De este tema ya hemos hablado otras veces. De hecho, la semana pasada lo comentamos. Hoy hacemos algunas puntualizaciones más. Nos referimos a la situación de las cárceles uruguayas, situación a la que no titubeamos en calificar como penosa. Hablamos en general, por supuesto. Hay algunas que están mejores, otras peores, pero en general, el panorama es penoso. Seguramente habrá quienes puedan estar pensando: hay otras cosas más importantes para ocuparse y dedicarle la página de un diario; alguien podrá decirnos: ocúpense de una escuela, de un merendero o de un club, en vez de una cárcel. Bien, respetamos la opinión, pero las cárceles existen, no las podemos borrar, y también generan preocupación.

Por otro lado, no aceptamos que los políticos de turno, los de ahora y los de antes, «saquen cartel» como se dice popularmente, con el buen manejo que hacen de las cárceles, con el «gran trabajo que se está haciendo en rehabilitación», en el cuidado de los derechos humanos, o en «la preparación para la reinserción en la sociedad», y tantas frases más que se escuchan a diario, pero que en la realidad terminan siendo casi siempre solo eso, frases vacías, mientras que las cárceles de nuestro país han estado y siguen estando en situación desastrosa. Y de alguna manera, además, claro que también tenemos que preocuparnos y ocuparnos, porque al fin y al cabo, todo eso se mantiene con plata que es de todos, suya y mía, estimado lector.
La cárcel de Salto diríamos que «está bien», si la comparamos con otras. Igualmente hay superpoblación y otros problemas. Pero dentro de todo eso, estamos bien.
Fue concretamente el pasado martes que, a raíz de lo que había pasado días antes con un recluso en el ex Comcar, escribíamos textualmente: «En las últimas horas he mirado una y otra vez las fotos del recluso al que otros presos, en el COMCAR, tuvieron secuestrado casi dos meses, con violaciones y torturas de todo tipo, incluso falta de alimentación. Es tremendo, terrible, aunque no hay palabra que pueda describir a ese cuerpo ya casi sin forma que muestran las fotos. No hay palabras para catalogar la situación. Y conste que somos de quienes entendemos que un recluso debe recibir el peso de su condena, y nunca tener privilegios (que a veces lo tienen más que un ciudadano que no cometió delito alguno). Pero acá estamos hablando de otra cosa. Si estaba preso, estaba pagando su condena, que dicho sea de paso desconocemos los motivos. Pero además, hay algo elemental: la justicia por mano propia (en este caso manos de otros reclusos) legalmente no existe. Así el delito haya sido, imaginemos, algo tan atroz y repudiable como la violación a un niño, el castigo está escrito en las leyes y a eso hay que atenerse. Por otra parte, hay muchas interrogantes que surgen y que esperamos sean aclaradas. ¿Nadie se dio cuenta que faltaba un recluso en tantos días? ¿Qué pasa con los controles y revisiones? En caso que justo a la hora de un control el recluso estuviera en su celda y no secuestrado, ¿nadie advirtió el estado en que se encontraba? ¿Actuarán los defensores de los Derechos Humanos? ¿De qué manera? En fin, el problema de cárceles uruguayas es complejo, muy complejo aunque a veces se quiera pintar otra realidad. Porque cuando sale a la luz un caso como este, bien se puede sospechar que haya otros. Quienes cometieron tal atrocidad deben ser castigados, pero también deberían responder las autoridades, alguna al menos que se haga cargo».
Pues bien, ahora hay que agregar que algo se hizo: se removió al encargado de ese módulo. ¡Pero resulta que se lo pasó a encargado de otro! Es cierto, no es un chiste de mal gusto. Uno se pregunta con temor: ¿y ahí quedó todo? Porque se nos dice que la investigación continúa, pero tememos que sea una de las tantas cosas que después quedan en el olvido.
El propio Ministro Heber dijo que esto que pasó «es vergonzoso». Y claro que lo es. Y vergonzoso es también que la oposición política de este país quiera sacar rédito político de la situación, cuando fueron ellos mismos que estuvieron 15 años en el gobierno -no un año y medio como el gobierno actual- y las cárceles también eran un desastre, y cosas como estas también pasaban, ¿o no? Hay que ser sinceros (claro, sabemos que el fanatismo enceguece), pero si somos sinceros tenemos que recordar que requisas en las cárceles como las que se hicieron cuando asumió Larrañaga como Ministro, hacía mucho que no se hacían. ¿Se acuerda cuando nos mostraba la TV, hace unos meses, metros y metros de tela extendida donde arriba se ponían machetes, cuchillos, celulares, bebidas alcohólicas de fabricación casera, cortes carcelarios de todo tipo y tamaño, todo incautado en requisas? Entonces, algo está haciendo este gobierno. Criticamos duramente lo que pasó con este caso reciente en el ex Comcar, pero no olvidamos que el problema no es de ahora. Todo es política, es cierto, pero «hacer política partidaria» con estas cosas, no corresponde. (Es parecido a los que quieren hacer política con el hombre que se suicidó quemado en Plaza Independencia… ¿Acaso quedó pobre y en una situación desesperante y con problemas psiquiátricos desde marzo de 2020? No, y tampoco interesa ante la magnitud de la tragedia, entonces no está bien hacer política con algo tan triste).
Pero decíamos, las requisas ahora son algo habitual y eso sí está bien. Como está bien que existan nuevos programas de empleo y educación. No olvidemos además que la población carcelaria y los funcionarios fueron priorizados durante la emergencia sanitaria, se evitaron más brotes de Covid que hubieran sido catastróficos; eso se hizo bien. No podemos olvidar que a pocos meses de haber asumido el Ministro Larrañaga, ordenó el cierre de varios «calabozos inhumanos» en el Penal de Libertad, algo que fue considerado «un avance para los derechos humanos». Y esas condiciones humanas que había en las cárceles, ¿en qué gobierno ocurrían? En el anterior, entonces, hacer política con esto no y mil veces no.
No aspiramos con estas líneas a defender a este gobierno, evidentemente le falta mucho por hacer, mucho…Este preso torturado es un ejemplo de lo mucho que falta. Pero digamos las cosas completas y ampliemos el razonamiento: no se puede solucionar en un año y medio lo que no se pudo en quince. Chocó mucho este caso, reiteramos: al mirar las fotos, cuesta creer, pero tampoco debe sorprender demasiado. Hace más de 10 años los organismos internacionales denuncian la violación de los derechos humanos en las cárceles uruguayas. Hace años que el número de muertes en las cárceles no para de crecer. El hacinamiento es un problema viejo. Los políticos de la oposición, muchos de los que ahora nos quieren hacer creer que antes todo funcionaba bien, ¿se olvidan que en 2018 un preso se llegó a comer a su compañero de celda luego de matarlo? Es bueno buscar en Youtube un video que se llama «Estado de situación del sistema penitenciario del Uruguay – Junio 2020», son poco más de 11 minutos que muestran la situación de las cárceles cuando asume el gobierno actual: no se ven solo celdas inhumanas, se ve por ejemplo que en el Penal de Libertad había 23 celdas sin luz, sin agua, sin baño y sin cama, y en la cárcel de Santiago Vázquez eran 24 las celdas en esas condiciones…
Señores, ¿es coherente, es razonable querer hacer política con esto? No, no lo es. Más bien sería una cuestión de hipocresía.
Contratapa por Jorge Pignataro