Cuando se menciona a un sistema democrático se hace hincapié en la vigencia y robustez de los tres poderes. Esto es el Poder Ejecutivo (formado por el Consejo de Ministros, el Presidente y sus ministros) el Poder Legislativo (integrado por los 99 diputados, más los 30 senadores y la vicepresidente de la República que preside el cuerpo).
No hay democracia sana y fuerte, cuando al menos uno de estos tres poderes está afectado por alguna forma de corrupción.
Hasta aquí todo bien, nos parece notable que todo sistema democrático se base en estos tres poderes. Nos parece también notable el hecho de que sean poderes independientes, libres y autóctonos (aunque siempre dependerán económicamente de cada oficialismo y esto es desde ya una atadura que puede limitar su libertad.
Pero he aquí que estos tres poderes pueden y deben ser severamente custodiados y cuidados, porque son vitales en cualquier democracia y si fueran contaminados por cualquier forma de corrupción, estaríamos en inminente peligro.
En estos momentos hay jueces investigadas y sospechadas de que su accionar y sus decisiones han sido influenciadas al menos, por intereses que atentan contra su conducta intachable y dignas del mayor respeto, por ser ejercida por hombres y mujeres probos y libres de toda forma de influencia.
Ahora bien, los hechos por las cuales se investigan a algunas magistradas, dejan muchas dudas y por lo tanto se hace muy bien al tratar de quitar todas estas manchas y sospechas a uno de los poderes esenciales de la democracia.
No es necesario subrayar la importancia del Poder Judicial, porque cuando se pretende tomar el poder, una de las primeras decisiones va en dirección a este Poder, debido a que los fallos son de tremenda importancia y felizmente existen al día de hoy organismos capaces de velar por la vigencia de sus fallos.
Por eso entendemos que no se debe descansar en el cuidado y el amparo de este, como de los restantes poderes del Estado, porque quien de alguna forma logre “influenciar” al Poder Judicial – como se sospecha- puede hacer cosas que están por encima de la ley.
En estas columnas lo hemos dicho y lo reiteramos: lo peor que podemos hacer es considerar que vivimos en un país fuera del alcance del narcotráfico, porque es la mejor manera que tienen estos delincuentes de hacer y deshacer libremente.
En suma, reiteramos una vez más, lo que falta son controles a los controladores y nadie debería por esto sentir afectada su libertad e independencia.
A.R.D.
