Una convicción: nadie controla
Tras la denuncia en la Junta Departamental sobre el uso del aceite para elaborar comidas, sugió la inquietud. ¿Los salteños controlamos lo que consumimos y exigimos calidad para el cuidado de nuestra salud? Las dudas persisten.
Si bien los uruguayos estamos considerados “chillones”, y hasta se dice que somos el “enano quejón” del Mercosur, la idisoincracia hacia nuestro modo de vida dice muy otra cosa. Hasta que hace algunos años una ley que surgió a través del reclamo de un movimiento social conformado por una inquietud periodística comenzó a decirnos que algo en nuestra forma de vida cotidiana, no estaba del todo bien.
Los reclamos provinieron de un grupo de gente que estaba cansada de comprar cualquier cosa y que cuando reclamaban porque lo adquirido no estaba en las condiciones pertinentes, sus pedidos no eran contemplados, ya que a los proveedores nadie los obligaba a recibir y devolver un artículo ya vendido.
Por eso, una manifestación social derivó que recién en el año 2002 fuera sancionada la ley 17.250, que regula las relaciones de consumo en nuestro país y aunque la misma tuvo sanción inmediata en el parlamento por su necesidad social, la utilización de la normativa por el consumidor corriente a través de la cual debe hacer valer sus derechos, demoró un poco más en empezar a tener un andamiaje tal como el actual, donde incluso se estudia la posibilidad de crear un juzgado especializado exclusivamente para esa materia.
Pero ¿existe una cultura de consumo en nuestra sociedad al punto que exigimos que se nos brinden todas las garantías a la hora de adquirir un producto?. Quienes son proveedores ¿supieron “aggiornarse” a esta ley que impone una transformación en las relaciones de consumo, donde están obligados a dar más explicaciones que antes por los productos que venden o los servicios que prestan?. En plena temporada alta de consumo para los uruguayos, ¿cuáles son las exigencias que los consumidores toman en cuenta y que los proveedores no descuidan para evitar reclamos?.
La palabra de los protagonistas, en el siguiente informe de EL PUEBLO.
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Según todos los consultados, la cultura del reclamo existe entre los consumidores uruguayos los que cada vez más manifiestan sus exigencias a la hora de comprar un producto o adquirir un servicio.
Aunque la Oficina de Defensa del Consumidor presenta pocas denuncias contra restaurantes o casas de comidas en general, sí hay una percepción por parte de los propietarios de este tipo de comercios, de que en los últimos años la gente es “mucho más exigente” a la hora de consumir sus productos.
La cultura del consumidor exigente es parte de una transformación que ha ganado terreno en nuestra sociedad y que lejos de espantar a los comerciantes, supone un mayor rigor y cuidado a la hora de ofrecer productos y servicios a una población que no quiere comprar espejitos de colores.
“No tiene relación el costo que implicaría reciclar el aceite para freír unas milanesas, además de estar brindando un pésimo producto a los clientes”, dijo el titular del restaurante “La Trattoría”, Mario Pereira, quien además señaló que “el que hizo ese planteo no sabe de lo que habla, porque actualmente a un comercio le supone mucho más el costo de agua que el de aceite”.
Pereira es el propietario de uno de los comercios que concita mayor cantidad de público en su rubro y reconoce que esto debe pagarse con la mayor “calidad y transparencia posible” a quienes van allí.
“Para nosotros la higiene del local es algo primordial, dentro del perímetro de la cocina la higiene es algo indispensable todos los días. Incluso para el control de plagas donde una vez a la semana tiene que venir la empresa a fumigar, lo que no quiere decir que haya plagas, sino que se mantiene un rigor de limpieza porque vendemos comida y eso es básico”, dijo el empresario.
A su vez, sostuvo que las grandes cadenas de comidas que tienen otros costos de producción y ganancias, son el modelo de lo que deberían ser por ejemplo las cocinas a utilizar por parte de los comercios de ese rubro. Aunque adujo que cada uno debe ajustarse a su realidad, sin perder la calidad de la prestación del servicio.
“No son las cocinas de ningún restaurante del Uruguay así. No solo por cuestiones de costos, sino porque tampoco hay normativas que lo exijan”, empero aclaró que “nosotros mantenemos parte de la cocina abierta a los ojos del público. Se ve que está limpia y ordenada para que el que quiera pararse y recostarse al mostrador y mirar, pueda hacerlo y se sienta tranquilo”.
Añadió que el departamento de Bromatología de la Intendencia de Salto, concurre casi en forma mensual a visitar el lugar para ver las condiciones de manejo “y también cobran por ello”. Y admitió que en ese sentido “nosotros mantenemos el mejor nivel que está a nuestro alcance”.
