Esta fecha en otros tiempos tenía un gran significado, lamentablemente la figura del maestro ha sufrido una pérdida de respeto no solos de parte de los educandos sino también del ámbito familiar, si bien es cierto que no se debe generalizar, son muy recurrentes las faltas de consideraciones a la labor que desarrollan.
La figura del maestro se ha visto vulnerada por agresiones verbales y físicas en muchos centros educativos de distintos puntos del país.
Esta fecha ha ido perdiendo «publicidad» por decirlo de alguna manera, de todos modos se sigue festejando, no con el ímpetu de otras épocas pero sigue teniendo su importancia sobre todo entre los pares.
Hoy en este informe dominical les presentamos a nuestros lectores la visión y experiencia de cada entrevistado .
Educación en Uruguay: un poco de historia
En época de la Colonización, la Educación respondía al pensamiento dominante: los españoles emplearon la evangelización como modelo educativo.
Las Escuelas estaban a cargo de la Orden de los Jesuitas y de los Franciscanos, escuelas confesionales que respondían a la Corona Española.
En el Gobierno Patrio de José G. Artigas se plantearon y defendieron otros intereses. La educación comenzaba a definir su carácter ético y político cuando Artigas expresaba su preocupación por «mejorar la situación moral e intelectual de sus paisanos» y «consolidar el ideal revolucionario desde la escuela».
En 1815, en la situación precaria del campamento de Purificación fundó la Escuela de la Patria y en Montevideo una Escuela de Primeras Letras. Esto, uniéndolo con la Educación Cívica y el fortalecimiento de la identidad nacional, sintetiza aspectos básicos del artiguismo.
En el período de la Provincia Cisplatina, Dámaso A. Larrañaga logra introducir en las Escuelas el sistema monitorial o de enseñanza mutua (modelo de Escuela Lancasteriana). Consistía en que los alumnos mejor capacitados enseñaran a los menos preparados.
El Maestro era el encargado de orientar a los monitores para que enseñaran a sus compañeros en pequeños grupos.
Se fortalecía una concepción de la educación moral centrada en obediencia, orden y disciplina. Su implementación no prosperó más que en un breve período: no colmó las necesidades de la población y fue perdiendo apoyo económico de los vecinos.
Una vez Independiente la Provincia Oriental, sus escuelas no lograban organizarse con estabilidad, había preocupación por la educación, lo que llevó a la creación de escuelas, también se reconocía la importancia de la formación del maestro. Muestra de ello es la creación de la Primer Escuela Normal en 1827 y el establecimiento de la obligatoriedad del título docente para ejercer la profesión.
En 1847 el Gobierno de la Defensa creó el Instituto de Instrucción Pública atribuyéndole como funciones: promover la educación pública, regular el funcionamiento de toda institución educativa, vigilar la enseñanza de las ciencias morales, asegurar la relación armónica entre la enseñanza, las ideas políticas y religiosas que constituyen la base de la organización social de la República.
En 1855, el Secretario de dicho Instituto, José Palomeque realizó un estudio de las escuelas en el país y presentó el conocido «Informe Palomeque» que daba cuenta del estado de la educación.
Esto le permitió reconocer algunos de los grandes problemas: falta de un programa que unificara la educación a nivel nacional, desconocimiento de los Docentes de la teoría de su profesión y dónde aprenderla, carencia de buenos libros, y todos ellos necesitaban una urgente atención. Dice el Informe: «me permitiré indicar la urgente e importante necesidad de un buen plan de estudios que venga a la reforma y evite los abusos, cuyo arraigamiento, sólo el tiempo y la constancia podrá destruir afianzando un sistema bien combinado de enseñanza».
En 1865 se aprobó el «Reglamento Interno Provisorio de Escuelas Públicas Gratuitas» de la Junta Económica Administrativa de Montevideo, luego adoptado por otras Juntas.
