la orquesta de Donato Racciatti en Ferro Carril, una noche y me encantó. Con lo años fui aprendiendo la filosofia del tango y sus máximos creadores y cultores y cuando escuché a Zitarrosa cantar tango, ya no pedí más.

HORACIO, EL ALQUIMISTA

Horacio Ferrer fue un verdadero alquimista de las palabras, transformando el tango en poesía pura. Su colaboración con Astor Piazzolla nos dejó joyas que siguen emocionando a generaciones.

Uno de sus poemas, Ciudadela, refleja su estilo único, donde el lenguaje cotidiano se convierte en un canto melancólico y vibrante.

Es una hermosa evocación de la ciudad como un espacio de recuerdos, identidad y melancolía. «Será porque me acuné en tus pañalitos de humo, que si te dejo me nublo y sólo pienso en volver, treparme al alba y beber tu corazón de tumulto.»

En estos versos, Ferrer personifica la ciudad, convirtiéndola en un ser vivo que acoge, transforma y marca la vida de quienes la habitan. Su estilo poético, lleno de imágenes vibrantes y un ritmo tanguero, hace que sus palabras resuenen con una profunda nostalgia.

Chiquilín de Bachín es una obra maestra, con una letra profundamente emotiva. Habla de un niño que vende rosas en un boliche de Buenos Aires, reflejando la dureza de su vida con una poesía conmovedora. «Por las noches, cara sucia de angelito con bluyín, vende rosas por las mesas del boliche de Bachín.»

FERRER Y EL TANGO FUTURISTA

Horacio Ferrer fue un visionario del tango, un poeta que supo proyectar el género hacia el futuro sin perder su esencia rioplatense. Su estilo, lleno de imágenes surrealistas y un lenguaje inventivo, le dio al tango una nueva dimensión, más cercana a la poesía moderna y al teatro musical. Su mensaje del mañana sigue resonando hoy porque hablaba de la ciudad, de la bohemia, de los personajes marginales con una sensibilidad única. Obras como Balada para un loco y Chiquilín de Bachín no solo revolucionaron el tango, sino que también anticiparon una forma de narrar que sigue vigente en la música y la literatura contemporáneas.

Horacio nos enseñó que el tango no es solo nostalgia, sino también una forma de imaginar el futuro con poesía y emoción.

EL PUNTO DE UNIÓN DE ASTOR Y HORACIO

Astor Piazzolla y Horacio Ferrer se conocieron a fines de los años 60, en un momento en que el tango estaba en plena transformación. Su punto de unión fue la búsqueda de un tango nuevo, más experimental y poético, que rompiera con las estructuras tradicionales.

Su primera gran colaboración fue María de Buenos Aires en 1968, una «operita» que mezclaba tango, poesía y teatro. Luego siguieron obras icónicas donde Ferrer aportó su estilo surrealista y Piazzolla su revolucionaria música. Juntos lograron que el tango trascendiera sus límites y se convirtiera en una expresión artística más amplia y moderna.

Ferrer es reconocido por haber revolucionado el tango al inyectarle una nueva poética, despojándolo de la temática de la «queja plañidera» y dotándolo de dulzura y un toque de locura. Su estilo se caracterizó por la riqueza de imágenes, creando versos atemporales y vanguardistas que rompieron con la tradición.

Su encuentro con Astor Piazzolla en 1967 marcó un antes y un después en la historia del tango. Juntos crearon obras que fusionaron el tango con elementos del jazz y la música clásica, dando origen al «nuevo tango» o «tango de vanguardia».

Obras más destacadas:

Entre sus obras más emblemáticas se encuentran:

«María de Buenos Aires» (1968): Una operita de tango, considerada una de las obras cumbres de su colaboración con Piazzolla. Fue nominada a los premios Grammy.

«Balada para un loco» (1969): Uno de los tangos más famosos y reconocidos a nivel mundial, con música de Astor Piazzolla. Su letra innovadora y su melodía apasionada lo convirtieron en un himno del «nuevo tango».

«Chiquilín de Bachín»: Otro tango icónico, también con música de Piazzolla, que retrata la vida de un niño vendedor de rosas en Buenos Aires.

«Preludio para el año 3001»: Con Astor Piazzolla, una visión futurista y poética.

«La última grela»: También con música de Piazzolla, esta obra evoca la figura de una mujer en el mundo del tango.

«Juanito Laguna ayuda a su madre»: Tango con una fuerte carga social.

«Libertango»: Aunque principalmente instrumental, la letra de Ferrer acompañó algunas interpretaciones.

EL ESCRITOR, EL HISTORIADOR

Más allá de sus letras de tango, Horacio Ferrer fue un prolífico escritor e historiador. Entre sus libros se destacan:

«El tango, su historia y evolución» (1959): Una de sus primeras obras ensayísticas sobre el género.

«El Libro del Tango. Arte Popular de Buenos Aires» (1970 y 1980): Una monumental obra en tres tomos, considerada una referencia indispensable para cualquier estudioso del tango.

«Romancero canyengue» (1967): Una antología de sus poemas.

«Existir» (1996): Otro libro de poesía.

«La epopeya del tango cantado» (1998): En dos tomos, abordando la historia del tango a través de sus letras.

También escribió para teatro y concierto, como el «Oratorio Carlos Gardel» que realizó con Horacio Salgán.

La influencia de Horacio Ferrer en el tango es innegable. Su poesía, llena de imágenes surrealistas y un lenguaje renovado, trascendió las fronteras del tango para convertirse en parte de la literatura rioplatense.

Horacio Ferrer recibió numerosos reconocimientos a lo largo de su carrera, incluyendo el Premio Konex en dos ocasiones (1985 y 2005) y la distinción de Ciudadano Ilustre de Buenos Aires (1992) y Montevideo (2002). Sus cenizas fueron esparcidas en el Río de la Plata, uniendo simbólicamente las dos ciudades que marcaron su vida y su obra.

HORACIO Y SUS SABIAS PALABRAS EN LA MÚSICA DE ASTOR

Horacio Ferrer fue el poeta que le puso letras profundas y revolucionarias a muchas de las composiciones musicales de Astor Piazzolla. Su colaboración fue una de las más fructíferas y significativas en la historia del tango.

Ferrer no solo «le puso palabras», sino que creó un universo poético que complementaba y expandía la complejidad musical de Piazzolla. Sus letras se caracterizaban por el surrealismo y la vanguardia, la profundidad filosófica y existencial y por la riqueza de lenguaje.

La combinación de la música innovadora de Piazzolla y la poesía vanguardista de Ferrer dio como resultado obras que trascendieron el género y se convirtieron en clásicos universales, demostrando que las palabras pueden elevar y dar un nuevo significado a las melodías…

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