“EL ABSURDO”
Por su parte, Mario Pereira descalificó el planteo realizado en la Junta Departamental por el edil Frank Bueno, acerca de que en algunos comercios de plaza, se utiliza el mismo aceite para freír comidas durante varios días, lo que resulta totalmente nocivo para la salud del consumidor.
“Eso es el absurdo total. Yo uso el aceite hoy y lo tiro. No lo reciclo para nada. Tengo un bidón y cada tanto abrimos la cloaca y lo tiramos. Hay otra gente que se lo lleva para los chanchos. El que dijo eso no sabe nada. Porque con el aceite ya viejo no se pueden hacer milanesas decentes, ni ninguna otra comida en buen estado. Es un absurdo total. Yo nunca me enteré que alguien lo hiciera porque no sé de qué manera podrían devolverle las propiedades al aceite”, manifestó y subrayó que “no podés desmerecer la mercadería que vendes por hacer una cosa así en aras de un ahorro que son vintenes”.
Por otra parte, fuentes de una empresa que pertenece a una cadena de supermercados y que tiene una sucursal en nuestra ciudad, pidieron no ser nombrados pero dieron su punto de vista para este informe, revelando incluso que después de utilizar el aceite del día lo “venden” a particulares.
En este caso, este comercio que ofrece productos en su rotisería, tiene la cocina a vista del público y al estar en el mostrador puede verse parte de ella, “es una manera de brindar tranquilidad”, adujo un funcionario del lugar consultado por este diario.
Señaló asimismo, que “el aceite que tiene mucho uso es imposible volver a utilizarlo. Hay gente que lo compra porque sino directamente lo tiramos. No tengo ni idea para qué podrían usarlo aquellos que lo compran, no se lo preguntamos. Principalmente tratamos de que se lo lleven, quienes se llevan los desperdicios. Después qué hacen con el aceite no es un problema nuestro”.
Afirmó que en el caso de este comercio “nosotros cambiamos el aceite que usamos todos los días. No lo reciclamos, lo cambiamos al finalizar el día. Sería imposible mantener el aceite más de cierto tiempo”.
Aseguró por otra parte, que “reciben inspecciones” del departamento de Bromatología de la Intendencia, pero que en ese sentido, “no se acuerda” si han sido observados alguna vez por algo relacionado a la situación sanitaria del local.
¿Y LOS CONSUMIDORES?
Para los consumidores consultados hay premisas que son básicas al momento de escoger un lugar donde ir a comer. Además advierten que en el momento en que como comensales se denota un problema en el servicio, enseguida se da a conocer para resolverlo, de lo contrario habría que instalar un libro de quejas, que como denominador común de los consultados, todos opinan que los comercios de expendio de comidas deberían tener y la mayoría no lo tiene.
En opinión de Ruben, un hombre de 61 años de edad que ha viajado por distintos lugares del país, “en Salto se come bien, hay un buen servicio gastronómico para el consumidor medio. Quien tiene un paladar más exquisito y quiera exigir otro tipo de servicios, hay un solo lugar a mi juicio y no es del todo bueno. Pero lo más importante es cuidar la salud en lo que uno come y para esto debe ser bien atendido. Los restaurantes de Salto ofrecen buen servicio, pero no les gusta que uno reclame que algo no está bien. Eso es así y miran con cara rara cuando les exiges algo”.
Contó que vivió un episodio en un local del centro, hace pocas semanas atrás, donde nuestro entrevistado se quejó porque la comida que pidió a su gusto “no estaba bien preparada y encima lo habían atendido tarde”. “Cuando reclamé, el mozo me espetó que estaba lleno de gente y encima que eso era lo que podía hacer el cocinero, lo demás corría por mi cuenta.
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Eduardo Arzuaga,Director Municipal de Salud
Existe ausencia de legislación sobre control de uso de
aceites en restaurantes, cantinas y rotiserías de Salto
EL PUEBLO consultó al Director del Departamento de Salud e Higiene de la intendencia de Salto, Dr. Eduardo Arzuaga, en referencia a la exposición del edil Frank Bueno (publicada en EL PUEBLO el lunes 7 de diciembre de 2009) realizada en el seno de la Junta Departamental en la sesión del jueves 3 de diciembre donde hizo referencia a la posible utilización de aceites deteriorados o en descomposición en bares, restaurantes, cantinas o rotiserías en nuestro departamento, en base a la publicación de una investigación realizada en Montevideo por la Facultad de Química llamada “Sombras en la alimentación uruguaya: los alimentos fritos y los alimentos con grasas trans”, y que fuera presentada en el 4º Simposio Internacional de Innovación y Desarrollo de Alimentos, Innova 2009.
