
En una época en que el tiempo y la paciencia no son moneda corriente, cuando todo se compra hecho y “es para ayer”, resulta alentador encontrar personas amantes de actividades placenteras aunque poco remunerativas. Resulta alentador además ver familias unidas y entusiasmadas con estas actividades, dándole valor al pasado como forma de transmitirnos conocimientos que hoy, en medio de tanta locura por sobrevivir, dejamos pasar.
Construir barcos de guerra y aviones a escala parece cosa sencilla, pero detrás se esconde un mundo que nos transporta a cielos y mares de otras épocas. Tal es la tarea a la que se dedican los protagonistas de este informe dominical, en la que nos sumergimos con entusiasmo.
Aprender a volar
Mirar el cielo e intentar llegar a él de infinitas maneras ha sido siempre uno de los más grandes deseos del ser humano. Fabricar los elementos necesarios para cumplirlo, fue tarea ininterrumpida. Ver las propias creaciones remontando vuelo, es experimentar la satisfacción del logro personal.
Decir aeromodelismo en nuestra ciudad es relacionarlo con Eduardo “Lalo” Simoes, salteño amante de los aviones desde sus primeros años de vida. A los doce comenzó a hacer los primeros intentos de fabricar aviones en forma totalmente autodidacta. “En esa época yo lloraba para ir al Anglo, no quería ir, pero tuve que aprender porque la gran mayoría de las publicaciones se conseguían en francés y en inglés”, contó entusiasmado.
LOS COMIENZOS
Desde chico ya le gustaban los aviones. Como no pudo entrar al Liceo Militar, siguió aumentando sus conocimientos en forma personal. “Cuando tenía 16 o 17 años vino un compañero de Montevideo, Eduardo Lorenzo. Era profesor de Dibujo en Enseñanza Secundaria. Ahí comenzamos a competir internacionalmente”.
Lorenzo se dedicó mucho a la competencia, pero Eduardo tenía más diversidad en aeromodelismo. “Empecé con U control, seguí con vuelo libre que fue lo que me llevó a competir a los Juegos Rioplatenses”, manifestó.
CENTRO DE AVIACIÓN SALTO
Toda la actividad de Lalo estuvo radicada siempre en el Centro de Aviación Salto. “Con el Centro de Aviación tuvimos muchísimas satisfacciones. Siempre nos apoyó. Incluso en la época de la dictadura, cuando algunas cosas eran tan estrictas en la parte militar, los aeromodelistas no podemos decir nada porque siempre nos apoyaron, nos dejaron entrar al aeropuerto.
El Centro de Aviación Salto tuvo una destacada actuación en aeromodelismo a lo largo de los últimos 40 años. “Fue uno de los integrantes de más peso de la Federación Nacional. Incluso hay en el Centro de Aviación un trofeo ganado por los salteños”.
CON QUÉ SE CONFECCIONAN
Normalmente los aviones tienen que ser lo más livianos posible. Los más pequeños se hacen en madera balsa, pero esta cada día es más escasa. La madera balsa proviene de un árbol que en un principio solamente nacía y se criaba en una zona precordillerana de Ecuador y en una zona de la India. Pero el peso de la madera balsa de Ecuador tiene una diferencia abismal con la de la India, y es en el primero de los lugares donde este árbol crece muy rápido.
TIPOS Y CATEGORÍAS DE AVIONES
Lalo puso en nuestras manos un pequeño avión de color amarillo para que le tomáramos el peso. “Este avioncito pesa 8 grs. y es capaz de volar 50 segundos en interiores –dijo-. Tuvimos un campeonato y los compañeros no tenían tiempo de preparar un avión y yo hice este rápidamente. Lo tengo de recuerdo porque competí con él en el año 1971. Este otro se llama entrenador –indicó Simoes-; este, semiescala. Para que fuera escala tendría que tener otro recubrimiento. Estemodelismo, no de un avión en escala. El avión en escala, hasta la tela se hace semejante al verdadero.
Hay cuatro categorías de aviones: los modelos de interior (como el de 8 grs. que vimos anteriormente). Los U control o vuelo circular; son unos avioncitos un poco más chicos que este y vuelan agarrados de dos cables de acero de 18 mts., entonces giran siempre. Es una forma de hacer aeromodelismo más bien para jóvenes, porque una persona mayor es muy difícil que pueda hacerlo porque le faltan los reflejos. Los aviones vuelan a más de 100 kms. por hora en cables de 18 mts. y, lo más bajo que van, es a un metro del suelo. Los brasileros son muy buenos en eso, son campeones sudamericanos y tienen participación en los mundiales. Son chiquilines de 15 o 16 años.
La tercera forma de aeromodelismo es el radiocontrol. Varían de tamaño, desde chiquitos en espuma plast a aviones de cualquier tamaño.
La cuarta categoría se llama aviones de vuelo libre, vuelan solos y hay varias categorías”.
Eduardo siempre compitió en planeadores y su compañero en wakefield. Estos últimos son planeadores que, al salir de la mano, toman altura llevados por una hélice que es movida por una goma especial, enrollada. Es la categoría más difícil y de más alto nivel técnico. “Los capos en esta modalidad son los rusos, desde los tiempos de la Unión Soviética”, señaló.
También vienen aviones en kits prearmados, pero son más selectivos. Son los de radio, que vienen también a escala, pero con la cola despegada y las ruedas por otro lado. “Lo único que uno hace es montar todo y salir a volar, explicó. Los más baratos son los procedentes de Vietnam, aunque también vienen de China. Usan la madera balsa de la India, pero la mejor es la ecuatoriana. Ahora han hecho plantaciones en Centroamérica, pero es un árbol que tiene características únicas. Si uno mira bien se alcanza a ver unos puntitos: son cañitos, porque la madera es agujereada, tiene aire. Eso le da mucha liviandad. Acá lo más semejante que hay es el ceibo, pero el ceibo tiene mucha fibra.