Allí se jerarquizaba el tiempo pedagógico pautando su distribución semanal entre la recreación y el trabajo, se prescribían materias, nómina de contenidos, metodologías y materiales, la educación religiosa, un sistema elemental de estadística y la comunicación a los padres o tutores por parte del preceptor.
En el último cuarto del siglo XIX el Uruguay aún no lograba consolidar un proyecto educativo y cultural propio, ni el pensamiento político y sentimiento nacional.
La Democracia era débil e inestable. Los enfrentamientos continuos entre caudillos y doctores, entre el campo y la ciudad, evidenciaban relaciones de poder, en busca de hegemonía.
La influencia de los inmigrantes significó no sólo un incremento poblacional sino una renovación y enriquecimiento ideológico. Entraron en conflicto las cuatro principales fuerzas ideológicas de ese fin de siglo, se establecía la polémica entre catolicismo, protestantismo, espiritualismo racionalista y positivismo.
El proceso de secularización instalaba el debate entre lo laico y lo religioso que se concretaría años después en la Constitución de 1917 a través de la separación de la Iglesia del Estado.
Es en ese proceso que cobran vital importancia figuras como José Pedro Varela (con su obligatoriedad, laicidad y gratuidad) y más tarde Batlle y Ordóñez con la laicización del Estado.
«El enseñar le dio significado a mi vida. Es mi vida»
Docente de amplia trayectoria, supo transitar por las más variadas de las responsabilidades en el área educativa: Maestro, Director, Inspector y Profesor de futuros formadores. Jorge Pignataro representa, sin lugar a dudas, el compromiso vareliano a ultranza, siendo tan así que, envía como mensaje a las nuevas generaciones de maestros, un rotundo: «Deben defender la escuela vareliana y asegurar con firmeza el tratamiento integral y crítico de todos los temas, que posibiliten una toma de posición consciente del educando».
Compartimos con ustedes la entrevista realizada por EL PUEBLO a uno de los muchos Maestro de Maestros que ha dado nuestro Salto.
¿Cuántos años ejerció como docente, Director, Inspector y docente de docentes?
Comencemos con mi trayectoria en Educación Primaria. Me recibí el 23 de diciembre de 1969 con 20 años. En 1970, el 2 de marzo, más precisamente, tomé posesión del cargo de Maestro Director con clase (maestro único) en la Escuela Rural N° 82 de Cerro Chato.
Luego, le hago un resumen, fui Maestro de clase durante 3 años (1 urbano y 2 rurales); Maestro Director con clase, 6 años; Maestro Subdirector en escuelas urbanas, por 1 año; Maestro Director en escuelas urbanas de 1° Grado, 5 años; Maestro Director en escuelas urbanas de 2° Grado, 2 años; Maestro Inspector Docente Grado 1, 11 años; cursos de Post Grado, durante 2 años. En total, fueron 30 años en Educación Primaria. El 20 de marzo de 2000, llegó mi cese por jubilación con 50 años de labor.
Trabajé en diferentes localidades. Rurales, en Cerro Chato, Cerros de Vera, Sauce Chico, Agronomía. En la ciudad de Salto, en las Escuelas N° 10, 5, 105 y 4. En Montevideo, realicé dos cursos de Post Grado, para Maestros Directores y para Maestros Inspectores.
Mi trayectoria en Formación Docente fue la siguiente: en el Instituto de Formación Docente (antes de la jubilación), me desempeñé como Profesor de Didáctica y Práctica Docente durante 7 años, así como también, como Profesor de Currícula.
En el Centro Regional de Profesores del Litoral (después de jubilado), durante 10 años, hasta marzo de 2018. Allí fui Profesor de Historia de la Educación y Profesor de Observación y Análisis de las Instituciones Educativas.
¿Qué ha significado en su vida el enseñar?
Es un juego de palabras; diría que el enseñar le dio significado a mi vida. Es mi vida.
¿Es una vocación?
