Si de algo no tenemos duda alguna es que aquí quien saldrá más afectado será el sistema democrático del país. El sólo hecho de que algunos políticos busquen fiscales o jueces de su confianza para intervenir en determinadas denuncias, le hace mucho daño a la democracia.
Quebramos una lanza por el poder Judicial que ha dado muestras de ser independiente en nuestro país y aunque no pertenece al poder judicial, sino al político, también tenemos mucha confianza en los fiscales, aunque no ignoramos que pertenecen a Ministerio de Educación y éste integra el Poder Ejecutivo, vale decir un órgano político cuyos integrantes son nombrados por el Ministro y éste a su vez es nombrado por el Presidente de la República.
No pretendemos arrimar leña al fuego, para tratar de saber de donde surgen las “famosas” filtraciones, pero si se hiciera una compulsa pública, estamos seguros que la enorme mayoría de la población consideraría que proceden de la fiscalía, olvidando que otras personas e instituciones han tenido acceso y a veces antes que los fiscales a los mismos datos, la policía y los abogados defensores por ejemplo.
Pero el solo hecho de que un político considere que puede ejercer presión o influencia sobre determinados fiscales, es lamentable y de esto no se salva ninguno de los partidos políticos uruguayos. No tenemos duda alguna que más allá de una falta ética, es esta una forma de atentar contra uno de los tres poderes del Estado.
El Poder Judicial debe ser independiente de la política, tal como lo mandata la Constitución de la República. Pero difícilmente será posible ponerse de acuerdo para el nombramiento de un Fiscal General de la Nación (vale decir el jefe de los fiscales) si los políticos tienen este concepto.
Es esta la mejor forma de desprestigiar a un sistema y corroer las bases de una democracia. Cuando la Justicia no tiene el suficiente prestigio para lograr la confianza de sus ciudadanos, nadie la respeta y pasa a ser un órgano político más.
Basta observar lo que ha pasado en aquellos países donde la justicia es afín al gobierno de turno. Los fallos siembran por lo menos dudas en los denunciados. Por esto y muchas razones más, entendemos que no sólo es un error sino un hecho de una gravedad inusitada. Nos obliga a pensar si este es el concepto de justicia que queremos de quienes nos gobiernen.
Cuando se habla del prestigio de la democracia del país debe tenerse en cuenta lo que hacemos para prestigiarla o dañarla.
