Todos los entrevistados coinciden que el seguir estudiando o formándose de grande tiene otro sabor, el esfuerzo sin duda pero también que es esta etapa nada externamente te obliga, es el interior de cada uno que lleva esa voz como bandera.
Estas son algunas de las frases que mencionaron nuetsros entrevistados.
Soraya Machado, Subdirectora encargada del Liceo Nocturno
“Trabajar con personas grandes es algo único”
Jorge Pablo Molina, Maestro Alfabetizador
“No hay edad para aprender ni para ir detrás de lo que uno quiere”
Prof. Cristian Oxandabarat, Nocturno Liceo N° 5:
“Hay quienes tienen todas las oportunidades y no aprovechan, y esta gente está tan complicada e igualmente se da un tiempo para esforzarse y tratar de terminar los estudios”
Ma. Fernanda Ferreira obtuvo sus ansiados títulos con más de 50 años:
“Se requiere de mucha disciplina, no aflojar y optimizar bien los tiempos”
Olga Moreira. Estudiante de Profesorado, “A mis 59 años, puedo decirle a quien quiera estudiar que no piense en la dificultad, ni en el “qué dirán”, sino en la satisfacción de lograrlo”
María Celeste Roux Cattani,“ La profesión me hizo conocer gente, paisajes, la ruralidad que es hermosa, en mi primer año de trabajo”
Jorge Pablo Molina, Maestro Alfabetizador
“No hay edad para aprender ni para ir detrás de lo que uno quiere”
Jorge Pablo Molina es Maestro Alfabetizador que trabaja con personas mayores ayudando a que puedan terminar sus estudios desde la Dirección de Educación de Jóvenes y Adultos, dependiente del CODICEN.

– ¿No hay edad para estudiar?
– No, por supuesto que no hay. Mi madre es el mejor ejemplo. Cuando nosotros ya estábamos todos encaminados en nuestros estudios, recién ahí se dedicó a terminar el liceo y después seguir abogacía, recibiéndose con cerca de 50 años. Así que en casa tengo el mejor ejemplo en ella.
– ¿Cómo se viene trabajando en el Plan Escuela para Adultos?
– Yo pertenezco a la Dirección de Educación de Jóvenes y Adultos, que está adentro del CODICEN, y lo que ellos hacen son convenios con instituciones de todo el país. El convenio trata que esta institución vea que en su población, en su barrio, es necesario, y se comunican con el CODICEN ofreciendo el lugar físico, entonces CODICEN provee el docente. En Salto a lo largo de los años han ido variando los espacios, hoy en día son muy pocos, justo hoy tuvimos la elección de cargos. Son pocos porque la gente desconoce que además de estar la preparación de personas, porque aún hoy hay personas que no saben leer y escribir, aunque resulte llamativo o extraño, son los menos, pero los hay. Hay muchas personas que no han terminado la escuela, entonces, ese es el trabajo principal de Educación de Adultos, pero a la vez también tenemos talleres de cocina, de corte y confección, de huerta. Por ejemplo, en la Unidad 20 del INR, la cárcel, tenemos dos maestros y un tallerista de huerta y otro de cocina, que pertenecen a Educación de Adultos. También hay espacios en Constitución, en Don Atilio. En estos últimos años he trabajado en ASIMSA, que es una institución que trabaja con jóvenes y adultos con cierta discapacidad, pero a la vez está abierto a toda la población. Toda persona que quiera terminar la escuela o aquella persona que terminó la escuela pero que no hizo ningún otro estudio y quisiera retomar algo de matemáticas o lenguaje para poder seguir luego otra cosa, también puede hacerlo. O sea, estamos abiertos a todas las personas que quieran aprender, básicamente a partir de los 14 años.
– Y en ese caso, ¿cómo pueden contactarse con ustedes?
– Una de las formas es acercarse a la Inspección Departamental de Educación Inicial y Primaria de Salto. También tenemos una Coordinadora, que es la Maestra Aldana Antúnez, o si no, acercarse a los espacios que le mencioné, que no son muy conocidos porque van variando. El cambio del espacio es debido a la población, cuando tienen muy pocos alumnos, se cierra ese espacio y se busca otro donde haya más personas, porque lamentablemente los recursos son escasos.
– Suele costar tomar la decisión de culminar sus estudios, pero una vez que la persona decide hacerlo, ¿cómo es su comportamiento?
