Mucho se ha hablado de la necesidad de aprobar una ley que permita transparentar el origen de los fondos de las campañas de los partidos políticos.
Todo el sistema reconoce que esta es la puerta abierta para la intromisión de los denominados “narcodólares” a la democracia uruguaya. Hoy nada obliga a denunciar el origen de los recursos que se utilizan en cada caso.
Los saben todos los políticos y lo saben las autoridades que luchan para detener o controlar al menos al narcotráfico.
Sin embargo, con distintas excusas (para nosotros al menos), todos los proyectos presentados hasta el momento han fracasado. Entendemos que el oficialismo no tiene porqué aprobar una ley presentada por la oposición. Entendemos también que cuando se tuvo oportunidad de aprobarla y votarle los fondos correspondientes para llevarla a la práctica no se lo hizo.
Y no estamos diciéndolo, pero hemos asistido muchas veces a leyes que no se las ha reglamentado o no se les votan los fondos correspondientes para que no cumplan con su deber de controlar.
Por lo que tenemos entendido los partidos políticos son asociaciones sin fines de lucro, aunque hecha la ley hecha la trampa. No ignoramos que hay aportantes que si bien no reciben nada a cambio de su aporte, en el plano inmediato, a la larga si el partido beneficiado y consigue ya sea por la cantidad de votos o por acuerdo político, algún cargo remunerado sabemos bien a quien beneficiará dicho cargo.
Pero esto es un mal menor. La cuestión de fondo es que al no ser obligatoria revelar quién o quienes son los benefactores, tampoco es posible saber “por que determinadas licitaciones van a parar a ciertas tiendas “afines” al poder de turno.
No estamos hablando de nadie en particular, ni mucho menos acusando a alguien, pero no hace falta. Todos conocemos el juego de la mosqueta y el “tesoro” está lejos de conocerse o saberse donde está.
No estamos diciendo que el narcotráfico ya está aportando entre nosotros (aunque hay gente que lo afirma), pero decimos y sostenemos afirmativamente que el sistema actual deja las puertas abiertas para que lo haga.
Nadie puede mirar para el costado cuando se trata de esto. Nadie puede ignorar que es lo que está fomentando, porque ingenuos no somos y mal que nos pese nuestro sistema democrático tiene la puerta abierta.
A.R.D.
