Javier Roibás Veiga – Montevideo, 4 feb (EFE).
El Desfile de Llamadas, el apogeo del Carnaval uruguayo, considerado el más largo del mundo, volvió a llenar de luz, música y fantasía la ciudad de Montevideo, donde este jueves miles de personas celebraron los 60 años de la oficialidad de esta fiesta con esencia africana que se vive a ritmo de candombe.
Los tambores, las bailarinas y los personajes tradicionales de las comparsas de negros y ‘lubolos’ -blancos que se pintan de negros- como la ‘mama vieja’, el ‘gramillero’ y el ‘escobillero’, desfilaron por los barrios Sur y Palermo de la capital al son del folclore uruguayo que llegó al país con los esclavos africanos.
«En la misma época en la que existía la esclavitud, hasta la época de la colonia, la comunidad negra encontraba la forma de expresar su identidad, el rechazo a la esclavitud, era una forma de resistencia, (…) de disfrazar a sus dioses pese a la obligación de ser católicos», explicó a Efe el intendente de Montevideo, Daniel Martínez.
Antes del comienzo de los desfiles, que congregaron a miles de uruguayos en los márgenes de las estrechas calles por las que transcurre la fiesta cumbre de su Carnaval, el regidor de la capital destapó una placa en conmemoración por las seis décadas desde que la celebración se hizo oficial.
«Son 60 años desde que todo el pueblo uruguayo las reconoció como fiestas oficiales y se han convertido en una verdadera expresión de cultura popular uruguaya», aseguró Martínez, que señaló que el candombe se ha transformado «en una forma de identidad nacional».
Al ritmo de esta percusión, las comparsas desfilan siguiendo una misma estructura.
En primer lugar aparecen los portaestandartes con las banderas -así como con otros elementos como lunas o estrellas- que representan los colores que identifican a cada comparsa.
Acto seguido, la exuberancia asoma en su máximo esplendor plasmada en los cuerpos de las bailarinas que, al ritmo del candombe que llena el lugar y vestidas de fantasía, agitan sus cuerpos para deleite del público que abarrota las gradas dispuestas en los márgenes de la calle en una coreografía ensayada durante meses.
La tradición y la veteranía suceden a la sensualidad de las vedettes con las figuras típicas de las comparsas de negros y ‘lubolos’.
Las ‘mama viejas’ representan a las antiguas amas de llaves del Uruguay colonial y están acompañadas por los ‘gramilleros’ -una especie de curandero que gusta de las mujeres jóvenes pero que es reprendido por la ‘mama vieja’- y los ‘escobilleros’, que hacen malabares con su escoba.
Las comparsas las cierran los tamborileros, que son los que marcan el ritmo de los bailes y de los festejos al son del candombe.
Además, también participan de los festejos las reinas del carnaval, que en una noche calurosa de verano austral como la de hoy lucieron orgullosas las bandas que las identifica como tal. Las agrupaciones compiten por el premio a la mejor «Llamada», aunque también se otorgan galardones a los personajes más destacados.
Las comparsas recorrieron la calle de Isla de Flores, que se considera como la avenida más destacada de Montevideo en lo que se refiere al folclore afrouruguayo y que enlaza los barrios Sur y Palermo, muy próximos al extenso paseo que bordea la ciudad a orillas del Río de la Plata.
En estas zonas, tradicionalmente habitadas por afrodescendientes -que el intendente Martínez estimó en torno al 10 % de la población del país, de 3,3 millones de habitantes- aparecieron las primeras comparsas.