Sí, o debería serlo; pero siempre acompañada del compromiso y responsabilidad que la tarea requiere. Es importante que al finalizar cada jornada nos preguntemos «¿qué aprendieron hoy mis alumnos?».
Lo comprendí en el medio rural, cuando pequeños niños recorrían a caballo tres leguas para llegar a la escuela, con frío o con calor, cortando campos y cruzando cañadas. Tanto sacrificio intentaba compensarlo «dejando el alma» para que cada día se llevaran a sus casas aprendizajes significativos.
La educación hoy, ¿tiene parámetros diferentes a los de años atrás?
Sí los tiene. Es una interrogante muy interesante para ser discutida, en especial por técnicos despejados de dogmatismos y posiciones políticas. La educación debe ser considerada como una «Política de Estado», partiendo de la pregunta ¿qué niño y qué hombre queremos formar?
Antes, la educación se centraba en el maestro y los contenidos. Hoy, se debe centrar en el niño y en competencias adquiridas. Debemos educar para la incertidumbre, para lo desconocido, preparando a los niños para vivir en una sociedad cambiante y de rápidas transformaciones culturales, económicas y sociales. Se debe aprender hoy para estar en condiciones de aprender siempre, dotando a los alumnos de herramientas y habilidades necesarias, a través de los contenidos programáticos.
Una herramienta relevante es el uso de la tecnología, pero no es la única. Una habilidad fundamental que presenta problemas hasta en la educación terciaria es la comprensión lectora y la riqueza de vocabulario (algo básico).
¿Qué mensaje le daría a las nuevas generaciones de maestros?
Les diría que nos escuchen a «los viejos» sin el compromiso de hacer lo que les decimos, pero sí de cuestionarse sus quehaceres.
Cuando nos recibimos, apenas tenemos un título casi vacío que debemos enriquecerlo con el estudio y la experiencia. Deben enriquecerse culturalmente, tener una cultura docente fundamentada, sólida, real y actualizada. Nunca, por ejemplo, preparar una clase de Historia, Geografía…estudiando en la misma bibliografía de sus alumnos. Hay que realizar nuevos aportes.
Nunca debemos perder de vista nuestro cometido: facilitar aprendizajes potentes y significativos.
El niño debe ser el centro de la educación y la escuela estar a su servicio. Centro de una educación integral y crítica, evitando saberes que yo llamo «hemipléjicos» porque tratan verdades a medias que agudizan grietas en la sociedad: división entre «buenos y malos», odios, rencores…
Deben defender la escuela vareliana y asegurar con firmeza el tratamiento integral y crítico de todos los temas, que posibiliten una toma de posición consciente del educando. No tenemos derecho a «fomentar cabezas», cada niño, cada adolescente, debe de formar su «propia cabecita».
Aprovecho la oportunidad para enviar un saludo a las maestras que fueron mis profesoras (Amalia, Myriam, Alba, Carlotita y Teresita) y a mis alumnos que hoy, son maestros. De todos tengo un vivo recuerdo.
«Magisterio es una carrera plena de desafíos que
tiene que estar comprometida con la sociedad, pero fundamentalmente comprometida con la educación»
Para Shirley Ferreira, Directora del Instituto de Formación Docente
La Profesora Shirley Ferreira accedió por concurso al cargo de Directora del Instituto de Formación Docente (IFD) hace ocho años. Ferreira dialogó con EL PUEBLO para este informe, recordando que el IFD tiene 700 estudiantes cursando, del que un 60% son madres y cabeza de familia; además, un 30% de los estudiantes trabaja. La pandemia redujo la población estudiantil en 1° año por tener que buscar trabajo o por altos costos en la conectividad. Normalmente cada año egresan 80 maestros del IFD, pero este año la cifra bajó a la mitad. Este 20 de noviembre se entregarán los títulos a los nuevos docentes.
