LA SEGURIDAD, UN TEMA CON MÚLTIPLES FACETAS (PARTE 1)
Por Dr. Adrián Báez
Estimados lectores. Uruguay atraviesa uno de los momentos más violentos de las últimas décadas. Las cifras de homicidios y rapiñas del primer semestre de 2018 son las más altas desde que hay registros y los hurtos aumentan desde 2013. En Uruguay en el año 2017, el 30% de los homicidios se concentró en 9 barrios de la capital donde vive sólo el 7% de la población, pero que son los de contextos más críticos. En un año electoral como el que transitamos y ante esta triste realidad, los diferentes candidatos someten sus propuestas a la opinión pública, escuchándose diferentes puntos de vistas que van, desde el aumento de las penas y recrudecimiento del sistema carcelario, hasta quienes, tomando como ejemplo a otros lugares en el mundo donde el modus operandi, sin dejar de ser firme, es, sin lugar a dudas, más humanitario y al mismo tiempo efectivo, apuestan a una política de seguridad más integral. El aumento en el número de crímenes es de por sí problemático. Pero, esta realidad se transforma insostenible, cuando se observa que no sólo los crímenes aumentan, sino también, el grado de violencia empleado.
El diagnóstico de largo plazo es aún más grave, porque los delitos más violentos se concentran en los contextos de mayor exclusión social en donde la violencia se reproduce.
Para un futuro con menos criminalidad y violencia, se necesita atacar este problema por dos andariveles. Un primer andarivel social, que ataque las causas más profundas del delito y un segundo andarivel de disuasión y represión inteligente.
El andarivel social, surge del entendimiento de que la violencia tiene su origen en la fractura social y por lo tanto, la represión no puede ser la única herramienta para atacar este problema. Hay que atacar las causas más profundas que originan esta fractura, contener a la población más vulnerable y darles herramientas para el desarrollo integral.
Hay que lograr que los jóvenes de contextos vulnerables empiecen a visualizar un futuro distinto a través de una propuesta educativa y social innovadora, y a incidir en las normas sociales, tratando de cambiar las conductas de las personas violentas que ya no podemos alcanzar por la vía de la educación, a través de intervenciones con referentes de la comunidad.
El sistema penitenciario es fundamental para rehabilitar y reinsertar ciudadanos, por eso, el implementar una reforma del sistema penitenciario para redignificar a las personas privadas de libertad que reproduzca experiencias similares a las del Polo Industrial de Santiago Vázquez y la cárcel de Punta de Rieles para reducir la reincidencia a su mínima expresión, es imperioso. Cuando no es posible disuadir, se debería optar por la represión inteligente. Es necesario coordinar a todas las agencias gubernamentales dedicadas a la inteligencia y a la investigación, para que aborden la problemática del narcotráfico desde todos los ángulos y puedan dirigir intervenciones quirúrgicas por parte de la Guardia Republicana que desarticulen a las bandas criminales. De esta manera, seríamos proactivos en la lucha contra el crimen organizado, y no reaccionar al hecho consumado. Contrastar el crimen, también requiere comprender que, las estrategias, no deben ser las mismas para crímenes violentos y no violentos. Los métodos de disuasión – prevención, deben ser distintos, porque las causas son distintas. Estas son algunas de las modificaciones que de llevarse a cabo, según expertos en la temática, permitiría un importante paso hacia el mejoramiento del espectro que nos tiene en vilo, como es la seguridad. Continuaremos en la próxima columna exponiendo otras propuestas que hacen al mismo fin, conscientes que, es la seguridad, un tema con múltiples facetas.