
A quién no le pasó, siendo joven, lo de largarse a una aventura, y salirle a la vida con un grupo de amigos, con poca plata y muchos sueños. Para contar hazañas, recordar, el calor y/o el frío reinante, las mojaduras, pasar hambre, borracheras y reírse a carcajadas de lo vivido., A quién, no le pasó?.
Debo de decir que a nuestro grupo, la barra del barrio, la barra de pibes, la barra de siempre, la que ahora está un poquito gastada, pero tan loca como hace treinta años.
De todas las historias vividas quiero contarle la del gran empacho con un nombre raro…
Yo lo único que recuerdo de ese día son las santas palabras que repetía el doctor, “exceso de gadus morhua, exceso de gadus morhua…”
Y nosotros lo único que habíamos hecho era haber comido bacalao en los últimos días, de todas las formas posibles.
Es verdad, nosotros, como todos los uruguayos, comemos bacalao los viernes santos, y después olvídate, quedan los pedazos colgados, soltando olor en el galpón, para el año siguiente.
Una vez, cuando nos atalonamos por las playas de Rocha, en un verano y pescamos un cazón chicuelón nomás que una vez que realizamos el proceso de salazón, lo pusimos a secar en un árbol junto a la carpa.
Nosotros vendíamos chucherías, artesanías para turistas, que iban desde colgantes, medallones, pulseras, caravanitas, paersing, algo en cuero que hacíamos en invierno, y en el Este tirábamos el paño nomás y de eso víviamos…
Recuerdo que se nos fue el verano, los ahorros, los turistas y la plata para volver. Un día no nos quedó ni la galleta dura, todo marchó para la panza, y empezamos a mirar con cariño el bacalao que teníamos colgado.
Y lo empezamos hacer, en guiso, a las brasas, con porotos, tipo paella. Pedíamos verduras picadas (pasadas de maduras) en los mercados o en las quintas del otro lado de la ruta, y así estábamos meta bacalao. Fue tanto que le dimos y le dimos, que no quedó nada, es decir, nosotros hinchados, sin fuerzas para caminar. Un pescador que andaba en la vuelta, que había tomado mucho mate con epilobio, de pronto se bajó de su chalana y se vino detrás del médanos donde teníamos la carpa y descargó lo que tenía que descargar, cuando se dio cuenta, nos vio a nosotros gimiendo y sobándonos la pancita al unísono….
Se dio cuenta que estábamos mal y mandó al hijo para que viniera una ambulancia de la Clínica…
El doctor nos preguntó que comimos en los últimos días…El menú fue bacalao de todas maneras…y fue ahí que escuchamos por primera vez la famosa frase, “exceso de gadus morhua”.
El Tilo le dijo: “Mire que lo único que comimos fue bacalao, eso otro que usted dice, ni ahí….
– El nombre del bacalao es gadus morhua…
– Lo tienen a todos registrados entonces?
– Es lo que pasa con la ciencia, siempre anota…
– Lo que soy yo, no como mas bacalao por el resto de mi vida…
– Y yo ni por el resto, ni por el principio de la otra, si me toca…
– Y yo sería capaz de decirle a Noé que si sale con otra arca en el futuro, no los deje subir, al tal de gadus ese y a su mujer…
– Según cuentan, este mítico producto de los mares fríos del Norte del planeta, era consumido seco por los vikingos. Después se difundió en Europa, y a América lo trajeron las familias portuguesas, italianas y españolas.- Dijo el Doctor
– Dejese de historias, a mi lo que me trajo es un dolor de panza que no cesa…
– Consecuencia de un exceso mucahcho…
– Si, es/eso…
– En una palabra, doctor, estamos empachados?
– Si.
– No conoce alguna curandera que nos tire el cuerito o nos mida con la cinta…
– Si.
– Dónde la podemos encontrar?
– En la clínica…
– Cómo se llama?
– Inyección…
CAMACA