No hay caso. No hay vueltas. No hay término medio. La historia de esos enfrentamientos no se pulveriza. Cuando se trata de exponer un nuevo capítulo, se expone.
Se irradia el magnetismo puntual. Las pasiones barriales, inalterables y mágicas.
No hay caso con Ceibal y Salto Nuevo. Con Salto Nuevo y Ceibal. Y eso que el horario del partido no fue el más racional. Porque empezó a las 21:45 y terminó sobre las 23:35.
Pero al hincha de Ceibal, al hincha de Salto Nuevo, no le altera la misión de ser, de estar, de proponer.
Entonces fueron. Entonces alentaron. Entonces ofrecieron la lección de siempre.
Cánticos, colores, luces, fuegos artificiales. El rojo. El verde. El blanco.
Cabe preguntarse si en el Interior del país se plantea una situación como la que proponen Salto Nuevo y Ceibal.
Ellos lo denominan clásico, aunque recién a mediados de la década de los 90 se enfrentaron por primera vez. Quizás lo lógico es «duelo barrial». Pero ellos, en el barrio, invocan festivamente, señorialmente la palabra «clásico».
Y bueno: ¡tienen ese derecho si lo sienten así!
¿Por qué habría que echarle tierra a esa pretensión, si después de todo no resulta ni antojadiza ni absurda? El punto es ese.
Más allá del resultado, más allá de la explosión de Ceibal a la hora de Dalton Bueno decidiendo y el silencio transitorio del hincha de Salto Nuevo, en esa noche otra vez, nadie se calló.
Nadie se afincó en una actitud moribunda desde cada tribuna.
Cada tribuna convivió con la locura de sentirse viva.
El hecho es que la respuesta de Ceibal y Salto Nuevo, por sobre todo: EMOCIONA. Una maravilla de verdad. Un canto a la fe. Un canto al querer.
El fútbol salteño, la Liga Salteña, DEBE RENDIR CULTO, HUMANA Y DEPORTIVA ADMIRACIÓN A SEMEJANTE ACTITUD COLECTIVA EN PRO DE UN FIN.
Lo del viernes en el Dickinson, fue una maravilla otra vez. Como tantas veces. Como tantas.
Es verdad que Salto Nuevo y Ceibal suelen salvar el pellejo económico del fútbol todo. Ocurre que ese hincha NO ELUDIRÁ NUNCA EL AMOR por esos colores encendidos tantas veces como sea necesario.
No hay que tener pereza mental para ir al rescate del más sustantivo elogio PARA LOS DOS.
No se puede renegar de los dos.
Ahí están. Al pie de la ilusión. Al pie de cada amanecer.
Es cierto que la vida nace cada día. Y después de todo, Ceibal y Salto Nuevo… ¡también!-ELEAZAR JOSÉ SILVA-