– Eso donde más lo vemos es cuando hacemos la prueba de acreditación, la que sucede en tres momentos del año, por mayo, agosto y en diciembre, luego hay otra especial en febrero. En la prueba es donde están los conocimientos básicos del lenguaje y matemáticas, pero además hay de comprensión lectora y escritura. La persona al aprobar esa prueba tiene por terminada Primaria. Esa prueba también consta de una parte oral cuando la persona terminó la prueba, que para eso tiene hasta tres horas, luego en la parte oral se le hacen preguntas de cultura general, pero también se le pregunta qué le gustaría seguir estudiando, qué lo motivó a llegar, que es cuando comenzamos a conocer las historias de la gente que se acerca a veces con un poco de temor, con dudas como aquello que se pregunta, “¿por qué me voy a poner a estudiar ahora que estoy muy grande?”, pero después se van entusiasmando y cuando dan la prueba y se enteran que salvaron, hay una felicidad que lo entusiasma a seguir estudiando.
Recuerdo el caso de una abuela con más de 70 años que fue con la nieta a dar la prueba, las dos la dieron, aprobaron y la abuela quería seguir en la UTU con un estudio de Corte y Confección. Ese es un ejemplo, pero hay cantidad de ese tipo de historias. La gente llega muy entusiasmada, pero siempre cuando arranca es con algo de temor y dudas, sobre todo por la vergüenza del qué dirán, y muchas veces cuando nos cuentan su historia de vida es que la situación familiar los llevó a tener que salir a trabajar temprano, cuidar los hermanos, después se casan y los estudios van quedando para atrás, pero igualmente queda eso adentro de ellos de forma latente de querer terminar.
– ¿Qué mensaje daría a aquellas personas que aún tienen dudas de terminar sus estudios y le falta un empujoncito para que se animen a dar ese paso?
– Repitiendo aquella frase con la que comenzamos esta charla, no hay edad para aprender ni para soñar, porque en realidad todo arranca ahí, en ver qué es lo que uno quiere, qué es lo que uno sueña. No hay edad para aprender ni para ir detrás de lo que uno quiere.
Soraya Machado, Subdirectora encargada del Liceo Nocturno
“Trabajar con personas grandes es algo único”
La Profesora Soraya Machado es Subdirectora del Liceo N° 5 y desde hace tres años está encargada del Liceo Nocturno. Con ella habló EL PUEBLO para conocer su experiencia.

– ¿Cómo es la experiencia de trabajar en el Liceo Nocturno?
– Hace tres años que estoy acá, me voy el año que viene. Acá hay tres turnos en este Liceo 5, de mañana está el Director, de tarde la subdirectora y yo como subdirectora también a la noche, cada uno con sus experiencias, pero trabajar con grandes es algo único. Nuestro gran desafío para el Nocturno es que las personas vengan, se anoten, pero después permanezcan. Entonces a todas las salas le proponemos al docente que identifiquen las estrategias que posibiliten el acceso, que es lo que está pasando ahora, inscribiendo. La permanencia de los estudiantes, la continuidad, es decir, que vengan asiduamente todos los días y aprender, que salgan de acá con la edad que tengan pero diciendo que aprendió en el Nocturno. Eso es fundamental para nosotros, que salgan aprendiendo. Pero para eso, los docentes tienen que entender también que acá no es como trabajar en el diurno. ¿A quiénes recibimos en el Liceo Nocturno? A personas mayores de edad, al trabajador. Entonces, no están en iguales condiciones para aprender que el alumno que viene jovencito con 14, 15 o hasta 18 años. Acá tenemos que revisar todo lo que aprendimos, sobre todo la didáctica. No es fácil, porque un profesor no puede enseñar lo mismo que enseña en el diurno que en el nocturno. Eso es un desafío para el docente, para el subdirector y para el director.
– Suele costar tomar la decisión de retomar y culminar sus estudios, pero una vez que la persona decide hacerlo, ¿cómo es su comportamiento durante el curso?
– Para mí se los ve más motivados que a los chicos, mucho más, pero con más problemas. Una cosa es venir acá cuando sos chico, y por lo general los problemas de su casa ni los ve, pero acá los tiene que solucionar y también debe estudiar. Cuando los recibimos, ellos mismos están muy motivados, eso es lo que contagia al docente porque es en la noche, que no es para estudiar, uno hace como una salvedad que tiene que esforzarse porque tiene una meta y alcanzarla, pero la noche no es para estudiar. Es salir de trabajar y venir al liceo, eso lo sabemos. Entonces, como le dije, esa motivación que ellos traen contagia al docente. ¿Qué es lo que hacemos para mantener eso? Esas son las estrategias que nos juntamos porque hay salas docentes en la noche con un participante estudiantil elegido por ellos mismos para ver qué es lo que falla y qué podemos cambiar.
