Wanderers de Artigas: aquí…¡el tren del norte!

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    Su campaña, simplemente de excepción, en la reciente Copa Nacional de Clubes. De local y de visitante, Wanderers fue estableciendo la verdad de un fútbol a la medida de lo utilitario, de lo productivo. Rescatando lo más selecto de cada jugador, para volcarlo en un funcionamiento cada vez con menos grietas. Y si el equipo de Raphael Aguerre en la primera final, no produjo el nivel aguardado, no faltaron quienes acudieron a una explicación: «la ansiedad terminó por limitar».
    El hecho es que Wanderers se convirtió desde el inicio de la Copa, en un candidato auténtico y los artiguenses parecieron suponer bien. Los bohemios, por encima del potencial de San Eugenio. Por eso los santos la quedaron y Wanderers se convirtió en expresión sin frenos.
    San Eugenio pintó para postulante. Era el fin cuando contrató a Fabricio Bassa, quien en el 2014 había orientado a Salto Uruguay. Pero el mundo adverso de la interna, desalojó a San Eugenio de la ilusión campeona. Los hinchas santos, observan en la historia el cada vez más distante año 1970, en que fue Campeón del Interior. Los tiempos de Jorge Paz, Nery Castillo, el «Teté» Ríos. Un equipazo, de frac y galera. En aquella edición Salto fue representado por Peñarol, campeón un año atrás, el último a nivel de la Liga Salteña de Fútbol.

    EL TREN BOHEMIO
    Los contactos de EL PUEBLO con medios de Artigas, no faltan. Entre colegas, suelen ser puntuales. A partir de Joaquín Burutarán integrando el equipo y Rodrigo «Lalo» Robaina incluido en el Cuerpo Técnico, el seguimiento de esa verdad bohemia, sobre todo, cuando el fútbol salteño se fue quedando sin bastiones. Peñarol, San José de Rincón de Valentín, Nacional y Universitario en ese orden, debieron admitir el final de sus ciclos.
    Los colegas reconocen que Wanderers se preparó para campeón, a partir del plantel conformado y un enrolamiento vital como el de Horacio «Chino» Peralta. Cuando Peralta pisó suelo fronterizo, le transmitieron claramente las claves que sostendrían su permanencia. Si el «Chino» no variaba la idea original de adhesión, se quedaba. Y se quedó».

    JUGANDO A JUGAR
    El valor de una experiencia capital como la de Gerardo Monge en la cueva. Dos volantes claves en el medio: Rodrigo Alvez (sangre «naranjera», hijo de Miguel Ángel Chapeleti Alvez y Nancy Fonseca Barneche, gracias a ellos las fotos que compartimos) y Germán Díaz. Un goleador como Luis Martínez y todo lo que supuso Horacio Peralta.
    El periodismo artiguense enfatiza en que a Wanderers nunca le dolió el ser visitante, porque el equipo también pasa por la actitud y mentalidad que impuso Aguerre.
    Cuando en la primera final se produjo el 1 a 1 y se cuestionó ácidamente al árbitro salteño José Gabriel de los Santos por la sanción del penal que fue el empate de San Carlos a los 37′ del segundo tiempo, el hincha bohemio no dudó respecto a que en el segundo partido, iría a surgir el Wanderers apto, resolutivo, vital.
    El Wanderers jugando a jugar.
    El que fue campeón.

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    LA EMOCIÓN DEL IDA Y VUELTA
    Casi 10.000 aficionados en la final del estadio «Domingo Burgueño Miguel». Desde Artigas, óminbus, autos, camiones, algunas motos desafiantes también.
    El hincha de Wanderers tributó el encendido aliento. Desde Montevideo,los peregrinos bohemios también llegaron para sumarse al escenario montado del campeón que llegaría. El 3 a 1 fue neto. Ya en los vestuarios, el plantel no lo pensó dos veces; las tijeras fueron cortando la cabellera del «Coqui» Burutarán, que asistió tan resignado como feliz. Germán Díaz, con las huellas en el rostro después de la batalla. La intimidad de un vestuario rey.
    Al mediodía siguiente, Wanderers llegó a su casa. Caravana y pico, cuentan los colegas a EL PUEBLO, desde el norte más norte del país, en síntesis hacia ese tren bohemio que concluyó con adhesiones colectivas en Artigas, aunque se tratase de San Eugenio, Pirata o el que fuese. El corazón de Wanderers fue abarcador. Entraron todos los que quisieran entrar. La causa se fue colectivizando, más allá de los entendibles y pasionales enconos deportivos.
    La corona del Interior por cuarta vez. Wanderers se preparó para ser campeón.
    Estructura detrás. Solidez económica para impulsar el propósito y compromiso a cal y canto, de quienes se convirtieron en forjadores. Por eso el grito bohemio inundó la frontera. La legitimidad de su derecho adquirido, desde su clase.
    Desde su rebeldía.
    Desde la heroica entraña bohemia.
    -ELEAZAR JOSÉ SILVA-

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