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martes, 3 de junio de 2025
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Francisco Blardoni, constructor jubilado, político activo

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Salto no tiene techo, tiene todo para estar brillando y no estar donde está”

En una experiencia inédita, la fórmula a la Intendencia presentada por el Partido Nacional a la Coalición Republicana terminó triunfando el pasado 11 de mayo. En la misma se encontraba Francisco Blardoni como primer suplente del Intendente Electo Carlos Albisu. Repasemos algunos aspectos de su vida, pasado, presente y sobre todo, de su futuro.

1. ¿Cómo fueron esos primeros años de su vida?

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– Nací y me crie siempre en el Cerro, Camino del Éxodo 1761, ahí nací y viví hasta el día que me casé y cambié de domicilio. Los recuerdos son de una niñez alegre, del microcine de barrio, que estaba a la vuelta en el almacén de Gómez. En la barra éramos 10 o 12 que jugábamos al baby fútbol, íbamos juntos a la escuela, compartíamos un montón de cosas, y desde que llegaba de la escuela, y hasta que nos llamaban nuestras madres, seguíamos jugando. Fui a la Escuela 64, la Escuela España hoy, después pasé al Liceo Piloto.

2. Cuénteme algo de sus padres.

– Mi padre era carpintero de obra blanca y mi madre ama de casa. Los valores que uno tiene me los inculcaron ellos. Mi padre con su carpintería, me acuerdo clarito, era una vida muy estructurada en el sentido de decir, se levantaba, tomaba mate con mi madre, se iba a trabajar, volvía a mediodía, el informativo de Radio Salto era sagrado, no se podía hacer nada, había que escuchar, no volaba una mosca, y después se iba a trabajar de tarde, y a las 7 seguro que estaban en casa de vuelta. Me marcó cuando en 1° de liceo, tenía 13 años, me dijo, “¿vas de tarde o de mañana?”, “como sea, el resto de las horas al taller”, creo que pasé un mes y pico sentadito, no iba a hacer nada, lo iba a cansar y me iba a decir, ándate. Pero no le gané, entonces me dije que tendría que aprender algo, y aprendí carpintería.

3. ¿Cómo ha sido la relación con su hermana?

– Tengo una hermana mayor, Alicia. Fue bien, sin ningún problema, simplemente que mi hermana me lleva 7 años de diferencia, hace que uno no esté en lo mismo, cuando ella tenía sus amigas, yo recién andaba jugando, cuando ella ya encausó su vida, yo recién arrancaba en otras cosas.

4. ¿Llega el momento de la empresa?

– Es justo cuando empieza Salto Grande. La verdad que había unos chisporroteos con el socio de mi padre, Nogués. Mi viejo me dice, “mirá, se me fue mucha gente, preciso que me des una mano en la herrería”. Allá fui de encargado de la herrería, y claro, mucha gente se fue a Salto Grande. Mi padre empezó a hablar con Nogués para liquidar la sociedad. Seis meses estuvieron discutiendo y un día me llamó, de tardecita, me dice, “mirá, tomé una decisión. No hay arreglo, voy a poner una bandera de remate y que se remate todo. Tu hermana ya está casada, le voy a regalar la casa donde vive y se arreglarán. Elegí la carrera que quieras que te banco”. Entonces le dije, “vos sos el dueño, pero creo que estás equivocado”. Me dice, “¿y vos pensás que sos el que puede arreglar esto?” Claro, yo era el que tenía que arreglarlo. Había dos mediadores, Walter Piastri del Revoltijo por mi padre y Guido Migliaro por Nogués. Yo los conocía a ambos. Fui a la casa de Walter. “Mi viejo me dice esto, esto y esto”. Dice, “mirá, él está emperrado, como no quiere deber, pero está todo arreglado. Nogués se lleva un camión, se le paga con un crédito industrial que está autorizado por el Banco República y 24 cuotas de, creo que mil dólares, que se paga perfectamente”. “¿Usted está seguro?” Sí. Bueno, entonces le digo, “¿usted me da una mano?” “Sí, dale tranquilo”. Ahí fui y le dije a Nogués, “mañana liquidamos todo, firmamos”. Y al otro día fue Nogués temprano, se firmó todo y ahí arrancó. Se inscribió la sociedad, como yo era menor no pude integrarla. Empezó la actividad el 20 de abril de 1977. Teníamos 20 empleados. Fui a hablar con Don Salvador Matto, que me dijo, “no preciso nada, pero decime cuánto es, te doy la plata y haceme 20 portones para las estancias”. Así arrancamos.

5. El dicho dice que pasa mucha agua bajo el puente, en su caso pasó mucho cemento. ¿Qué le dejó todos estos años, ahora que se jubiló?