«Me he enamorado de una profesión que realmente es sacrificada –comenzó diciendo Ferreira-, de tiempo completo y que por lo general lo eligen mujeres, que tienen sus hijos, que ven en esta carrera la posibilidad de una realización personal, de tener un trabajo y una profesión. Es una carrera de vocación, porque si bien el estudiante cuando elige entre tantas opciones por la carrera lo hace un poco, quizás, porque se trata de una carrera que está completa en Salto, que según la sociedad parecería que se trata de una carrera fácil, pero que el que continúa y termina esta carrera lo hace por vocación porque es muy difícil sobrellevar las ocho horas diarias de presencialidad».
«Es una carrera incompleta –agregó- porque, aunque pasen treinta y cuarenta años de profesión, siempre será una carrera incompleta porque siempre tiene que estar aprendiendo, tratando de adaptarse, y a veces ir más adelantado al tiempo que corre. En un momento en que la sociedad está tan disgregada y hay tanto problema de integración social, un maestro puede mediar con la sociedad a través del conocimiento, permitiendo a muchos niños tener la posibilidad de acceder a otros ámbitos de la sociedad, a mejorar y a desplegar sus capacidades que en otro lugar no podrían hacerlo».
«La escuela es siempre el mejor lugar para los niños, y los maestros tienen que estar lo mejor preparado para este tiempo que se nos vino y que la pandemia nos demostró que todo es incertidumbre. Es decir que cada cosa que uno aprendió, la realidad demostró que a veces no sirve para resolver ese problema y hay que volver a aprender. Esa es la carrera de Magisterio, por eso es una carrera incompleta, plena de desafíos, de alguien que es estudioso y que tiene que estar comprometido con la sociedad y fundamentalmente comprometido con la educación».
– La preocupación que se ha tenido que tener por la situación sanitaria de la población en el marco de una pandemia global no ha permitido valorar debidamente el papel que han jugado los docentes al tener que cambiar la planificación anual que habían realizado y tener que adaptarse a este nuevo tiempo de clases virtuales para no perder el año.
– Entre el 13 y 16 de marzo todo aquello que teníamos planificado para empezar el año, se nos vino abajo y se tuvo que enfrentar una situación que en un principio pensamos que iba a durar una semana y aún sigue. Entonces, ahí los docentes se pusieron a aprender, algunos ya lo manejaban muy bien y habían incorporado la tecnología como un recurso en la enseñanza, y otros tuvimos que improvisar, aprender, y algo que destaco, he visto que esta situación incrementó la solidaridad entre los maestros, y de los docentes en general, porque lo que no sabía uno, lo buscaba en el otro y entre todos lograron colaborar para que se saliera adelante. Es decir, esa cultura colaborativa que estaba en el discurso y que lo repetíamos desde la gestión que había que cultivar, que uno veía que iba lenta y que la gente muchas veces se guardaba ese conocimiento, donde cada una hacía lo suyo, demostró que para nada servía cuando la adversidad aprieta. Para nada sirve guardarse algo y ser individuos aislados frente a la adversidad, eso lo tenemos muy claro, necesitamos del otro. Eso fue una de las consecuencias positivas de lo que nos toca vivir, la solidaridad, el compañerismo, el brindarse al otro, que es la esencia de nuestro trabajo. También de nuestro conocimiento, es decir, de nada nos sirve saber algo si no lo enseñamos, eso tiene que estar en la tapa del libro de todo maestro, porque su profesión exige tener que brindar lo que sabe.
Esta situación puso en evidencia que los maestros somos necesarios porque muchas familias se encontraron con sus hijos en la casa, y muchas veces sin saber cómo resolver los problemas con dos o tres niños, se empezó a valorar el trabajo del maestro, que es un trabajo no con un niño sino con 20 o 25 hasta 40 niños, que son distintos, cada uno con su forma de aprender, con su cultura, con su personalidad. En esa combinación que hacemos en el aula, que es el centro de nuestra profesión y de nuestro hacer diario, sacar el aula de los edificios escolares y llevarlo a la casa, contribuyó también a que la sociedad viera cuál es el trabajo del maestro, donde predominó lo que es el maestro comprometido como agente de cultura.
