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lunes, junio 2, 2025
EL PUEBLO
Columnas De Opinión

«Debemos hablar de cosas que no se hablan, porque lo que le pasa al adolescente que piensa en quitarse la vida, es que no tiene con quien hablar»

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Entrevista a María Ondina Manassi

Nuestra sociedad padece de algunos serios problemas, más allá de los coyunturales, y es importante encararlos y hablar de ellos, porque para enfrentarlos y resolverlos, el primer paso que debemos hacer pasa por identificarlos. Uno de esos problemas es el suicidio, que se cobra muchas vidas al año de jóvenes y de adultos mayores. La Junta Departamental de salto hace poco dio el ejemplo y puso el tema sobre la mesa. Hoy EL PUEBLO recoge el guante junto a la Psicóloga María Manassi, quien comenzó desmitificando lo que se dice sobre que «si publicas o si hablas de esto se puede generar un efecto contagio, eso en realidad es un mito que nada tiene que ver con la realidad, porque si una persona se suicida es porque en ese momento tiene un sufrimiento, un dolor en el alma, y eso no va a generar que otros imiten esa conducta, es un absurdo».

  • ¿Eso está demostrado?
  • No se produce. Donde sí puede pasar el efecto contagio, es a través de algunos jóvenes con un contexto particular, como aquellos que sienten que no encajan en los llamados parámetros sociales, como ser populares y que terminan siendo víctimas de bullying, que no encuentran otro grupo de pertenencia como para poder adquirir una identidad grupal. En la adolescencia tienen que padecer tres duelos. El duelo de su identidad infantil, el duelo por la desilusión de los padres de la infancia y el duelo por los cambios que genera toda esa ebullición hormonal de los caracteres secundarios, porque no siempre tenemos el cuerpo que deseamos. Hay todo un tema que tiene mucho que ver con cada persona, más allá que pueda entrar en esos parámetros, y que pasa por un tema de autoestima.

Estos chicos que no encajan, suelen establecer vínculos con amigos virtuales, y hay muchas páginas ilegales en internet donde se jactan y muestran en vivo de pronto cómo se quitan la vida. Captan a esa población vulnerable, es en esos casos que yo diría que puede haber un efecto contagio y, por tanto, una ola de suicidios que tengan que ver con una temática así, pero porque nosotros comuniquemos en un medio que se suicidó una joven de tantos años, no.

El factor más importante que tenemos que conocer, porque se trata de un compromiso de todos, son los factores de riesgo, y si los conocemos, podemos prevenir, porque el suicidio es prevenible, y vos, yo, un padre, una madre, un docente, un referente, hasta los propios jóvenes estaría buenísimo que manejasen esto, porque si ves a un amigo en una situación donde hay un cambio abrupto en lo que son sus rutinas de comportamiento, de vínculos, de bajo rendimiento, entraríamos en una especie de alerta roja. Al conocer eso, es importante que se sepa que podés dar una mano por el simple hecho de acercarte y escuchar sin hacer un juicio de valor, porque en general, a nivel intrafamiliar, la gran mayoría de los conflictos se dan justamente porque no se logran canales compartidos de comunicación. O sea, no hay un mismo canal o porque por ahí hay mucha rigidez o, por lo contrario, cada hogar es un mundo. Si bien podemos generalizar los factores de riesgo, debemos contextualizarlo. Entonces, si yo madre sé que en mi casa hay un cierto problema vincular entre, por ejemplo, mi hija y mi esposo, y veo conductas que comienzan a cambiar de parte de mi hija, abro los ojos y pido ayuda.

Hay una realidad a la que debemos hincarle el diente, ya el suicidio venía siendo la primera causa de muerte en el mundo, y nosotros recién ahora estamos viendo las consecuencias de lo que fue el comienzo de la pandemia. La cantidad de suicidios que van a venir es terrible…

  • ¿Por qué motivos esto sería a consecuencia de la pandemia?
  • Porque hay toda una realidad que la vivimos todos, que se vincula al miedo. Primero, nunca vivimos una guerra, menos aún una guerra que involucra a todos los países del mundo que no discrimina franja etaria ni etnia ni clase social, que está destinada a eliminar a un porcentaje de la población, con vacuna o sin vacuna. Eso, de alguna manera, ya desde el vamos nos moviliza, nos mueve el piso. ¿Recuerdas lo de las Torres Gemelas? Nos íbamos al colegio con mi hijo más chico, era su primera clase abierta de computación, miro la televisión y veo al primer avión que cae y luego en la clase vimos cómo fue pasando todo. Mi sensación es que hasta ese momento Estados Unidos daba seguridad al mundo, y tras este ataque se volvieron vulnerables, ahí sentí que me movieron el piso. Y me volvió a dar esa misma sensación acá, porque no sabes para adónde agarrar.

¿Qué es lo que genera esa ansiedad persecutoria? Es el miedo, el desconocimiento. Entonces, nadie sabe nada acerca de esto, tenemos distintas versiones por aquí y por allá. Las propias autoridades de nuestro país, por ejemplo, te dicen una cosa, te dicen otra, porque tampoco saben, porque estamos en una situación que para todos es nueva. Imaginemos a los jóvenes, transitando por ese adolecer donde, no tienen una identidad, donde de pronto esos padres que de alguna manera unos los desidealiza, y que encima no te permitan la posibilidad de esas identificaciones grupales, de ese compartir cosas.

