Cada primero de abril (nos resistimos a llamarlo “uno” de abril porque sencillamente no es lo que maneja el pueblo en general) volveremos a reclamar el Día de Salto Grande, recordando aquel primero de abril de 1974 en que daba comienzo a los trabajos para la construcción de la represa de Salto Grande.
Reiteradamente nos hemos ocupado de la lucha de Uruguay y Argentina por el aprovechamiento de los rápidos del Río Uruguay y la transformación de esta fuerza en energía eléctrica. Los pueblos de Salto y Concordia, liderados por un puñado de coterráneos visionarios lideraron este proceso. Es una gesta demasiado grande, que algunos han comparado con el propio éxodo del pueblo oriental, cuando desandando el camino los hombres de nuestra comarca llegaron hasta Montevideo para reclamar esta obra. En definitiva, es una gesta demasiado grande como para que pase desapercibida. El establecimiento de un día específico sería también una forma de empuñar su legado y reclamar los objetivos que ellos vislumbraron para la magna obra. Cada primero de abril nos viene el recuerdo de aquellos años de esplendor de la región, promovida por la construcción de la represa. Quienes tuvimos el placer de vivir aquellos años, no podemos menos que lamentar que haya quedado en eso, que tras los cuatro o cinco años de construcción es muy poco el aporte que ha dejado la obra, sobre todo al Uruguay.
Los pueblos de Salto y Concordia merecen festejar esta conquista, sobre todo porque ha sido y es una obra capaz de cambiar la realidad de nuestros pueblos. Hasta hoy 42 años después, los objetivos del proyecto inicial siguen ignorados en la región. No podemos olvidar que el primer y gran desafío de ese proyecto era conseguir un polo de desarrollo, es decir que las divisas generadas por la obra hidroeléctrica, quedaran en la región, apuntalando y promoviendo el desarrollo regional.
Sólo en tercer lugar se consideraba la generación de electricidad para ambos países. Sin embargo el ex presidente Lacalle Herrera, decidió que los fondos manejados hasta ese momento por la Comisión Técnica Mixta de Salto Grande (CTM) fueran pasados a Rentas Generales.
El organismo estatal se encargaría en adelante de proporcionar los fondos para cubrir el presupuesto de Salto Grande. Es de señalar que la represa se hizo con un préstamo del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), previsto para ser pagado en 20 años y pagado -si no estamos mal informados- en 12, debido al superávit que dejaba.
Es lo que hay que saber, porque salvo los bolsillos de algunos políticos que recibieron el cargo en la CTM como “premio consuelo”, al no recibir el beneplácito de la ciudadanía, la obra sólo esparce “algunas migajas” en la región.
A.R.D.
Ante otro primero de abril
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