En estas columnas nos hemos ocupamos reiteradamente del tema ambiental y bastaría con ver el Salto de nuestros antepasados comparándolo con el que tenemos hoy.
No sólo se trata de lo que hemos perdido, porque seguramente gran parte de esta pérdida se justificaría si hubiera sido en beneficio de los salteños menos agraciados.

Muchas veces recordamos la vista de la cantidad de pescadores embarcados o desde la costa que solían poblar las costas del río, los arroyos y lagunas, porque en todos lados había buena pesca.
No sólo se trata de que hemos perdido esta fauna, sino que bastaría arrimarse a los arroyos que pasan por la trama urbana, para ver el agua de color barrosa, sin una sola mojarrita de las que antes bastaba con tirar una miguitas de pan para atraer montones.
Es que no sólo se trata del terreno que hemos ido ganando, rellenado y revistiéndolos de cemento en estos casos, sino que además los residuos químicos de la agricultura son cada vez mayores y más nocivos para flora y fauna, sino que también los salteños tenemos el concepto de que los arroyos son verdaderos basureros y bastaría una recorrida por ellos para darse cuenta de la cantidad de inmundicias que arrastran.
La misma que un poco más allá, en este mismo tema debe sumarse la conducta irresponsable que se ha seguido con la selva amazónica en los últimos tiempos, eliminándola para aprovechar esas ricas tierras en monocultivos o tierras fértiles que ya no abundan.
Es del caso saber que cada vez la ciudad está más extendida y éste fenómeno se multiplica lo largo y ancho del planeta. En cambio si reducimos la cantidad de tierras disponibles no sólo que será más cara la construcción, sino que será más difícil hallar sitios adecuados para ello.
Quienquiera que peine canas recordará hoy un Salto que ya no existe, pero digamos también que ya no existen las condiciones ambientales que teníamos.
Es que el desarrollo se ha hecho “a la que te criaste”, como dicen en mi barrio. Sin el más mínimo orden y lo que ayer era el Ministerio de Ordenamiento Territorial y Medio Ambiente, hoy solo conserva esta última parte y vaya si todavía hay mucho por hacer en el tema.
No se trata sólo de lo que la lógica evolución humana requiere, sino del producto de nuestra inconsciencia, de nuestros derroches y demás, que va convirtiendo lo que antes considerábamos un privilegio, en una suerte de tierra desértica, calurosa e inhóspita, en la que cada vez se hace más difícil vivir y producir.
Lo que ayer mirábamos en otros lados, como una exageración, hoy es un producto imprescindible en este suelo.
¿No será necesario revisar nuestra propia conducta?
A.R.D.