POR : JORGE PIGNATARO
Un 24 de octubre, como hoy, hace 135 años atrás, nacía en Montevideo quien se convertiría prontamente en una de las mujeres más importantes que ha dado la poesía latinoamericana: Delmira Agustini.
Sin dudas que si de poetas mujeres hablamos, el Uruguay logra un destaque importantísimo con las obras de Delmira, Juana de Ibarbourou, Marosa di Giorgio, Ida Vitale, Idea Vilariño.
Pero fue Delmira quien de alguna manera abrió al camino, y lo hizo en un tiempo -el entorno de la emblemática «Generación del 900»-, muy difícil para la incursión de la mujer en todo ámbito de la vida pública, también el de la literatura. Desde niña se sintió atraída por el arte y demostró sus notables condiciones. Estudió francés, piano y pintura, además de ser una voraz lectora de poesía.

Su vida fue vertiginosa. En muy poco tiempo estudió, escribió, publicó, se casó, se divorció y murió asesinada.
Muchas veces nos hemos preguntado por qué Delmira no ha sido tomada con más fuerza en Uruguay como un símbolo de la lucha feminista de la que tanto se habla en los últimos años. Fue sin dudas una adelantada para su época, en su pensamiento y en sus acciones. Habría que recordar que fue de las primeras mujeres –si no la primera- que se divorció legalmente. No habrá sido fácil enfrentar esa situación en la sociedad de aquel tiempo. Como si fuera poco, murió asesinada por su pareja, el hombre del que hacía poco tiempo se había divorciado pero con quien seguía encontrándose habitualmente. Tenía apenas 27 años.
Fue cuando tenía dieciséis años que empezaron a aparecer textos suyos -poemas y relatos- en periódicos y revistas de Montevideo. Vendría posteriormente el tiempo de publicar libros. Así es que publicó tres libros, los tres de poemas:
«El libro blanco», en 1907
«Cantos de la mañana», en 1910
«Los cálices vacíos», en 1913
Luego de su fallecimiento aparecieron publicados algunos otros, con recopilaciones de estos y el agregado de textos que habían quedado dispersos.
Delmira fue asesinada por su ex esposo el 6 de julio de 1914. En Montevideo existe un espacio dedicado a ella -y a todas las víctimas de la violencia de género- ubicado en la calle Andes 1206, donde fue asesinada. Es una obra del artista Martín Sastre y fue inaugurado en el año 2014, al cumplirse 100 años del femicidio de la poeta.
En Salto, desde 1998 se denomina Delmira Agustini una calle de barrio Salto Nuevo (antes denominada «12 metros»), ubicada entre Orestes Lanza y la diagonal Camilo Williams.
Cómo aquella niña podía crear esos poemas…
«Cuando Carlos Vaz Ferreira, un distinguido crítico uruguayo de su tiempo, leyó El libro blanco de Delmira Agustini publicado en Montevideo en 1907 a la edad de 21 años dirigió a la joven poeta una carta en la que le decía «cómo ha llegado usted, sea a saber, sea a sentir, lo que ha puesto en ciertas páginas, es algo completamente inexplicable». El buen señor no había advertido que la poesía no brota necesariamente de la experiencia, sino también del sueño y del deseo, y que su origen, de acuerdo con Rimbaud, se encuentra en la fusión del ver y del creer. Pero si los críticos más avisados de su tiempo no estaban capacitados para entender que lo que la poesía narra muchas veces no lo vemos con nuestros ojos, sino con nuestro espíritu, imaginemos el impacto que los versos apasionados y sensuales de esta joven rubia y delgada, casi etérea, que había nacido en 1887 en el seno de una familia de la alta burguesía del país, causarían en la sociedad uruguaya de principios del siglo XX que se preguntaba asombrada cómo aquella niña podía crear esos poemas ardientes cargados de erotismo, donde el amor se transfiguraba en rito y el lenguaje en ritmo y metáfora para dejarnos ver el alma de una mujer sensual que, en el contexto de una sociedad patriarcal, como la latinoamericana, se atrevía a escribir sobre temas tabúes como el deseo, el cuerpo y el placer…» (Samuel Serrano – Centro Virtual Cervantes).
EL INTRUSO
Amor, la noche estaba trágica y sollozante
cuando tu llave de oro cantó en mi cerradura;
luego, la puerta abierta sobre la sombra helante,
tu forma fue una mancha de luz y de blancura.
Todo aquí lo alumbraron tus ojos de diamante;
bebieron en mi copa tus labios de frescura;
y descansó en mi almohada tu cabeza fragante;
me encantó tu descaro y adoré tu locura.
¡Y hoy río si tú ríes, y canto si tú cantas;
y si duermes, duermo como un perro a tus plantas!
¡Hoy llevo hasta en mi sombra tu olor de primavera;
y tiemblo si tu mano toca la cerradura;
y bendigo la noche sollozante y oscura
que floreció en mi vida tu boca tempranera!