CÓMO TRABAJA
Últimamente la gente encargaba los kits de la China, “pero después hay que montarles la electrónica, que son los motorcitos que lleva adentro para los movimientos del avión. Hay clientes que les gusta un determinado avión, lo quieren rápidamente, y en término de 25 a 30 días lo tienen acá. Pero el proceso no termina ahí: hay que pegarlos y ponerles el motor. Luego hay que montar la electrónica y contrapesar, porque el avión tiene un balance, incluso el verdadero; si no tiene ese balance, no vuela. Esa parte la hago yo porque tengo una experiencia de más de 40 años y he hecho cientos de aviones. Entonces, el cliente trae la caja, le armo el avión y generalmente, primero se lo vuelo yo. Una vez puesto en vuelo el avión, hay que centrarlo. Después, el cliente disfruta de su modelo pronto”.
LOS MATERIALES
Simoes relató que en Salto, en una época hubo una casa de aeromodelismo “pero cuando yo era botija, la única que había era en Concordia.
¡Era tan distinta la vida antes! En aquel tiempo había Prefectura pero no había control. Teníamos 15 años y nos hacíamos la pelada al liceo y nos íbamos a Concordia en lancha. Había una cigarrería a media cuadra de la plaza principal; el hombre era aficionado al aeromodelismo y traía material. Yo me compraba las piezas en madera balsa, que eran muy baratas, para armar los aviones”.
EL TÉ DE MANZANARES
Rememoró también las épocas de Manzanares, comercio que vendía té de Ceilán: “Venía en cajas de madera compensada de mala calidad, pero los bordes de toda la caja eran varillas gruesas de madera de balsa; entonces pedíamos los cajones y usábamos esa madera para los largueros. En aquel tiempo tampoco había espuma plast. Después empezamos a conseguir con parientes y amigos, encargábamos las cosas a Buenos Aires y nos mandaban por correo. Fue una época muy quijotesca”.
27 VECES
“A los 14 años, iba con otros muchachos y el Prof. Dardo Sena a las cachuelas de San Antonio. Tenía la obligación de hacer volar un avión. Recién el avión número 27 voló, y ahí descubrí una cosa gracias a Sena: si no está el centro de gravedad donde está diseñado en el avión, no vuela. ¡A mí me costó 27 aviones descubrir que tenían centro de gravedad! Fue una época en la que trabajé como un loco. Papá se levantaba y me decía: “¡Apagá esa luz que tenés que ir al liceo!”, porque yo me quedaba haciendo aeromodelismo y a veces iba sin dormir”.
El arte del modelismo naval
Giorgio Munisso es modelista naval, arte que desarrolla como hobby en sus tiempos libres. «Este tipo de modelismo es un arte, es más profundo, no es solo pegar maderitas sino que hay que investigar mucho», explicó.
Giorgio tiene 30 años y trabaja en la oficina técnica de una empresa constructora del medio. Combina su amor por la carpintería con sus estudios de ingeniería y el trabajo manual. «Nunca realicé modelismo naval como trabajo, si bien he vendido algún barco. Así como hay gente que le gusta pintar cuadros, a mí me gusta esto», manifestó.
Este hobby comenzó en la infancia, con la curiosidad de saber cómo eran los barcos por dentro. Luego fue formalizando cada vez más y buscando la forma de construirlos. Siempre fue autodidacta, hasta que un día encontró un libro viejísimo de su abuelo, que trabajó en los astilleros salteños. «No tenía fotos pero explicaba a grandes rasgos cómo se hacía. Mi sorpresa fue ver que lo que yo había desarrollado durante esos años era lo mismo que tenía el libro». Luego, con Internet y la posibilidad de contactarse con otros, fue intercambiando información, planos y libros.
El «Le Coureur»
Giorgio realiza modelismo en la rama naval de arsenal. Desde hace seis años se encuentra abocado a la tarea de reproducir el «Le Coureur», barco enviado por el rey de Francia a Estados Unidos para ayudar en la lucha contra Inglaterra en la época de la revolución.

Este es el primer barco que realiza en esta modalidad, «entonces me está llevando mucho tiempo porque estoy aprendiendo también. El barco en sí no es difícil, pero tiene muchos detalles. Es un trabajo relajante», señaló.
«Me leí libros y libros para saber cómo era el ambiente de la época. Esta tarea lleva mucho tiempo de investigación, porque no es lo mismo un barco inglés que un holandés o un español. Cada una de las naciones tenía distintas técnicas, formas y proporciones para hacer los barcos. Esa es la otra parte apasionante: buscar toda esa información, además de la que se intercambia con otros».
El barco se está realizando totalmente a escala. Los encastres de las maderas son los mismos que se hacían en la época. Las puertas, las ventanas, los muebles, están hechos igual que los del original. La decoración era muy importante para todo. La madera usada es de árboles frutales, particularmente ciruelo, manzano y peral, que son las mejores maderas y son las mismas que usaban los artesanos de aquella época para las muestras.
«Este trabajo necesita mucho estudio y lectura de planos. Hoy por hoy es fácil conseguir las monografías. También hay que conocer las técnicas de construcción, porque las piezas del barco no son inventadas: cumplen una función y se construyen de la misma forma que los verdaderos, pero en escala», dijo el modelista.

