LA GRANJA AL DÍA
Lejos de pensar en jubilarse, una pareja compró un campo y desarrolló un emprendimiento, que ya lleva dos décadas y hoy es el legado para sus hijos. “Mi mamá y mi papá nunca bajaron los brazos. Primero, por el amor que se tienen entre ellos, por los buenos padres que son, porque heredaron de mis nonos la crianza del sacrificio y el esfuerzo, por superarse”, dice Martín Basso, quien va repasando la historia que los llevó, pisando los 50, a invertir sus ahorros en algo tangible, luego del estallido social del 2001.
Roberto, ingeniero químico, y Graciela, docente de nivel inicial y directora de jardín, después del corralito, adquirieron un campo de 60 hectáreas en la localidad de Mercedes, a una hora de su casa de Moreno. Pero no fue hasta el año siguiente que se animarían a plantar una hectárea de pecán como prueba piloto, sin conocimiento ni experiencia, aunque sí muchas ganas de que funcionara. “Fue una aventura. Todos colaboramos”, recuerda el productor, quien en ese momento tenía 15 años y estudiaba en una escuela agrotécnica.

Plantar la semilla y verla reproducirse
Los fines de semana, la pareja y sus cuatro hijos tenían ahora tareas agrarias por delante, que incluían regar, podar y fertilizar. En los inicios no contaban con infraestructura y empezaron con una mortandad arriba del 20%, pero no abandonaron.
Mientras cerca se murmuraba que “los Basso están locos”, ya concebían al pecán como “una jubilación garantizada”. Pasaron, entonces, a un lote de escala comercial y durante los primeros siete años siguieron manejando todo en familia, hasta que se incorporó Sebastián, el encargado, que hasta el día de hoy está en la plantación.
“Sufrimos muerte de plantas por deriva de productos químicos de los vecinos o por no saber elegir el tipo de suelo ideal para que el árbol se exprese en su máximo potencial”, recuerda Martín, y suma que las primeras cosechas se limpiaban a mano.
A raíz de lo tedioso que se les hacía el proceso, comenzaron a asistir a reuniones técnicas y capacitaciones, aprovechando también la difusión que empezaba a tener el cultivo. Finalmente, la plantación entró en producción y se fueron mecanizando: agregaron una limpiadora, una secadora, una vanadora (que saca la nuez vacía que no llenó, “como un bolillero”). En la mesa de inspección se retira lo que tenga daño externo.
Entre humedad y mesa, hoy tienen una merma de entre un 8 y un 12% del total, si bien llegan a producir de 1.500 a 2.100 kilos por hectárea, de las 14 hectáreas utilizadas. Cuenta Basso, recibido de ingeniero agrónomo, que el pecán fluctúa como las emociones (tiene años on -de alta productividad-, años off y años en los que se estabiliza) pero en su campo la alternancia no supera el 30% (pudiendo pasar de 26 a 18 toneladas), manejándolo con poda, fertilización y riego.
Un legado que continúa y sigue creciendo
Si bien hoy la escala es chica por los costos, Martín logró estabilizar los rendimientos y la calidad, pero también comercializar el 100% de la fruta, para no estar atados a la exportación.
Germán sumó herramientas desde los conceptos de seguridad e higiene, diferenciación dentro de los sectores de la nave industrial y el valor agregado con la elaboración del aceite que se hace con prensado en frío. Además, la torta desgrasada se muele para obtener la harina. Sin embargo, la pregunta era cómo dársela de probar a la gente.
La pandemia fue otro momento bisagra, ya que funcionó como el puntapié para repensar el sistema para romper la cáscara, que se hacía manualmente. Gracias al Instagram, se pusieron en contacto con la empresa dedicada a la fabricación de maquinaria para cosecha y post-cosecha de frutos secos DyFMA, ubicada en Villa María, Córdoba.
Ellos aceptaron el desafío de desarrollar la primera línea de procesamiento de nuez pecán pelada, que no existía en Argentina y que, asegura Martín, les dio una autonomía exponencial.

Pecanes cada día más cercanos
Otro cambio que vino con el mayor involucramiento de los hijos, fue evitar que todo lo que se cosechara se mandara a un pool de exportadores, ateniéndose a sus variaciones.
“El tema es que no te comas el verso de que no hay mercado interno”, sostiene Martín, para quien la lógica exportadora desfinancia al pequeño y mediando productor.
Con el fin de apuntar al consumidor final, registró la marca Pecanes Mercedinos. Con su novia Priscilla llevan adelante el e-commerce de la empresa, donde se puede adquirir la mejor calidad y precio de la nuez pelada y con cáscara, los aceites y alfajores, la harina, la nuez con chocolate y la nuez garrapiñada.
“Si vos la das a probar y buscás los lugares, la gente genera el hábito de consumo”, asegura Martín, para quien “el campo es un currículum”, ya que desde 2017 asesora plantaciones y tiene más de 50 campos por su trabajo de consultoría, junto a dos colaboradores. Para ello se capacita tanto a nivel nacional como en el exterior (principalmente en México) en desarrollo de industria, manejo de plantación y valor agregado. Entre 5 mil y 8 mil árboles por año es lo que se implanta entre la empresa familiar y la consultoría, de un perfil mediano o más grande. Además, a futuro quieren preparar el campo para recibir turismo y ofrecer cursos, incentivando al pequeño productor a aprovechar todo lo que le ofrece el pecán. “De eso sí se puede vivir”, asegura Martín, para quien es un cultivo agroecológico que llegó para quedarse. (Fuente: en base a Clarín Rural– RA)

Mercado. Ahora, informamos sobre la comercialización, desde los informes de Precios Mayoristas de la Unidad Agroalimentaria Metropolitana, a saber:
Jueves 22 de Agosto del 2024: La actividad de la jornada se caracterizó por una baja concurrencia de público comprador y también de expectativas de ventas para el fin de semana, debido al mal tiempo reinante en estos días y la proximidad del fin de mes, según indicaron informantes calificados de la plaza. Con respecto al último relevamiento de precios se registraron descensos en los valores de referencia de morrón Rojo, zucchini, nabo, lechugas, brócoli, apio Hoja, mandarina y frutilla. Se verificaron incrementos en tomate Cherry y Redondo, morrón Verde, pepino, calabacín y albahaca.
EMILIO GANCEDO