Una cosa es como se enseña en el diurno, lentamente, mientras que acá en tres meses dan un programa, que en otro lado lo dan durante todo el año. Entonces, el docente tiene que sentarse y decir que el plan lo llevará a cabo pero después hay que ajustarlo continuamente.
– ¿Cuál es el promedio de alumnos que tiene el Nocturno cada año?
– Recibimos a más de 400 alumnos a la noche, en Ciclo Básico de 1° a 3°, y Bachillerato solamente 4°, pero como dije, el desafío es mantenerlos, que sigan viniendo y que terminen todos, esa es nuestra meta, pero no todos lo hacen. En estos dos años de pandemia dejó más de la mitad, y fue luchar contra todo. Cuando entré, no había digitalización en el Nocturno. La persona grande por lo general no sabía manejar la computadora. Escribimos a Ceibal, que fue de gran ayuda, y todos los 1° recibieron computadoras. A partir de ahí, todo el mundo trabaja en la computadora, o sea que en la pandemia ellos pudieron desde su casa, con el Facebook, con Instagram, con todos los recursos tecnológicos, y ahora nos dijeron si no podía seguir las clases desde sus casas, y no, ahora es presencial.
– ¿Qué le ha dejado esta experiencia al frente del Nocturno?
– A mí, mucha cosa, por supuesto. Yo ya venía de trabajar en becas, estuve siete años en el Plan Compromiso Educativo, que hoy tengo la satisfacción de que seguimos unidos a esos chiquilines, a quienes les costaba estudiar y cuyos padres no tenían suficiente dinero para mandarlos a estudiar al Liceo 1. Entonces, se los ayudó a estudiar, que vieran que ellos podían continuar como cualquier hijo de vecino y entrar en la Facultad. Por eso ya estaba un poco acostumbrada a gente que venía con tropiezos pero tratando de esforzarse. Y cuando llegué acá, conseguimos mucha cosa, seguramente otros antes que yo también lo hicieron, no olvidemos que este liceo tiene 173 años. Dentro de algunas de las cosas que hemos ido consiguiendo, es que el Nocturno sea aún más inclusivo, desde que admitimos estudiantes con TEA (Trastornos del Espectro Autista) e hipoacúsicos.
Por otro lado, tratando de solucionar algunos de los problemas que hemos visualizado, hicimos un proyecto, lo mandamos a la Inspección y al INAU en Montevideo, se llama “Sueños de Luna”, que es un centro de cuidados de niños mientras las madres están estudiando, pero sobre eso todavía no hemos tenido resultado.
Prof. Cristian Oxandabarat, Nocturno Liceo N° 5:
“Hay quienes tienen todas las oportunidades y no aprovechan, y esta gente está tan complicada e igualmente se da un tiempo para esforzarse y tratar de terminar los estudios”
Cristian Oxandabarat es Profesor de Matemática, trabaja en el Nocturno del Liceo N° 5 desde el año 2010 y piensa seguir eligiéndolo, porque le gusta, se siente cómodo y entiende que realiza una gran contribución a una cuestión tan importante como es culminar sus estudios secundarios personas adultas.

-¿Cómo fue empezar a dictar clases en un entorno diferente a lo común de los liceos?
Cuando empecé a trabajar en el Nocturno me generó mucha incertidumbre sobre qué iba a pasar, cómo sería trabajar con adultos. Sabía que no iba a ser lo mismo que con niños o adolescentes. Empecé con 3ro. y 4to. año. Pero desde el comienzo trabajé cómodo, me tocaron grupos muy lindos. Una característica es que se comienza con grupos muy grandes, se anota un número muy grande de alumnos y luego va descendiendo…
-¿Por qué pasa eso?
Por diferentes razones. Algunos comienzan a trabajar, o van surgiendo otras complicaciones que los hace ir abandonando el estudio, entonces los grupos se van reduciendo a lo largo del año. Eso pasa todos los años, es un tema que siempre está sobre la mesa, tratar de reducir ese número de alumnos que abandonan, pero lamentablemente es una constante, y no solo en los años que hubo pandemia, que se remarcó más esa situación, sino que siempre ocurre.
-¿Por qué elige trabajar allí?
Me gusta el horario de la noche, aunque a veces es un poco difícil porque también trabajo en el horario diurno, pero trabajo muy cómodo y me gusta. Desde 2010 continué trabajando consecutivamente en el Nocturno, incluso para este año 2023 tomé dos grupos de 1ro. y dos de 3ro.
-¿Cómo es esa realidad de trabajar con alumnos extraedad?
