El Uruguay que no se quiere ver

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Conocido el “ranking” de los países que tienen mayor número de homicidios cada 100 mil habitantes, Uruguay es el segundo, sólo superado por Jamaica. Esta realidad que conocíamos, seguramente será uno de los elementos más manejados en la próxima campaña electoral.

Vale decir que ni México, ni Colombia, ni Argentina (que incluye la nefasta situación de Rosario), ni Paraguay o Brasil (con la triple frontera incluida) alcanzan las cifras a las que llega Uruguay.

La coalición gobernante ha insinuado (porque nunca lo hemos escuchado explícitamente) que se requiere más tiempo para tener los resultados de medidas que se han puesto en práctica.

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Pero según el ministerio de Interior, la mayoría de estas muertes se deben a la lucha por la territorialidad, que mantienen las bandas del narcotráfico y en nuestro concepto esto es imparable a menos que se tomen medidas sociales y se mantengan durante por lo menos tres períodos de gobierno. En un país donde nos hemos acostumbrado a que el “ajuste de cuentas” es algo normal, no debiera sorprendernos esta cifra.

Entendemos que a la policía “se les escapen” los narcotraficantes y la mayoría de las veces logran capturar la mercadería, pero no detener a nadie. Es que como se ha comprobado últimamente, los delincuentes generalmente manejan armas de fuego, incluso mejores que las que tienen quienes supuestamente les combaten.

Es que nadie puede pretender que un funcionario público, llámese policía, militar o de cualquier otra forma, arriesgue su vida, sin pensar en su familia y demás, para perseguir o enfrentarse a un narcotráfico mejor armado, dispuesto a todo por aquello de lo que sirve es tener, no importa cómo.

Siempre hemos dicho en estas columnas. El tema es social y ”manda”

“don dinero”. Frente a esta situación entendemos en primer lugar que quien se corrompe pasa a ser un enemigo, un traidor y un sicario, que pone en riesgo a sus propios compañeros.

Pero aún cuando no se justifique jamás, ni lo aceptaremos, entendemos a quien asume esta actitud. Cuando alguien paga diez veces más para mirar hacia otro lado “liberar” cierta zona o similar entendemos por qué lo hace.

Y decimos que es un tema social, porque esto es lo que fomentamos, lo que inculcamos, cuando dejamos de lado toda moralidad, toda justicia social y vamos tras el dinero que todo lo “justifica”.

Si creemos que con sanciones más “duras” lograremos erradicar la violencia nos equivocamos. No hay soluciones inmediatas, nadie está a salvo y mientras no se entienda esta situación seguiremos cayendo.

A.R.D.

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