Un aspecto permanece al margen de la duda: de años a esta parte, nunca antes la Divisional B había caído en situaciones complejas como en este año, desde lo deportivo a lo económico.
En el primero de los casos, a partir de las sistemáticas protestas que fueron acompañando la temporada. En lo económico, el año de menor asistencia de aficionados, a tal punto que en la pasada fecha se vendieron solamente 253 entradas, por lo que promedialmente cada club aportó 21 entradas.
Frente a ese estado de situación, no faltan quienes coinciden en que «la ausencia de más gente, es la consecuencia de todo esto que ha venido pasando en materia de protestas. Cuando protestar es no pensar en quién pagó la entrada. El aficionado fue, la pagó y vio ganar a su equipo. Para él significó alegría y resultó ser que llegado el momento en que un reclamo altera el resultado, y pasa de ganar a derrotado. O sea que ese resultado original quedó invalidado. Pregunto: ¿por qué entonces no se le devuelve el importe de la entrada? ¿No se lo estafó acaso?»