– De todo, a ver. Seguí la empresa de mi padre. En octubre yo compré un camión nuevo y mi viejo casi me mata, porque dijo que me iba a fundir. Entonces le dije, “¿pero en qué quedamos? No manejaba yo?”. “Está bien”. Fue a lo Maccio y le dijo, “hágale un poder que él maneje todo”. Y el 30 de octubre de 1980 fundo la constructora, y ahí empecé.

6. ¿En qué momento llega la política a su vida?

– Siempre estuve vinculado. Luis María Leglise un día me invitó a participar, pero yo no le podía dar el tiempo porque la empresa era todos los días y siempre estaba fuera de Salto. Le daba una mano más bien en la parte logística o algún tema muy puntual. Siempre pensé que tal vez hubiese tenido que empezar por la diputación y no por la intendencia, pero siempre me considere algo ejecutivo. Además creía que tenía que devolverle algo a Salto, porque todo lo que había logrado lo hice acá. Intervine en la elección anterior que fui candidato a intendente del Partido Nacional. Yo había dicho que probaba una vez y se terminaba. Y luego vino Botana, el mismo Partido Nacional, a decirme que había que darle una mano al partido, que tiene que haber más opciones. Y, bueno, terminamos en este presente de hoy.

7. ¿Esperaba llegar al gobierno de esta manera?

– No, la verdad es que por eso me había postulado, porque creía que tenía las ideas claras y era parte de la solución para Salto. Pero claro, una vez que estás adentro y ves la estructura, te das cuenta que se necesita tiempo. Capaz precisábamos 10 años. Uno se da cuenta cuando la gente más te conoce de un periodo al otro. Pero Salto es grande, entonces no es tan fácil llegar a todos lados.

8. Uno no sabe si el principal problema está afuera o adentro de la intendencia. Cuando digo afuera, digo la ciudad, el departamento. Y cuando me refiero a adentro, como que hay que poner la casa en orden, pese a que ya definió que no irá a la Dirección de Obras. ¿En qué lugar se ve dando una mano en el Ejecutivo?

– Ni me puse a pensar. Cuando dije no a Obras, es porque no me veo en una función específica en eso, porque me conozco y soy el primero en llegar y el último en irme. Y voy a estar dándole muchísimo más horas que es lo que creo que ni siquiera el cuerpo me debe aguantar ahora. Por eso no quisiera encasillarme. Poner gente ahí, dirigirla. Eso sí, asesorando a gente que es el que va a estar ejecutando eso. Porque de repente, hay alguien que sabe técnicamente cómo arreglar una calle, llamémosle ingeniero vial, pero de repente no conoce ni sabe de los rendimientos de los equipos, y al cabo de tiempo he aprendido a formar, rotar equipos. Y algo que vengo hablando hace mucho tiempo, que para que la intendencia sea eficiente va a tener que tener un premio económico, que es la manera de involucrar a la gente para salir adelante, porque a ver, si seguimos haciendo lo mismo, el resultado va a ser igual.

9. Bueno, la vida a veces se le hace mucho cuesta arriba si está solo, pero si está acompañado por una familia se le hace más fácil todo. Y en toda esta carrera política lo vi siempre muy acompañado por la familia. ¿Qué es la familia para usted?

– Bueno, lo es todo, es el apoyo, está en las buenas y en las malas, en todo momento. En mi primera candidatura, la familia entendió que tenía que darle una mano a Salto. En la segunda ya no lo entendió, porque creyeron que ya se había terminado. Pero tengo claro que Salto sigue necesitando de una mano, y al final la familia terminó entendiendo. Estaban todos conmigo en la doblada de listas, en la repartida, en el trabajo, anduvieron todos trabajando.

10. La última palabra es suya.

– Quiero que Salto recupere el esplendor que le conocí. Como mucha gente me decía, que recuerda una semana de turismo que fue esplendorosa en Salto. No había lugar, se pedían casas de familia para alojar gente. A ver, ese Salto pujante, tenaz, con fuerza, como lo decían los números, el PBI del interior siempre lo peleábamos con Maldonado, ahí estábamos tercero, cuarto, hoy estamos 17. Queremos que sea una ciudad de infraestructura cómoda y ágil, que recuperemos el esplendor de las termas, Daymán y Arapey, que son diferentes, pero que cada una tiene su componente. Que la gente pueda disfrutar y vivir dignamente de su trabajo eligiendo dónde vivir, qué comer, dónde criar a sus hijos y cómo criarlos, que eso hoy está muy limitado. Si bien no es una función de la Intendencia, tenemos la llave para allanar esos caminos e ir de a poco creciendo. Entonces, que Salto vuelva a renacer, no tiene techo, sobre todo por la posición geográfica que ocupamos. Por la misma gente, tiene todo para estar brillando y no estar donde está.

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