Las realidades son muy diferentes, y son generalmente «problemas» muy diferentes a los que se encuentra en adolescentes. Hay otras cosas detrás que hacen que sean realidades muy diferentes: muchos trabajan, muchos tienen una familia que atender, y eso va generando diferentes cosas que hay que saber ir manejándolas de a poco, hay que saber adaptarse por ejemplo cuando no tienen demasiado tiempo para realizar tareas domiciliarias u otras actividades extra curriculares fuera del horario del liceo. Es importante manejar todo eso, también para que no se sientan tan presionados y abandonen los estudios por una sobrecarga de exigencias. Hay que mantener un equilibrio, exigir sí pero también contemplando esas cosas que pueden jugar en contra.
-Es gente que al estudio en general le suma otras responsabilidades…
Sí, y se da mucho por ejemplo que la gente adulta a veces tiene también esa necesidad de contar su realidad, su día a día. La mayoría lo ve también como un espacio de encuentro, de intercambio, de liberar un poco la mente de la jornada diaria de trabajo… Hay gente que trabaja 14 horas y después va a estudiar, o gente que tiene 5 o 6 hijos y busca la manera de que alguien los cuide mientras ellos van a estudiar, tenemos casos de gente que ha llevado los hijos al liceo en alguna ocasión porque no tienen con quién dejarlos y no quieren perder ese día de estudio. Hemos tenido casos también de accidentes laborales, o alumnas que quedan embarazadas y piden que se les contemple eso. Pero siempre se trata de buscarle la vuelta. Ahora por ejemplo después de la pandemia que se empezó a utilizar la plataforma Crea, que es una herramienta muy importante, se logró también acercar personas que de repente viven muy lejos del liceo y se les dificulta asistir todos los días, así se complementó esa falta de asistencia con tareas virtuales, son cosas que uno va implementando y de a poco uno mismo va aprendiendo también. En el liceo siempre se fomentó eso de pelear hasta el final para culminar los cursos, para que no dejen… Se valora todo el esfuerzo que hay detrás porque sabemos que no es fácil trabajar y estudiar, atender una familia, en todo eso se da una mano para que los alumnos puedan estudiar y avanzar lo más que se pueda. Tengo la costumbre al comienzo del año, de presentarme, presentar la materia, cómo vamos a trabajar durante el año, etc. Y les pido a ellos que se presenten. Para mí esa instancia es muy valiosa; sobre todo en el Nocturno es importante que puedan contar un poquito de su vida y te encontrás con algunos que te cuentan todo, que tiene una necesidad muy grande de revelar cosas y son insumos que uno va tomando para ver las características del grupo. Hay cosas que en verdad sorprenden, porque uno se encuentra con casos muy particulares que nos hacen pensar y decir: hay quienes tienen todas las oportunidades para estudiar y no aprovechan, y esta gente está tan complicada e igualmente se da un tiempo para esforzarse y tratar de terminar los estudios.
-¿Qué dicen esos alumnos respecto a por qué han decidido seguir estudiando?
La mayoría de ellos se quiere superar, es una cuestión de superación personal. Pero también está en juego que los estudios abren más puertas para encontrar trabajo. Por eso las personas adultas se dan cuenta de la necesidad de terminar de estudiar, ellos mismos dicen que se fueron a anotar a tal lado para trabajar pero les pedían como mínimo el liceo completo, entonces se dan cuenta que sin estudio muchas puertas se cierran, y son conscientes también que nunca es tarde para estudiar.
-¿Podría contar algún caso especial de esfuerzo, de superación, que le haya quedado grabado?
La verdad que son muchos. Algunos me han sorprendido, nos han sorprendido en realidad al plantel docente y a la Dirección. Hay alumnos que por ejemplo para ganarse un peso, día a día cuidan motos, y en la noche van a estudiar. Hay chicos que no tienen una familia que los respalde, viven prácticamente en la calle y se dan lugar para ir a estudiar. Y en el liceo se trata de crear ese clima para que se sientan como en su casa de alguna forma y que más allá de ir a estudiar, encuentren en el liceo un lugar donde sentirse mejor, que en otro lado no lo tienen…Puedo contar que en invierno se instaló una costumbre que es servir un café, una “copa de leche” como se dice y es algo que ayuda, porque los fríos intensos también son algo que atenta contra la asistencia de los alumnos. Hay alumnos que la verdad no tienen ni eso, ni una taza de café para pasar mejor. Incluso se han conseguido colaboraciones, hasta canastas, siempre con el apoyo de la Dirección se trabajó estos temas y los alumnos lo valoran mucho. Hay alumnos que uno los ve entrar en 1ro. y transitar todos los años del liceo, y que logran terminar, después los ves y te dan las gracias. Es decir que ellos ven el premio al esfuerzo y siempre lo agradecen, siempre queda esa buena relación estudiante-docente que quizás en otros niveles no se da tanto.
