Hay cambios permanentes y negar esto es negar la historia.
Cuando a la salida de la dictadura se plebiscitó la Caducidad de la Pretensión Punitiva del Estado, con la que yo nunca he estado de acuerdo y a pesar de esto lo he aceptado y visto con la perspectiva de más de 30 años después, creo que lo que se votó entonces fue lo más razonable para aquel momento.
A la salida de una dictadura que persiguió, torturó y mató es totalmente entendible, que la opción que marcaría la salida a este período (voto verde) fuera la ganadora, aunque jamás olvidaremos la posición que compartimos (la de Wilson Ferreira Aldunate), de quien dijo que jamás votaría una amnistía (perdón y olvido).
Estamos de acuerdo con que no fue la mejor salida, y obviamente muy distante de lo ideal, pero si ha sido razonable, quizás la mejor dentro de las opciones que se ofrecían. Desde entonces y a pesar de todas las “ventajas” que se procuró establecer para que no se juzgara a policías y militares responsables de los delitos enumerados, ya se vislumbraba la “grieta”, el voto amarillo, que se oponía a dicha ley alcanzó más del 47 por ciento.
Nos atrevemos a decir que si se hiciera hoy, cuando el pueblo ya no vive aquella situación, y se tiene mucho más información de lo sucedido en aquellos años duros, seguramente el resultado sería otro.
Somos respetuosos de la voluntad popular, tanto es así que aunque no estuvimos de acuerdo por la sencilla razón que no nos parece justo, respetamos el resultado del plebiscito como una expresión legítima de aquel momento.
En nuestro humilde entendimiento cuando alguien desconoce la Constitución y las leyes, es de por vida factible de ser sometido a esas leyes. Amnistiar a alguien que ha cometido estos delitos, es darle un cheque en blanco, es admitir que nunca se le pedirá cuentas por este delito. Lo que para nosotros es un error garrafal.
También lo fue -para nosotros- interpreta diferente al pueblo, la decisión popular, porque cuando la SCJ declaró “inconstitucional” la ley que había sido plebiscitada o parte de ella, tampoco nos gustó, porque en ningún momento se interpretó debidamente la voluntad popular.
Entendemos que la única forma de saber que opina el pueblo es haciendo una nueva consulta, en condiciones “normales”, cuando no hay presión hacia ningún lado, ni ventajas para nadie.
Es difícil saber cuándo el pueblo se expresa sin condicionamientos, por la sencilla razón que todo cambia, pero no cambia lo justo y la verdadera justicia, porque “vox populi es vox Dei”.
A.R.D.
Cambia,
todo cambia
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