«Un grupo magnífico de personas que conjugan
en primer término la palabra Amigos», dice su Presidente
Asociación de Amigos de la Escuela Pública:
Desde el 9 de noviembre de 1952 funciona en Salto la Asociación de Amigos de la Escuela Pública, institución civil sin fines de lucro y con personería jurídica. Su objetivo principal es prestigiar y apoyar moral y materialmente a la escuela pública del departamento. Atender las necesidades de la escuela, fue siempre su consigna.
EL PUEBLO dialogó con su actual presidente, Mtro. Nuilbar Alves, quien dijo que se trata de «un grupo magnífico de personas que conjugan en primer término la palabra Amigos. Somos amigos dentro de la Asociación y también amigos hacia la Escuela Pública», señaló. Y consultado sobre cuáles son más específicamente las acciones que realizan, comentó: «Quienes hemos estado en el medio rural y sabemos de las dificultades para lograr pintar un aula, arreglar una puerta, reponer un vidrio o mejorar el comedor, sabemos lo valioso que es cuando personas desinteresadamente se acercan y brindan su apoyo para que eso se pueda lograr, y esa es una de las metas principales. También, uno de los proyectos por el que tenemos un inmenso cariño es el de acercamiento rural-urbano, este programa comenzó en el Rotary Club Salto Noreste, trajimos niños de escuelas rurales con el apoyo de CTM y de Cofuesa durante muchos años; vienen a visitar Salto, conocer lugares estratégicos e instituciones educativas. La Asociación siente como suyo este programa y ha colaborado mucho sobre todo en lo de tener un espacio recreativo de integración entre niños rurales y urbanos».
Actualmente, además de Alves en la presidencia, así está formada la Asociación: Vicepresidenta: Carlotita Pizarrosa; Secretaria Gral.: Ana Ma. Juanena; Secretaria de Actas: Blanquita Cunha; Pro-Secretaria: Anabel Vagner; Tesorera: Ana Ma. Moreno; Pro-Tesorera: Cristina Panissa; Vocales: Perla Rodríguez y Ana Baladino. Suplentes: Carmen Quagliotto, Olga Menoni, Cristina Testa, Blanquita Olivera, Ma. Carmen Jiménez, Claudio Alves, Casimiro Silva, Ivone Texeira, Renée Díaz. Comisión Fiscal: Ana Paula Ferrere, Mariana Oliva, Gabriel Ferrere. Suplentes: Susana González. Stela Magnín, Élida González.
Mtra. Olga Menoni: «grupo maravilloso que trabaja en apoyo a la educación pública»
También la maestra Olga Menoni, dio su opinión, manifestando que «al año siguiente de jubilarme me integré a la Asociación, donde encontré un grupo maravilloso que trabaja en apoyo a la educación pública; desde entonces continué en ella y me siento contenta por tantos logros cumplidos y por permitirme seguir estando relacionada a la escuela pública».