Ma. Fernanda Ferreira obtuvo sus ansiados títulos con más de 50 años:
“Se requiere de mucha disciplina, no aflojar y optimizar bien los tiempos”
“Estudiar ya siendo grande, pienso que es un desafío importante cuando uno ha dejado tanto tiempo el entrenamiento del estudio y tiene que poner en funcionamiento otra vez toda la sinapsis de las neuronas”, comienza expresando María Fernanda Ferreira al ser consultada sobre el tema de este informe. Fernanda, periodista de este diario durante muchos años y cantante, logró en estos últimos dos años su meta de obtener la Certificación en Inglés y la Certificación en Portugués, títulos otorgados por el Instituto de Formación Docente: “a los 55 años logré certificarme en Inglés y a los 56 en Portugués”. Esto le permite comenzar una carrera como docente de esas lenguas en Educación Primaria.

-¿Por qué se decidió a estudiar ya siendo una persona adulta?
Porque quería abrirme otro horizonte. Al principio di la prueba de ingreso para Certificación en Inglés y la perdí, eso fue en 2017; tenía que llegar al 60% y llegué al 58%. Ahí me desanimé un poquito, pero era una prueba que no se daba todos los años, había qué esperar que se volviera a dar, entonces en el 2019, antes de la pandemia, la volví a dar y ahí sí pude aprobarla. Entonces comencé, el tema es que fue un año muy particular porque sobrevino la pandemia y tuvimos unas primeras clases presenciales, luego ya se cortó todo, hubo que continuar por zoom.
-Hubo que adaptarse a esa nueva modalidad también…
Claro, todo un desafío porque implicaba tener un profesor a distancia, por más que era, digamos, sincrónico, porque era ver el profesor en vivo, igual tuvo su grado de dificultad. No es lo mismo cuando uno puede consultar las cosas in situ que cuando tiene una cámara enfrente y tantos estudiantes conectados.
-¿Costó ese inicio?
Al principio me costó. Me costó reengancharme con el idioma también, que hacía tantos años que estaba desentrenada, pero no decaí. Si bien, como decía, al principio me costó muchísimo, seguí. Después que lo de la pandemia aflojó un poquito, pudimos hacer prácticas en las escuelas y después se vino nuevamente la pandemia, aunque en ese momento yo estaba ya avanzada en el profesorado de Inglés y decidí anotarme en el de Portugués. Así seguí, me había quedado todavía Lengua Inglesa, del primer año, que era la materia más importante y más difícil, pero así seguí con los dos idiomas.
-Y sin dejar de trabajar…
Claro. Trabajando desde casa para el diario y también con mis compromisos familiares, mi madre, mi nieta, entonces significó desdoblarme en muchas partes, pero pude centrarme en todo un poco.
-¿Qué se requiere para lograrlo?
Se requiere de mucha disciplina, no aflojar y optimizar bien los tiempos. Tuve que ejercitar muchísimo la paciencia, que no es uno de mis fuertes, así que fue un ejercicio de paciencia conmigo mismo y con la situación. Tuve también que aprender a manejar las frustraciones, porque también las hubo, a veces los resultados no son los esperados y vienen también situaciones de angustia, pero luego me sobreponía a ellas y continuaba.
-¿Qué recuerdos afloran al pensar en el momento en que llegaste a la meta?
El día que terminé Inglés fue el 6 de diciembre de 2021, no me voy a olvidar nunca ese día que supe que había logrado el título, se siente algo intransferible. Me fui caminando a lo de Gabriela, mi hija, y le dije: ¿viste que se puede? Como alentándola a ella también a estudiar. En el 2022 terminé Portugués, tuve que viajar a Artigas porque por la pandemia fue también por zoom y había que ir a dar los exámenes a Artigas. Después nos exigieron la presencialidad, y fue un año muy duro el 2022, haciendo coincidir las prácticas, con el trabajo en la escuela acá qué ya estaba haciendo, fue un gran sacrificio también monetario, pero hoy siento que valió la pena.
-Y ahora, a recorrer un nuevo camino…
Sí, una nueva etapa, trabajando en la docencia y la verdad es que estoy muy contenta, me siento muy a gusto, siento que es un camino que tiene que ver con mi esencia. A veces me pregunto por qué no hice esto antes, pero la vida es así, uno elige otros caminos, yo elegí el periodismo y no me arrepiento porque también es algo que amo mucho y también siempre me sentí una privilegiada de poder trabajar en lo que me gusta. Lo mismo que siento ahora con la docencia, que Dios me ha permitido trabajar en mis vocaciones, en cosas que siento como parte de mi esencia.