Desde el punto de vista educativo, no se podía pretender el año pasado que los chiquilines incorporaran conocimiento cuando tenían un montón de vivencias nuevas que tenían que sacar, o sea, no era incorporar, era darle la oportunidad para que expresaran sus dificultades, sus miedos, sus inconveniencias, porque para muchos resultó muy complicado. Lo más importante que genera ese miedo tan profundo que incide en todo nosotros, como con el tema de la vacuna, por ejemplo, que al principio garantizaban un 100% de no mortalidad, no ingreso al CTI, después bajó a un 60%, ahora vamos por una tercera dosis. Eso demuestra que las personas en las cuales podés confiar, no te dan ninguna seguridad, y el adolescente lo siente peor, porque ya vive en una inseguridad de no saber siquiera quién es y para donde salir. Esta situación agravó muchísimo eso.

El factor de riesgo en unos, no lo es en otros, por eso tenemos que hablar de cada contexto. Por ejemplo, si mi hijo es un chiquilín que antes de la pandemia, le gustaba escuchar música, estar en su cuarto, leer, lo que diríamos una conducta normal, el hecho del confinamiento, a él no lo cambió más que en el sentido de sus momentos de privacidad, que se perdieron, porque la virtualidad hizo que la familia estuviese reunida. O sea que esa paz que tenía de alguna manera, la tuvo que reforzar o taparse la cabeza o enloquecer, porque para un joven, que justamente una de sus características es la baja tolerancia a la frustración, porque están con un enojo enorme por tantas decepciones y porque no ven un futuro.

Todo esto es importante comprenderlo para poder manejar un diálogo de mejor calidad a nivel intrafamiliar, al menos, promover eso, a que si nos toca estar juntos, ahora ya no tanto, pero poder hablar de cosas que no se hablan, porque lo que le pasa al adolescente que piensa en quitarse la vida, es que en el contexto que lo rodea, no tiene con quien hablar, o él considera que nadie le puede resolver ese problema, y eso puede pasar por esto de la pandemia y con el tema del miedo, porque es el miedo vinculado a una teoría que ahora estamos manejando y que se utilizó en forma experimental el año pasado, que es la teoría polivagal para trabajar en intervenciones en pacientes que sean más inmediatos que una terapia psicoanalítica que demora más. Y una de las cosas que trabaja es sobre el nervio vago, el décimo nervio craneal, que se vincula al sistema nervioso autónomo, y que es el encargado de percibir y expresar las emociones. Entonces, lo que muchas veces nos genera ese temor, que diría es normal, necesario, como para mantenernos alertas, acá se exacerba, lo que puede generar la depresión. Justamente, tenemos una cantidad importante de consultas por depresión, donde hemos encontrado muchas ideas de autoeliminación.

Trabajo en su gran mayoría con adolescentes y estudiantes, y trato de buscarle la forma que de alguna manera puedan sacarle provecho y encontrarle otro sentido a la vida, poder escucharlos sin juzgarlos, desmitificando todo, ¿pensaste en quitarte la vida? Bueno, ¿por qué? Porque no sos un enfermo, no sos un loco, ni te vas a estigmatizar, porque ojo, la sociedad estigmatiza.

  • Estas nuevas generaciones de jóvenes son más sensibles de lo que nosotros supimos ser, y se aprecia que les es difícil enfrentar el fracaso o las pérdidas…
  • Probablemente en tu época como en la mía, nuestros padres trabajaban, pero teníamos una instancia de diálogo. Está claro que a veces había cosas que más vale ni la nombráramos (risas), para eso había grupos de pares donde podías sentirte identificado, había menos tecnología, la vida nos exigía menos, nos conformábamos con poco, valorábamos lo que teníamos y lo disfrutábamos. Una salida al centro era lo máximo. Hoy por hoy quizás que lo máximo sea comprarte un televisor de 50 pulgadas, y estos gurises, que de alguna manera pertenecen a estas generaciones posteriores cuyos padres son de generaciones siguientes, realmente la pasan mal.
  • Por las estadísticas, se aprecia que los suicidios no solo se dan en los jóvenes, también se da en los adultos mayores.
  • Los adultos mayores están en un proceso involutivo acompañado de pérdidas. Se jubilan, fallece algún familiar, empiezan a perder amigos. Si tienes un sostén o la contención necesaria, lo va sobrellevando, pero hay personas que se deprimen mucho y sienten que no desean seguir viviendo sin de repente, ese compañero o compañera de vida.

Como dije al comienzo, a esos factores que puedan presentarse debemos contextualizarlos a cada situación. Lo más importante es tener en cuenta en cualquier adolescente o joven, y ojo que cada vez es menor la franja etaria de los chiquilines, estamos hablando de 11 y 12 años, cuando antes decíamos 15 y ya era un horror. Cualquier cambio en lo que son sus rutinas o hábitos de comportamiento, ya es una alerta. Por ejemplo, si vemos que de pronto comienza a distanciarse de sus amigos, a despreocuparse por su aspecto físico, a no rendir en su escolaridad, o si empieza a hablar sobre el tema. Todo aquello que nos llame la atención, debemos dejarnos llevar por la percepción y por la intuición. Cuando sentimos o vemos que un amigo está mal, es en ese momento que debemos comprometernos y acercarnos a ofrecerle la posibilidad de una escucha sin realizar juicios de valor, ahí podemos salvar una vida, o más.

PERFIL DE MARÍA ONDINA MANASSI

Divorciada. Tiene dos hijos. Es del signo de Acuario. De niña quería ser maestra. Es hincha de Ferro Carril.

¿Una asignatura pendiente? El teatro.

¿Una comida? Hoy, una ensalada de frutas y yogurth. ¿Un libro? El caballero de la armadura oxidada.

¿Una película? «¿Por qué se frotan las patitas?», una película española.

¿Un hobby? La pintura.

¿Qué música escucha? Pablo Milanés, Silvio Rodríguez, Sabina, Serrat, Pablo Alborán.

¿Qué le gusta de la gente? Verla feliz.

¿Qué no le gusta de la gente? La hipocresía.

Por: Leonardo Silva

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