LARGAS TRAYECTORIAS
DOCENTES
Tanto Nuilbar como Olga (esposos), compartieron con EL PUEBLO su trayectoria como maestros. Nuilbar: «Comencé Magisterio en 1962; todavía no era oficial la preparación de los docentes. Quien me estimuló mucho fue Isabel Carbonel de Milan, Directora de la Escuela 9, de la que yo había sido alumno. Ese año se oficializó el Instituto de Formación Docente. Culminé en diciembre de 1966. Comencé a trabajar inmediatamente, era lo que nos motivaba, trabajar lo más rápido posible y dar concurso para tener mejores lugares donde trabajar. Mi primer año de maestro fue en la Escuela 82 de Cerro Chato, a 160 km de la ciudad; tenía 17 alumnos y si bien no tenía muchas herramientas como docente, tuve mucha empatía con los alumnos, muy buen relacionamiento. Aun hoy hay alumnos que me llaman el Día del Maestro y eso me produce una gran alegría. Luego trabajé en la Escuela 75 de Casa Muguerza y luego hice la efectividad en la 20 de Pueblo Quintana, a 180 km de Salto. Luego pasé a la Escuela 128 de Pueblo Ramos, ese año fue muy especial porque se había cerrado una escuela cercana, la de Zanja del Tigre, y esos alumnos vinieron a Pueblo Ramos; trabajé con 31 alumnos, en la Dirección y todas las clases, un año magnifico. Además ese año pude rendir el concurso de dirección rural y tener una muy buena ubicación que me permitió elegir la efectividad en la Escuela 42 de Valentín, que funcionaba como Unidad Escolar. Se coordinaba las actividades pedagógicas y sociales. Fue un enriquecimiento trabajar con muchos otros maestros, recuerdo en lo técnico la planificación en forma conjunta. Y fue además la apertura de los séptimos años en la ruralidad, antecedente de lo que hoy son los liceos rurales. En lo social destaco el tema de las huertas familiares, las promovíamos, se realizaban concursos de huertas, y se completaba con clases de cocina. Iba una profesora de UTU que enseñaba el aprovechamiento de todo lo que se recogía en la huerta, en cocina y conservación de alimentos. También se formó un club de niños, se daba costura, bordado, y una parte recreativa que es muy importante en el medio rural. Ese año decidí realizar el curso de directores, en el 78 fui a Montevideo con otros dos compañeros y una compañera, era una experiencia distinta que nos requería mucho esfuerzo: estar lejos de la familia, veníamos cada mes o cada dos meses y además encontrarnos en un ambiente tan distinto como Montevideo. Pero por el esfuerzo logramos hacer el curso. Luego me trasladaron a la sub dirección de la Escuela 1, una experiencia también muy buena, encontré muchos maestros con mucha experiencia.
El año siguiente, en el 89, fui director de la Escuela 99 y al año siguiente pasé a ocupar un cargo como inspector de zona, donde estuve 17 años. El curso de inspectores era muy especial, lo presencial se realizaba en vacaciones de verano, de invierno y de primavera, y la parte práctica la teníamos bajo la dirección de la entonces Inspectora Departamental, Emilia Pose, y venían de Montevideo a realizarnos pruebas prácticas. Me jubilé el 1° de marzo de 1998, justo a los 31 años de trabajo. Ahí asumí la dirección de la Escuela Hiram, bajo la supervisión del Mtro. Ariel Crescionini, que fue quien me vinculó a la Asociación Amigos de la Escuela Pública». Además hizo hincapié en lo importante que fue «asistir a cursos sobre Educación Rural; allí tuve contacto con auténticos docentes que amaban la escuela rural y nos impregnaron de ese inmenso cariño que debe sentir el maestro por su escuela. Yo me defino como maestro rural, lo otro fue por añadidura, por tratar de avanzar en la carrera». Olga: «Me recibí en 1967 y comencé a trabajar en el 68 en la Escuela Rural N° 28 de Pueblo Sequeira, departamento de Artigas.
En el 69 elegí mi efectividad en la 33 de Biassini y estuve 5 años, luego pasé a la 42 de Valentín donde estuve 4 años, ambas integraban la Unidad Escolar de Valentín, también estaban la 23 y la 43. Fueron 9 años de trabajo muy lindo donde encontré excelentes compañeros y disfrutamos mucho con los niños rurales. Luego me trasladé a la 9 del Ceibal y de allí pasé a la 5, donde culminé mi carrera y me jubilé, en 1996. De esa escuela fui alumna, fueron mis hijos y mis nietos, hermosa escuela de la que tengo hermosos recuerdos».
«La docencia es una carrera que tiene muchas
gratificaciones, hay muchas cosas buenas que te deja»
EL PUEBLO dialogó con la Mtra. Selva Texeira, formadora de futuros formadores, tanto en el Instituto de Formación Docente como en el CERP, quien, trasa más de 30 años de carrera, intenta inculcarles a sus alumnos, la pasión por la docencia, la cual, día a día, debe aggiornarse, intentando otorgarle al educando, lo mejor de sí.
