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sábado, 22 de febrero de 2025
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Cuando la vida no vale nada

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«Los árbitros podrán suspender los partidos, por los siguientes motivos:

a) mal estado del campo de juego.

b) grandes perturbaciones atmosféricas que pongan en riesgo la integridad física de los actores y público en general»

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Se trata en este caso de rescatar desde EL PUEBLO las dos primeras puntualizaciones que establece el artículo 34 del reglamento. El hecho es que frente a lo descrito, NO HABLA en ningún momento que prima o debiese primar EL CRITERIO O LA INTERPRETACIÓN DEL ÁRBITRO Y SUS ASISTENTES.

El artículo 34 contempla una situación de hecho, que de comprobarse, ES DE RECIBO SU ESTRICTA APLICACIÓN.


Lo sucedido el miércoles a la noche en la ciudad, fue ni más ni menos LO QUE PREVÉ EL ARTÍCULO, para amparar una suspensión.

La perturbación atmosférica EXISTIÓ A CARTA CABAL, con rayos que cayeron, truenos, relámpagos, descargas eléctricas, pero además de última o de primera MAL ESTADO DEL CAMPO DE JUEGO.

Por lo tanto, José Gabriel de los Santos en Libertad-Arsenal, Robert Aguirre en El Tanque-Universitario y Robert Ledesma en Ferro Carril-Nacional, frente a situaciones como las vividas y padecidas, ¿ignoraban esta cuestión tan esencial que contempla el reglamento?

De lo que no hay dudas: LA VIDA ESTUVO EN JUEGO. 

El riesgo supo de letal y perceptible elocuencia. ¿Tanto costó aplicar el sentido común o que cada actor quedara expuesto a una situación agudamente tenebrosa como esa?

Suspender por unos minutos el partido, que todos se refugiaran (esa es la palabra) en zona de vestuario, aguardar que la situación se normalizara para intentar volver. Eso hubiese sido lo básico. Pero lo básico supo también de la mismísima transgresión.


Si alguna desgracia pudo haberse lamentado, si alguna tragedia pudo ganar la pulseada y SI ALGUNA MUERTE se sumaba al lamento después….¿la responsabilidad de quién? 

¿De los integrantes de la terna? 

¿De la Liga Salteña de Fútbol como promotora del espectáculo, en la medida que EXISTIENDO UN REGLAMENTO EN CASOS COMO ESTOS, SIMPLEMENTE NO SE APLICÓ?

De lo que no hay dudas: LA AUSENCIA DE RESPONSABILIDAD Y DE SENSIBILIDAD frente al dictado de una situación a riesgo expreso.

Pero además, ¿lo sucedido no genera ningún tipo de enseñanza? ¿Nada produce en materia de reflexión o de recapacitación?

Quedó en claro que a veces, en casos como estos, la vida no parece valer nada. Y que para algunos o para muchos -penosamente-, la pelota en el barro importa más que un corazón latiendo. 

Al fin de cuentas, cuando da lo mismo, vivir…que morir.

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