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viernes, noviembre 28, 2025

El auto de los Rossin cumple 70 años: cuatro generaciones y una historia sobre ruedas

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Diario EL PUEBLO digital

En 2025, el automóvil que Alberto Rossin compró nuevo en 1955 celebra nada menos que 70 años de vida. Pero más allá de su impecable estado, lo que lo hace realmente especial es la historia que encierra: un vehículo que ha sido conducido por cuatro generaciones de la familia Rossin, uniendo pasado y presente en cada kilómetro recorrido.

Este auto lo compró nuevo mi padre en el año 1955. Iba manejando cuatro generaciones Rossin.

Harry Rossin

El relato comienza con Alberto, quien lo compró cero kilómetro y lo mantuvo con esmero. Décadas después, su hijo Harry, su nieto Mario y hasta las bisnietas —nacidas en Alemania— continuaron la tradición familiar, conduciendo el mismo auto que hoy sigue luciendo como una joya mecánica del siglo pasado.

Este auto lo compró nuevo mi padre en el año 1955. Iba manejando cuatro generaciones Rossin”, cuenta Harry con orgullo, mientras repasa los recuerdos que guarda cada parte del vehículo.

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Un clásico de siete décadas sin accidentes

Lo sorprendente es que el auto, pese a sus 70 años, nunca sufrió un siniestro. “Es libre, nunca tuvo un accidente”, subraya Harry, convencido de que esa integridad no es casual: refleja el cuidado y el respeto con que la familia lo ha preservado.

El vehículo fue restaurado por completo hace unos veinte años, sin alterar su esencia original. El único elemento que no pertenece a la fábrica es el motor, instalado por el propio Alberto hace más de cuatro décadas. “Debe tener 40 o 45 años puesto ese motor ahí, es lo único”, detalla Harry, con la misma precisión que su padre aplicaba a cada ajuste.

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El resto permanece tal cual: desde el radiador hasta los cables, todo conserva el sello de la época. Incluso los vidrios, las tazas y los detalles cromados siguen siendo los originales de 1955.

El sonido del tiempo

Cuando Harry abre la puerta, una sonrisa lo delata antes de hablar: “Escuchen cómo cierra esta puerta, con 70 años”, dice, orgulloso. El sonido metálico y firme es una cápsula de tiempo que parece desafiar la modernidad. Cada detalle mantiene la estética de los años 50: los zócalos de acero inoxidable, el cenicero trasero —una reliquia de los tiempos en que fumar en el auto era costumbre— y los acabados interiores originales que aún conservan el aroma del pasado.

La restauración, realizada con paciencia y respeto, tuvo como objetivo mantener la autenticidad del vehículo. “Todo lo que ustedes ven ahí lo compró nuevo mi padre”, afirma Harry, quien heredó el auto en 2002 y desde entonces ha continuado la tarea de conservarlo fiel a su historia.

Una herencia compartida

El amor por este automóvil se ha transmitido como un legado tangible. Su hijo Mario, desde Alemania, trajo piezas nuevas y repuestos originales, además de los catálogos de mantenimiento que documentan su historia. También ideó algunos toques personales, como pintar la caja de herramientas original del abuelo Alberto con el mismo color del auto o colocar una taza en la rueda auxiliar del baúl para darle un aspecto más completo.

“Esa caja de herramientas es de papá todavía”, comenta Harry con ternura, consciente de que cada pieza cuenta una historia. La restauración no fue solo una tarea técnica, sino también un acto de amor familiar que unió generaciones alrededor del mismo objetivo: mantener viva una reliquia que forma parte de su identidad.

Setenta años de historia y memoria

Hoy, al cumplir 70 años, el auto de los Rossin no solo simboliza la durabilidad de la ingeniería de su época, sino también la perseverancia de una familia que decidió conservarlo como parte de su memoria afectiva. Es un testimonio de lo que puede lograrse cuando la pasión por los objetos se transforma en una forma de honrar a quienes los precedieron.

El vehículo sigue en marcha, con el mismo brillo en su pintura y la misma nobleza en su andar. Pero lo que realmente lo impulsa es algo más profundo: el amor, la nostalgia y el orgullo de una familia que, generación tras generación, ha sabido mantener viva una tradición sobre ruedas.

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