MÁS DE 30 AÑOS
DE DOCENCIA
Me recibí de maestra el 23 de diciembre de 1986, y empecé a trabajar, primeramente, como docente en Secundaria, en marzo de 1987. Desde ese momento nunca dejé de trabajar en la docencia, o sea que, tengo casi 34 años de trabajo como docente. En Primaria trabajé como maestra en algunas escuelas de la ciudad, y, ahora, en Formación Docente, en Secundaria y en instituto privado.
Elegí ser docente por vocación. Pero, creo que también, viene un poco, en mi caso particular, porque mi madre es maestra, y yo, desde niña, siempre viví la docencia muy de cerca, porque la acompañaba a la escuela, a veces a los actos, inclusive, cuando ella fue a trabajar a campaña, me llevó, tanto es así que hice mis dos primeros años de escuela en el medio rural, viniendo después a la ciudad. Por eso digo que la docencia para mí es algo que me gustó siempre, y lo sentí como una vocación; pero, al mismo tiempo, puede ser algo proveniente de la influencia de mi entorno.
LA ENSEÑANZA EN
NIÑOS, JÓVENES Y FUTUROS EDUCADORES
Fundamentalmente, cada uno tiene una forma diferente de aprender y, también, nosotros como docentes, tenemos una forma diferente de enseñar. El niño es mucho más receptivo, en el sentido en que, el maestro, para el niño, es una figura importantísima. El maestro que logra una buena relación con el niño, logra enseñar más allá del contenido curricular. Ahora, enseñando a niños, uno tiene que ser, en cierta forma, como un niño, también; es decir, tiene que aprender, por ejemplo, sobre todo, cuando enseñamos idiomas, que tenemos que jugar, cantar, usar el lenguaje corporal para hacernos entender, siendo una clase más dinámica, en el sentido de que, tenemos que establecer más actividades, porque su período de atención es corto, entonces, implica otro tipo de preparación. En el adolescente es diferente; se dice que cuando el adolescente está motivado, logramos que se enseñe, y es fundamental, en todos los niveles, la conexión que tenemos con el alumno. Hay cosas que a ellos les gusta, buscar, por lo tanto, qué es lo que les gusta saber, qué le gusta a cada edad, es importantísimo. Y, en los formadores de formadores, en los futuros docentes, lo que hago es tratar de no solamente transmitir lo que es la teoría, sino, mostrarles el aspecto práctico, que relacionen la teoría con la práctica, contarles experiencias de cómo se ha hecho esto o lo otro, ponerles ejemplos de clases, de cómo enseñar, sobre todo, transmitirles esa pasión que uno tienen por la enseñanza. O sea, creo que, cuando enseño a los futuros docentes, hago evidente el que soy docente por vocación; entonces, lo gratificante que es ser docente, trato de transmitírselos. Es muy lindo ver a fin de año cuando los niños, los adolescentes o los que estudian para ser maestros o profesores, han aprendido con lo que hemos compartido con ellos. La docencia es una carrera que tiene muchas gratificaciones, muchas cosas buenas que te deja.
LA EDUCACIÓN HOY
La educación hoy, tiene parámetros diferentes a los que tenía cuando yo era estudiante de magisterio. Por ejemplo, nosotros, no teníamos la tecnología de nuestro lado, a nuestro alcance. En mi último año de magisterio, recién aparecieron las fotocopiadoras, nosotros usábamos el mimeógrafo, el que nos daba mucho trabajo para realizar las copias que se hacían a mano; pero, a su vez, como estudiantes, nosotros teníamos que sacar apuntes en la biblioteca, estudiábamos allí. No teníamos acceso a la riqueza tecnológica que hay hoy. Cuando comencé a trabajar con niños, hacía los dibujos, los pintaba, los plastificaba y, después, los usaba. Ahora, uno tiene a disposición materiales didácticos que, solamente necesitamos buscarlos en internet, los imprimimos y lo tenemos.
