Quizás para tantos o para muchos, Qatar es un país demasiado lejano. O inexistente, con respecto a la historia del fútbol mundial. Sólo puede concebirse que desde hoy sea sede de la nueva edición de la máxima cita del universo del fútbol, a partir del poder económico, mientras que no faltarán quienes rescaten desde la memoria dolida, las cientos de vidas que costó la construcción de cada estadio.

Igualmente Qatar es un país con un sistema especial de vida y de decisiones gubernamentales, que prohíbe actitudes, iniciativas, costumbres, tan habituales-naturales en el mundo ocicidental. Quien asista desde hoy a Qatar, un estado arabe situado en el oeste de Asia, sabe que tiene que aceptar las normas o está a riesgo expuesto.
Detención o deportación sin más trámites.
Claves estas puntualizaciones a manera de introito desde EL PUEBLO, en tanto la pasión pretende nacer a pesar de esos pesares que hace al entorno. Hoy comienza lo que pretende convertirse en fiesta y pasión. Ojalá lo sea. Porque además, juega Uruguay (debuta el jueves), mientras Luis Suárez y Edison Cavani irán ensayando el adiós, tras acumular cuatro mundiales.
El 20 de noviembre finalmente llegó. Las selecciones de Qatar y Ecuador salen a escena a las 13 horas de nuestro país. Desde hoy el nombre de Qatar se inserta en la cotidianeidad del mundo. Hasta el 18 de diciembre, la pelota es la que manda, en este caso a despecho de las prohibiciones y los límites. Y en lo posible, que el embrujo de la pasión naciente no deje de escribir su propia y fermental historia.