Uno de los mayores problemas ambientales que enfrenta la humanidad actual es la proliferación de los derivados del petróleo. Vale decir los plásticos y toda la gama de sub productos.
Verdaderas islas se han formado en los mares y causan un grave daño no solo por lo que tardan en biodegradarse, sino en los peces y otros habitantes de los mares que los confunden sobre todo a las bolsas de nylon, con otros elementos vivos y los consumen, ocasionándoles luego un grave daño.
Pero pese a toda la lucha emprendida por las instituciones ambientales y otras que luchan por proteger los mares y los ambientes limpios, entendiendo que son fundamentales para la vida, los plásticos siguen deteriorando el planeta. Es que la ambición humana no tiene límites y de allí que sigan produciendo o importando, porque aquellos países que no los producen lo importan y por lo tanto hacen tanto o más daño a los mares.
No es que ignoremos las grandes ventajas que representan los plásticos sustituyendo ya sea al papel, al cartón, el vidrio y otros elementos. Tampoco se trata de ignorar las ventajas económicas que se les adjudica, si por esta entendemos su menor costo inmediato, aunque a la larga el daño que causan puede ser muy superior económicamente hablando.
En buen romance entendemos sin temor a equivocarnos que la fabricación, o importación de todos los derivados del petróleo deben ser prohibidas, ahora, ¡ya!. En caso contrario nos seguirá ganando la ambición de lo económico en lo inmediato y en esto nos va la vida, no tanto a nosotros y a nuestra generación, sino a las generaciones futuras que heredarán un planeta totalmente deteriorado y difícil de recuperar.
En esto hay que ser muy claros. Cuando más tiempo pase en adoptar medidas contra la proliferación de los plásticos, peor le irá al planeta y por lo tanto a todos quienes somos sus habitantes.
Que nadie se haga el distraído en esto. Los legisladores son los más responsables, porque se demoran años en adoptar medidas y cuando las adoptan, porque los reclamos son alarmantes ya es demasiado tarde.
El alcance de estas medidas tampoco debe ser de un solo país o de u na región, sino de todos, porque todos dependemos de los cursos de agua.
Si los empresarios y otras autoridades creen que a ellos no les alcanzará el deterioro del planeta deberían de mirar lo que está pasando no sólo con los cursos de agua, sino con la tierra, el aire y el planeta todo.
El tiempo se acaba y no sea cosa que cuando pensemos en tomar medidas rija aquello de que “tarde piaste”.
A.R.D.
