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martes, 22 de abril de 2025
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El campo natural del Uruguay en el mundo actual

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Diario EL PUEBLO digital
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Uruguay, el noroeste de Argentina y el sur de Brasil constituyen el Bioma Campos, un tipo de vegetación que crece, naturalmente, en un ambiente (suelos y clima) específico. Es el campo natural que todos “conocemos”, pero quizás no sabemos que son pastizales peculiares de esta zona del planeta.


Son 13 millones de ha de nuestro país, el 74 % de la superficie de los establecimientos agropecuarios. Alimenta a aproximadamente 12 M de vacunos y 6,5 M de lanares que lo pastorean. No solo brinda el 80 % del alimento de los establecimientos ganaderos, sino que además realiza múltiples servicios: forma y conserva los suelos (aportando nutrientes y evitando su erosión hídrica, lo que contaminaría los cursos de agua), captura y almacena (todos los días del año) anhídrido carbónico (principal gas de efecto invernadero), regula (absorbiendo radiación solar) el intercambio de energía entre la atmósfera y la tierra atenuando así la temperatura, regula cuencas infiltrando las aguas de lluvia, provee de refugio y alimento a la fauna autóctona (la que poliniza, regula plagas, des-toxifica compuestos, descompone sustancias del suelo, atrae turistas y nos embellece el paisaje), y además de preservarla es fuente de biodiversidad ya que constituye un centro de origen de especies forrajeras (recursos genéticos únicos en el mundo).
Sin duda, nuestras pasturas naturales son un recurso estratégico para el país. Un recurso aún poco valorado por la población uruguaya, principalmente la urbana. Seguramente porque sólo se posee una imagen de lo que es el campo natural (cuando en realidad son infinidad de pasturas naturales), imagen muchas veces acompañada de conceptos erróneos, avalada esta en parte por los medios educativos que le dedican muy poco tiempo y pasión, al igual que la prensa. O quizás son poco valoradas porque su uso es de bajo costo y siempre las tuvimos.
A pesar de esto, la eficiencia competitiva de nuestra ganadería, su sostenibilidad y el valor de lo inocuo para el ambiente y la sociedad, reside en buena medida en el campo natural.
Este, como parte de la naturaleza, evoluciona, cambia, es dinámico y eso es algo que debemos aprovechar para potenciarlo, aumentar su productividad y sus servicios. Mejorar las pasturas naturales y evitar el proceso contrario, su degradación, implica desarrollar el país en lo económico, ambiental y social. Con muy poco se puede lograr muchísimo.
Por eso su futuro es muy promisorio, siempre que su gestión se realice considerando la infinidad de procesos y factores involucrados. No es una tarea sencilla, requiere usar el conocimiento en forma integrada, estructurar mucha información, utilizar tecnologías, observar, experimentar, asociar, imaginar y crear. Es un proceso continuo de aprendizaje para el ingeniero agrónomo y el productor, que requiere diseñar, planificar, ejecutar y volver a ajustar lo planificado. No se trata de intervenciones puntuales sino de implementar prácticas y procedimientos de manejo, que potencien todo el ecosistema. Ahora hay más conocimientos y fácilmente accesibles sobre cada una de las partes y relaciones que integran el sistema y se dispone de herramientas tecnológicas nuevas muy potentes, cuyo uso no se restringe a los cultivos. Ya es tiempo de cambiar viejos conceptos y actuar.
Históricamente se asocia al agrónomo para manejar cultivos y pasturas sembradas, ya que hay que usar insumos, agroquímicos, tecnologías. Las pasturas sembradas se fertilizan, se controla malezas, se eliminan restos secos, se pastorean con descansos. ¿Por qué en las pasturas naturales no se promueve, según cada situación, fertilizar, incorporar especies, controlar malezas, pastorear con descansos, o favorecer algunas especies y tratar de reducir otras?
En los campos naturales se ha determinado en promedio 52 especies vegetales en 16 m2, especies que difieren en su forma, fisiología, ciclo, productividad y/o apetecibilidad para el ganado, que conviven en un mismo ambiente, compitiendo y/o favoreciéndose unas de otras. ¿No es lógico pensar que su manejo es más complejo que el de los cultivos y que no puede depender únicamente de un trabajador rural como se da en muchos casos?
Ahora que está de moda cuestionar el consumo de carne vacuna, ¿qué proteína puede ser más inocua y saludable para el ambiente que la producida por rumiantes que pastan pasturas naturales productivas? No nos dejemos engañar, no permitamos que engañen al resto del mundo. Eduquemos. Los procesos son complejos e interaccionan y no es correcto ver sólo una parte de los mismos. Seamos críticos, de eso depende el futuro de la humanidad.
Tenemos los medios para potenciar este extraordinario recurso que poseemos, hagámoslo y valorémoslo como corresponde. Si la naturaleza prospera, el hombre también.
Por: una Ingeniera Agrónoma apasionada de las pasturas naturales.

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