-¿Qué mensaje dejaría a quienes piensan que ya se les pasó la edad para estudiar?
No hay edad, hay gente que ha terminado una carrera con 70 años y más, incluso a veces no para ejercer sino por un gusto personal, por cumplir con un objetivo pendiente, y a veces como en mi caso, persiguiendo una fuente laboral. De todas maneras, está bueno cuando uno es joven poder aprovechar las oportunidades, no rendirse “en la primera de cambio”, siempre uno puede acomodarse en los horarios, adquirir disciplina, ser constante en estudiar, en leer, en reorganizarse, vencer el propio cansancio y darle para adelante porque después vienen las alegrías, las satisfacciones, tanto personales como en el entorno familiar. Otra cosa importante es saber que es necesario ir actualizándose siempre, hay que seguir estudiando y aprendiendo conforme avanza la vida.
Estudiante de Profesorado
Olga Moreira: “A mis 59 años, puedo decirle a quien quiera estudiar que no piense en la dificultad, ni en el “qué dirán”, sino en la satisfacción de lograrlo”
Hace unos días cumplió 59 años de edad, a los 52 decidió culminar el liceo y hoy se encuentra cursando el último año de la carrera de Profesorado de Literatura. Se llama Olga Liliam Moreira, y así conversaba con EL PUEBLO:

-Si le digo: “Nunca es tarde para estudiar”, ¿qué me dice?
Esa frase me moviliza, porque si bien trabajé toda mi vida como parte de la mano de obra citrícola de nuestro departamento, siempre leí mucho, compraba libros de diversos temas. En cada curso que la empresa ofrecía era yo una de las primeras en anotarse. Creo firmemente que estudiar, lo que sea, te mantiene activa la cabeza, te enriquece, abre la mente a nuevos mundos. Obviamente genera más ganas de aprender, sobre todo en gente como yo que amo leer, realmente creo que es una terapia aprender de todo un poco, porque te integra al mundo.
-¿Cuándo fue que abandonó los estudios y por qué?
Debí abandonar mis estudios en el año 1980. En un tiempo difìcil para el país, donde una familia numerosa como la mìa no tenìa acceso a planes de ningùn tipo, las becas eran mìnimas, la asignaciòn familiar no bastaba para comprar uniformes que se exigìan para asistir a las instituciones; eran tiempos de cumplir òrdenes o te ibas. Yo era excelente en Literatura y deseaba ser maestra o profesora de Literatura. La realidad se impuso y mi papà no podía comprar uniforme ni libros, habiendo cumplido 16 años con 5º año aprobado en Secundaria debì salir a trabajar. Primero como doméstica, luego en el Instituto Comercial “Graphia”, donde como parte de mi salario recibía clases de mecanografía y aprendì tambièn taquigrafía. Me casé a los 17 años, dediqué mi vida a criar y educar a mis hijos trabajando en la empresa Caputto o Citrìcola salteña…
–¿Y cuándo y por qué decide retomar los estudios?
Treinta y cinco años después, con 52 años, cuando se independiza mi hijo menor, ante serios problemas de pagos en la empresa donde trabajé 28 años de mi vida y motivada por mi hija, decidí cursar el 6º año en el Liceo Nº 1, en el turno nocturno. Año 2016, felizmente egresada del Bachillerato de Derecho. En 2017 decidí abandonar definitivamente mi trabajo para inscribirme en el CeRP del Litoral para cursar el Profesorado de Literatura.
-¿Le resultó difícil ese retorno al ambiente estudiantil?
Debo reconocer que no fue fácil insertarme en un ámbito donde la mayoría eran estudiantes jóvenes, donde las exigencias son bien importantes. No era fácil leer cinco autores o más para realizar un trabajo, por ejemplo aprender el manejo de normas de escritura como las normas APA, cambiar la cabeza en relación a las verdades que iba encontrando y contradecían lo aprendido en mi tiempo, donde muchas cosas no eran lo que nos enseñaban. Mil veces me preguntè si “me darìa la cabeza”. Pero debo reconocer que el deseo de cumplir ese sueño de adolescente me dio la fuerza para comprometerme cada dìa más. Encontré mi lugar allí.
-¿Tiene también sus ventajas estudiar de adulto?