El Dr. Arzuaga atendió telefónicamente a EL PUEBLO en un alto de su participación en los talleres sobre enfermedades de zoonosis en el Congreso Mundial de Hidatidología, realizado los días jueves y viernes en Colonia. Dijo estar al tanto del planteamiento del edil frenteamplista, reconociendo la existencia de inconvenientes y vacíos respecto a la legislación vigente sobre esta temática.
“La posición del Departamento (de Salud) – dijo Arzuaga- va a ser de tratar de poner al día toda la reglamentación. A nivel nacional no tenemos una norma preestablecida sobre el uso del aceite, esto sale obviamente del razonamiento común de que las materias primas en la elaboración de los alimentos no pueden ser reutilizadas y que la gente tiene que comprender estas cosas en la medida en que aparezcan los controles y que se pueda regularizar todo esto. Estoy al tanto de la presentación del edil Frank Bueno, el Departamento está, ya le digo, actualizando toda la norma”, estando “en total de acuerdo que hay que reglamentar (la temática) viendo que la manipulación, la elaboración y el consumo de los alimentos de la población sean de la mejor manera posible”.
“En este año –acotó- hemos hecho varios cursos de manipulación de alimentos. En estos días se hacía un nuevo curso en Termas del Arapey donde justamente entre tantas cosas está esto, lo de los aceites. Por eso creo que la actualización a nivel de los cursos, de la formación de los manipuladores de los alimentos son los que en definitiva van a llevar a que solo se encause en un buen uso de los productos de elaboración de los alimentos”.
– ¿Esto pasa también por la toma de conciencia de parte de los propietarios de los bares, restaurantes, rotiserías y todo aquellos que manipulen alimentos en forma responsable, en particular respecto al uso del aceite?.
– Por supuesto que si, no solamente del aceite, de todas las mercaderías. Es muy importante que se tome conciencia y es muy importante la educación, es muy importante que la gente sepa el por qué no se debe consumir en forma reiterada el aceite, qué pasa con sus ingredientes, cómo se van alterando químicamente, toda una cantidad de cosas que un poco surgen del sentido común pero que científicamente hay que actualizar todos los temas para tener los argumentos valederos para educar finalmente al manipulador de alimentos.
– Este gobierno se ha caracterizado por realizar controles como forma de prevenir males mayores, como por ejemplo, el estado en descomposición de algunos fiambres en algún supermercado. ¿Usted podría asegurar que en este sentido se realizarán también ese tipo de controles, tal como lo solicita el edil Bueno respecto a bares, restaurantes y rotiserías?.
– El trabajo en el Departamento a nivel de Bromatología es permanente, acabamos de hacer un relevamiento de los comercios de Salto, esto se hace periódicamente. Por lo general, es relativamente frecuente el retiro de mercaderías de fiambres, de carnes, de productos vencidos que hay incluso en los supermercados que se retiran los alimentos cárnicos que habitualmente terminan en PRODEA y digo, uno tiene que trabajar en todos los aspectos. La misma política que se viene haciendo con respecto a los alimentos en general se ha de tener que aplicar también en cuanto a la educación y a los controles a nivel de los comercios que estén empleando aceite.
– Acaba de hacer mención a retiros concretos de mercaderías en supermercados y carnicerías, ¿piensa que el mismo control se podrá realizar en los bares, rotiserías y restaurantes?.
– Se hizo una revisión de alrededor de 1.500 comercios establecidos en Salto.
– ¿Entre ellos bares, cantinas, rotiserías y restaurantes?
– Sí, sí, sí.
– ¿Cómo fue el saldo de esta revisión?. ¿Fue positivo o se encontraron con alguna irregularidad?.
– Estamos elaborando los informes, obviamente hay muchos comercios irregulares en Salto, de ahí la importancia de regularizar esto porque en base a los controles es cuando aumenta la calidad del producto que se ofrece a la población. En base a esa regularización es que se ofrece la seguridad que el usuario pueda acceder a esos alimentos en buena calidad, a la mercadería en general me refiero, verdad?.
– ¿Qué reflexión le merece esta iniciativa proveniente de la Junta Departamental de Salto sobre esta temática que trasladó a su repartición?.
– Creo que no se trata de un problema solo de Salto, es un problema del comercio en general. Nosotros, los salteños, tenemos una tradición o visión de acercarnos muchas veces a comercios que por comodidad o por estar en lugares abiertos a veces son lugares que no tienen los papeles en regla. Creo que todas estas cosas tenemos que ir normalizándolas de a poco, ir trabajando para que la gente tome conciencia, digo, no por estar contra los carritos, a mí me encanta ir a los carritos, sino para que la gente en las rotiserías, en las comidas rápidas y todo lo demás, cumpla con la reglamentación que día a día se va a ir implementando, actualizando y repensando en pos de mejorar la calidad de vida de los uruguayos.