Decir que siempre hubo abusos y que pretender atribuir estos abusos a la Ley de Urgente Consideración (LUC) es una suerte de justificación de estos excesos. Una especie de “explicación” y de aceptación como si esto fuera “normal” en el país.
Es lo que no podemos entender. Que siempre hubo abusos, es un hecho, pero nos gustaría escuchar condenarlos con la más enérgica determinación, más que “explicarlos” y aceptarlos como algo normal.
Pretender señalar que la LUC no tiene ni tendrá incidencia en este sentido es hacer la que se atribuye al ñandú (aunque gente de campo nos ha afirmado que nunca fue testigo de esta acción), es decir, esconder la cabeza bajo tierra y dejar todo el cuerpo sobre la misma. La traducción de esto es “si no veo no sucede”.
Nos gustaría que todo el esfuerzo estuviera dirigido a impedir estos abusos y no a justificarlos de alguna manera.
No nos estamos refiriendo a los operativos que se llevan adelante contra gente que está fuera de la ley, sino a los abusadores que la emprenden contra gente que considera con “aspecto delictivo”. ¿Quién define esto?
Debe saberse que por experiencia uno de los aspectos que más gustan de mostrar los adolescentes – equivocados o no – en su rebeldía es precisamente el de vestirse o de peinarse en forma totalmente llamativa.
De allí a considerarlos delincuentes, hay una distancia enorme. No podemos ocultar el hecho de la radicalización de posiciones con respecto al referendo del
próximo 27 de marzo. Pero lo que vemos es un fanatismo exagerado. No vemos condenar con energía todo abuso, toda acción fuera de lo que dispone de la ley, sino más bien una suerte de velada justificación.
No tenemos empacho en decir que nada tenemos que decir contra la autorización a la policía de exigir identificación a las personas, siempre y cuando se lo haga en forma correcta, porque en definitiva se supone que quienes han sido preparados profesionalmente para lidiar con la protesta y la rebeldía de las personas son precisamente los policías.
Transformar estos hechos alguna forma de protesta o alguna palabra soez en delito, es a todas luces una exageración.
Decir que votando determinada opción se fomentaría la inseguridad o el temor y votando lo contrario significa optar por la seguridad, es a nuestro entender totalmente errado y ojalá nos equivoquemos.
Alberto Rodríguez Díaz