Una gran ventaja que encontré fue el fácil acceso a la información de los tiempos que vivimos. La amplia biblioteca disponible, la sala de informática, la disponibilidad de la sala de computadoras para trabajar desde allí. Antes había que ir a la Biblioteca Municipal. Creo que otra ventaja es la certeza de lo que me gusta. Haber decidido de grande estudiar me puso ante un compromiso: ¿Qué ejemplo dejar a mis nietos, o a los jóvenes que voy encontrando en el camino?, y lo primero que me respondo es: estudiar aquello que llene tu corazòn, prepararte para la vida desde aquello que te da alegrìa realizar. Creo que el estudio abre un mundo maravilloso donde cada paso que das es descubrimiento, aprendizaje, nuevos vínculos.
-¿Un mensaje para quienes creen que ya no se puede estudiar a determinada edad?
Agregaría algo a la reflexión que realicé al inicio, y es que cuando estudies aquello que realmente te da felicidad, no permitas que nada te detenga. Mantener la vista en la meta, recordar que hoy es posible lograr tu objetivo de mil maneras. A mis 59 años, puedo decirle a quien quiera estudiar que no piense en la dificultad, ni en el “qué dirán”, sino en la satisfacción de lograrlo. En mi caso, contagiar el gusto por lo relacionado a la literatura en los jóvenes estudiantes que he tenido el privilegio de acompañar en su formación en la práctica y este primer año de trabajo.
LMaría Celeste Roux Cattani
Con casi 50 años, de vendedora de quiniela y diarios , a transitar con éxito por el Magisterio superando varias dificultades
María Celeste, o Marice como se la conoce, decidió casi a los 50 años cumplir el sueño que compartía con su madre de estudiar alguna profesión. Los acontecimientos la llevaron por las sendas de la educación y nos cuenta como fue que tomó la decisión de retomar los estudios, cuáles fueron los obstáculos, cuáles los beneficios y experiencia de compartir el día a día con compañeros de otras generaciones.

En el año 2005 mi hijo que había cur-sado 5to. año de Ciencias Biológicas con el nuevo plan de Bachillerato no quedó conforme. En el liceo Noctur-no seguía el plan anterior por lo que decidió ir, como era menor tenían que inscribirlo uno de sus padres y fui yo. Estando en la cola, pensé, y si pre-gunto si puedo cursar las 3 materias que debo de 5to, que lo había cursado en 1977 en mi Liceo de la Zona Este. Cuando llego mi turno inscribí a mi hijo y le pregunto a la adscripta por mi caso, enseguida me dijo que si, que fuera al liceo y consiguiera el pase. Al otro día voy al liceo y lo solicito y me voy a inscribir. Yo estaba feliz, había llegado al gobierno la fuerza política a la que voto desde 1984, eso nos había cambiado el ánimo, había esperanzas y pensé que mi aporte sería terminar al menos el bachillerato.
Estudiar de grandes
Yo pienso que al estudiar de grande uno le pone más ganas, no nos po-demos dar el lujo de perder un año, si es que se tiene la vocación. La ex-pectativa por la carrera no, si tenés un título y te va mal en el concurso, no tenés posibilidades de trabajar. Es diferente al profesorado que son ser egresados pueden trabajar, nosotros no. Incluso con título, lo tenés y como somos tantos en Salto no tenés tra-bajo. Además como se vienen de Arti-gas, de Tacuarembó, compañeras con puntaje de efectividad no lo lograron por esa gente que viene de otros de-partamentos. Es injusto el sistema de concurso, en la práctica en la misma escuela, 5 maestros dando el mismo tema, aunque se alternen los niños, siempre se repiten y si te toca dar en último lugar, ni te cuento, ya los guri-ses no quieren mas. Se debería imple-mentar otro sistema. Con respecto a mi experiencia
Compartir con otras generaciones Siempre tuve buena relación con los compañeros y docentes. Yo era la más vieja, ahí tenia 46 años, y gracias al profe de Filosofía, Jorge de los Santos me hice fanática de la Vela Puerca, en un escrito llevó la letra de Burbujas y me encantó, el domingo en la feria me compré el disco Bichos y flores y desde ese entonces conocí esa mú-sica. Recuerdo con alegría las clases de Filosofía, las discusiones que se armaban, impagables, y las clases de Historia con el profe Gerez, un verdadero placer, mi hija lo admiraba, pen-só que lo iba tener de profesor y nunca le tocó, ella disfrutaba con sus clases. Recuerdo con cariño a todos los profesores y compañeros. Como perdí nuevamente Matemáticas