El 0 a 0 plasmó el objetivo: avance “manya” a las semifinales de la Copa Libertadores de América, después de 13 años.
En 1987, Peñarol alcanzó por última vez la consagración a nivel de la Copa Libertadores de América y en el 2011, producía un hecho que no se repetiría en los trece años siguientes: ser semifinalista primero, para luego alcanzar la condición de finalista.
El hecho es que el empate “manya” ayer a la noche jugando en su casa ante el mítico Flamengo, implicó la clasificación, para que lo aguarde Botafogo de Río de Janeiro en partido de ida y vuelta, mientras River Plate de Argentina y Atlético Mineiro de Brasil, serán protagonistas de la restante lleve, paso previo a la cima de la copa continental.
Amarrado a un esquema defensivo que le permitió desconectar los circuitos ofensivos del “Fla”, el equipo de Diego Aguirre, lejos de cualquier señal de inocencia, actuó a la medida de la circunstancia y en 180 minutos no recibió goles. Fue la clave para sacar a Flamengo, someterlo a la eliminación y creer que puede ser el Peñarol de antes, con el tinte sagrado de su mística. Es por eso que en casos como estos, el ayer quiere definitivamente volver.