Creo que, en muy poco tiempo, se ha evolucionado muchísimo en la parte de enseñanza, en la metodología, por ejemplo. Cuando estudiaba para ser maestra, era diferente el enfoque, como por ejemplo, el enseñarle a leer a un niño, la forma era diferente. Lo mismo en la metodología de la enseñanza del idioma que es en lo que me especialicé. El uso de los recursos tecnológicos a disposición hoy, es fundamental para cualquier área de la enseñanza.
MENSAJE A LAS
NUEVAS GENERACIONES
Siempre les digo a mis alumnos, que no dejen de aprender, que no dejen de estudiar. Que uno termina una carrera, pero no termina de aprender y, por lo tanto, no termina de estudiar. Como lo dije, tengo casi 34 años de trabajo, y, todavía sigo estudiando, haciendo cursos, me sigo formando, sigo aprendiendo, porque, uno es docente, y, frente a una clase, uno tiene la responsabilidad de estar actualizado, ya que siempre aparecen metodologías y enfoques nuevos; la responsabilidad de darle al alumno, lo mejor. Que amen lo que hacen, que sientan esa pasión de estar frente al niño, frente al adolescente, retribuyéndole lo que ese niño, ese adolescente les da, estando lo mejor preparado posible.
En el medio rural se destaca el respeto y
cariño hacia los docentes
Andreína Paola Báez es docente de la Escuela Nº 18 de Pueblo Lavalleja.
Como la mayoría de las niñas, Andreína pensó, desde chica, que iba a ser maestra, aunque cuando terminó el liceo y tuvo que seleccionar qué carrera seguir tuvo cierta indecisión, en el año 2008 comenzó a estudiar Magisterio y desde el primer momento le encantó.
«Tenía otras opciones, pero siempre estuve decidida que la docencia era lo que me gustaba», comentó a EL PUEBLO Andreína. Agregó que tras el primer año de práctica, que es «cuando te acercas más a la realidad» reafirmó que iba por el camino correcto.
En el año 2011 se recibió, enseguida concursó, en el año 2012 hizo lo que se denomina «maestra a la orden», que consiste en realizar suplencias por día en distintas escuelas.
En el año 2013, trabajó en la escuela Nº 68 de Artigas y en el 2014 eligió la efectividad en la Escuela Nº 18 de Pueblo Lavalleja (Salto), lugar que «amo, me encanta y por ahora no quiero cambiar».
Andreína explicó que si bien es una escuela urbana, está en un medio rural y es de tiempo extendido.
Actualmente dicta clases de tercer año por la mañana y por la tarde da taller de literatura.
Si bien trabajó un año en la escuela urbana, la escuela del medio rural, «es diferente», entre sus virtudes, destacó el respeto hacia los docentes, la manera de dirigirse , «al menos en el ámbito donde estoy, hasta el momento eso no se ha perdido», subrayó.
Además destacó el cariño hacia la maestra, «te esperan todos los días cuando bajas del ómnibus, están pendientes si vino la maestra», y esos son gestos que se valoran por parte del los docentes.
Andreina viaja todos los días desde Artigas, baja de un ómnibus en el empalme de la Ruta 4 y el camino de acceso a Pueblo Lavalleja, donde toma otro ómnibus que recorre 10 kilómetros y la deja en la puerta de la escuela. A la tarde realiza el recorrido inverso.
En las escuelas rurales en general, y también en la Escuela Nº 18 de Pueblo Lavalleja, se le da un valor muy importante a la fiesta fin de curso. A este evento, que se prepara con un mes de anterioridad, concurre gran parte del poblado.
Para esta fiesta, se selecciona una temática, que es hilo conductor , y en base a la misma, se hacen diferentes bailes de los que participan todas las clases.
