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viernes, 14 de marzo de 2025
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El gran problema carcelario

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Liliana Castro Automóviles
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Hace varias décadas que oímos hablar del problema carcelario que tiene el país. Lo último que ha trascendido es el costo diario que le genera al estado cada persona privada de libertad. Se dice que no es menos de 39 mil pesos.
Suponemos que en este costo está estimado el hospedaje, la alimentación, la vigilancia y demás. Ahora bien dos aspectos en este sentido. En primer lugar no ha trascendido, el costo que tiene para la familia del recluso, que debe aportar en cada visita determinados elementos cuando no dinero en efectivo.
Es probable que estos elementos nunca llegue a disfrutarlos, el destinatario, porque el ambiente carcelario es un sub mundo del que no tenemos ni idea quienes nunca pasamos por él y frecuentemente estos elementos no sólo son exigidos por terceras personas, sino que además van a parar a sus manos.
Debe tenerse en cuenta que el sueldo mínimo no llega aún a los 20 mil pesos y por lo tanto quien trabaja honradamente en un lugar donde recibe este sueldo y debe trabajar arduamente para ganárselo, debe tener una educación muy firme para seguir trabajando honradamente.
En nuestro país la cantidad de personas privadas de libertad no sólo sigue creciendo, sino que además, el sub mundo carcelario es dominado y ejercido mediante violencia por los “lideres” de cada banda, con el conocimiento y la complicidad de los funcionarios teóricamente dispuestos allí para ordenar y vigilar que estos hechos no se produzcan.
Para nadie debe ser un descubrimiento que en la cárcel circulan las drogas prohibidas, que hay armas, que hay celulares y ¿Cómo ingresan estas cosas supuestamente prohibidas?. Lo saben las autoridades, lo saben los que tendrían que controlar su ingreso.
Que ha habido más muertes, homicidios, suicidios y demás, en el último año, con una cifra récord en los últimos años. A nadie debe extrañar. Mientras la mayoría de los uruguayos siga pensando que esto se soluciona con penas más “duras” y sanciones más estrictas, seguiremos teniendo cárceles repletas, hacinadas y cada vez más muertes, porque lo que allí “manda” es precisamente la violencia.
No hay peor ciego que el que no quiere ver, dice el refrán y por ello aplaudimos dos cosas. En primer lugar todos los esfuerzos que se hagan por recuperar a quien así lo desee. En segundo lugar a quien una vez por todas decida realmente enfocar las cosas por donde corresponde, encarando y combatiendo la corrupción.
A.R.D.

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