Por: Dr. Adrián Báez
UN FUERTE APLAUSO
Estimados lectores. El fallecimiento del expresidente de la República, Dr. Tabaré Vázquez, significa, sin lugar a dudas, una inmensa pérdida para el espectro político y científico de nuestro país.
Un hombre que se hizo a sí mismo, siendo miembro de una humilde familia de La Teja, populoso y popular barrio de Montevideo, nunca escatimó esfuerzos para lograr sus más preciados objetivos, el vencer en aquello que se proponía.
Médico reconocido a nivel mundial, especialista de fuste, dirigente futbolístico e, indudablemente, gran caudillo político, por lo cual, se pudo catapultar como primer presidente uruguayo de la izquierda por dos períodos, tuvo un don de gentes indiscutible, y una honradez de similares características.
Más allá de las enormes diferencias que mantuvimos por cuestiones ideológicas, su humanismo, su fraternal comportamiento ante los temas más sensibles a la sociedad oriental –con matices, distintos caminos pero no irreconciliables-, consideramos que lo han colocado ya, como uno de los principales líderes de nuestro Uruguay.
Hijo ejemplar del país de la meritocracia, de ese país que otorgaba a los muchachos de pocos recursos alcanzar el sueño de forjarse un destino, un futuro en igualdad de condiciones, de ascender en la escala intelectual, social, económica y cultural, con las mismas herramientas que los más pudientes, cumplió, al inmiscuirse en política, en devolverle a su pueblo a manera de agradecimiento, según su buen saber y entender, lo que en más de una oportunidad manifestó: «una mejor calidad de vida».
En el acierto o en el error; con blancos y negros; en el consenso o en la discrepancia; fue un político a la uruguaya, y así quedó reflejado en la multitudinaria despedida con la que se lo homenajeó en el día de ayer.
En ella radica la gran diferencia entre nuestro Uruguay y los países de la región y del resto del mundo; aquí la gente sale a la calle a llorar a sus líderes; a hombres y mujeres que sí dieron de sí por el futuro de sus compatriotas; que sí sacrificaron tiempo, familia, recursos y muchas cosas más, para que aunque sea un oriental, pudiera esbozar una sonrisa.
En fin… A este hombre que nos dejó ayer, a quien desde la militancia política o artículos de opinión combatimos en muchas oportunidades, le brindamos nuestro mayor respeto y admiración, por encima de toda diferencia ideológica, pues, en este nuestro Uruguay, siempre, debe primar lo humano por encima de mezquinos, aunque legítimos, intereses.
Al pueblo frenteamplista, nuestro más profundo pésame; a la familia del Presidente Vázquez, nuestra palabra de aliento. No existe o debería de existir mejor reconocimiento para un luchador, que sus adversarios le rindan a su partida, un fuerte aplauso. El Dr. Tabaré Vázquez, se lo ganó.