de-cidí recursarla en el 2007. Cuando salvé el último examen de 6to, Lite-ratura llegué feliz a casa a contarle a mamá y ella me dijo “ahora estudia para maestra”, y yo le dije no puedo, soy vieja y ella me dice como vas a ser vieja si tenés a la nena chica. Es que en IFD había límite de edad. En el 2007 recursé Matemáticas y en mayo muere mi mamá. Exonere Ma-temáticas y pedí la formula 69 para la Facultad de Ciencias Sociales, me saqué carnet de salud y lo único que me faltaba era partida de nacimiento. Fui a solicitarla al Registro civil y al otro día tenía que levantarla. Cuando estaba cocinando y escuchando el informativo de radio Salto, leyeron un comunicado del IFD en que se habrían inscripciones sin límite de edad, al otro día levanto la partida y cruzó hasta el Instituto, pregunto y ya me inscribo, en el tur-no vespertino, llego a casa y le digo a mi esposo, no voy a ir nada a la universidad, me miró sorprendido y le digo me inscribí en Magisterio. Era el año 2008, tenía 48 años, en mi clase era la mayor, todos mis compañeros tenían las edades de mis hijos, nunca me hicieron sentir mal, por el contrario, hasta ahora tengo una muy buena relación con mis compañeros de generación. En la clase de al lado, había otra compañera 10 años mayor que yo, con la salvedad que ella había comenzado la carrera y la dejó, esa compañera tuvo 8 hijos y a los 58 años retomó la carrera. Esa compañera 10 años mayor es Myrna Leoni, trabajó hasta los 70 años, a fin del 2022 le llegó la El primer año yo iba y venía a pie, 44 cuadras entre ida y vuel-ta. De día vendía quiniela, y de noche estudiaba. En segundo al comenzar la práctica docente se complicó, la práctica de mañana y de tarde el instituto. Gracias a mi marido que se hizo cargo de la casa pude hacer la carrera en 4 años. Me recibí el 22 de fe-brero del 2012, se van a cumplir 11 años. Lo más difícil fue dejar tanto tiempo solo a mi marido, a cargo de las tareas de la casa y la nena. Los domingos vendía diario El Pueblo y con lo que ganaba me pagaba las fotocopias y los materiales para la práctica.
Experiencia en la ruralidad
La profesión me hizo conocer gente, paisajes, la ruralidad que es hermosa, en mi primer año de trabajo, hice suplencias en la Cuchilla de Guaviyu, inolvidable, llegué y la escuela cerrada, la directora había venido a cobrar comedor, era un 30 de abril, y me quedé sola hasta el miércoles 2 de mayo. Después en la Colonia de Vacaciones y desde junio a diciembre en Pueblo Olivera. En 2013 en Belén, 2014 en Quintana como maestra ayudante y director Da-vid Foucault. En 2015 en Carumbe con la directora Winy Chávez, en 2016 en Cerros de Vera, en 2017 en Campo de Todos, hasta setiembre que se reinte-gró la maestra efectiva, ese año volví a Carumbe, Chacras de Constitución, Saucedo, la Escuela 7 de Constitución y terminé desde octubre a diciembre en la 14 de Barrio Artigas, hermosa escuela y excelentes compañeros, en 2018 Belén, 2019, Paso de las Piedras de Arerungua, 2020 y 2021 en la 63 de Boquerón de Cañas, de la que tengo afectos guardados de esas niñas y la compañera auxiliar Lourdes. 2022 en Paso del Parque del Dayman, hasta el mes de setiembre, que por licencia mé-dica no pude volver. La relación con los compañeros que me han tocado muy buena, de todos los directores que tuve lo mismo. Mi experiencia en la ruralidad es muy valiosa, estar toda la semana le-jos de la familia pesa, pero si uno tiene vocación pesa menos, lo único feo es cuando elegís una escuela lejana y sin ómnibus, eso me pasó el año pasado, nunca más hago una locura así, a la bartola, pasando mal y pagando para trabajar, y si te enfermas ni te cuento, la doctora que iba a ese pueblo, cada 15 días rompió la camioneta por el mal estado de los caminos y no sabes que feo sentirte mal y no saber como salir para llegar al hospital. Eso es lo feo, lo negativo. Pero las vivencias, la gente, los niños, los compañeros, los lugares hermosos que tiene nuestro departamento, los paisajes, esas cosas permanecen para siempre, te enriquecen esos conocimientos, en mi caso que nunca había salido al campo, es una experiencia maravillosa. Ver los arroyos, los pájaros, apreciarlos, reconocer la flora y la fauna, un privilegio y eso gracias a mi profesión. Y seguiremos en este rumbo, mientras tengamos salud y ganas de seguir trabajando. Para que en cada rinconcito por más lejano que sea haya un maestro.